Opinión

Yo protesto

Por Claudia Rosas Lauro

Historiadora

Yo protestoFoto: Noticias SER

En mi calidad de ciudadana peruana, amparada en la libertad de expresión que debe existir en una democracia y ejerciendo mi legítimo derecho a la protesta, sin representar a ninguna institución, partido o agrupación de ningún tipo, y por una necesidad moral, debo protestar y protesto a través de la escritura.

Yo protesto porque el fin supremo de la sociedad y el Estado es el ser humano y el respeto a su dignidad, artículo 1 de nuestra Constitución, por lo que no se justifica ni legal ni éticamente la muerte de 60 peruanos en esta profunda crisis que estamos atravesando. Más allá de posiciones políticas o ideológicas, la pérdida de vidas en Ayacucho, Cusco, Puno, Lima y otras regiones del país es algo para lamentar, no para aplaudir.

Yo protesto porque los poderes del Estado, Ejecutivo y Legislativo, no han asumido su responsabilidad ante esta grave crisis, han optado por la represión y el uso desmedido de la fuerza al movilizar a la PNP y a las FFAA contra la propia sociedad que se supone representan, lo cual evidencia la debilidad del gobierno y la precariedad de nuestra frágil democracia. Ello no significa justificar los ataques contra la propiedad privada y pública, el bloqueo de carreteras, la toma de aeropuertos y demás acciones de este tipo por parte de los manifestantes, pero la respuesta a la convulsión social no pueden ser las balas, sino las leyes. No solo la historia va a juzgar a quienes han ejercido la fuerza en desmedro de los derechos fundamentales de la ciudadanía, sino también lo harán los tribunales y, tarde o temprano, van a tener que responder ante la justicia.

Yo protesto porque en gran parte los partidos de derecha y de izquierda y sus líderes, han antepuesto sus propios intereses partidarios y/o individuales, a los de nuestro país. Además, con las continuas pugnas entre los poderes del Estado, hemos cambiado a 6 presidentes en 7 años, entre vacancias, un cierre del congreso, elecciones y el reciente golpe de estado afortunadamente fallido, pero que nos ha precipitado a esta situación crítica. Sin embargo, no se trata de una crisis coyuntural, sino más bien estructural agravada por la pandemia y que abarca no solo lo político, sino también lo social, lo económico y lo cultural.

Yo protesto por la deriva autoritaria y antidemocrática del actual gobierno, que echa más gasolina al fuego de las protestas y acusa de terroristas y vándalos a “todos” los manifestantes, para justificarse a sí mismo y mantenerse en el poder. Esto no implica que no haya grupos radicales y violentistas muy peligrosos también movilizados, que buscan generar caos y destrucción, pero por nuestra experiencia histórica sabemos que es necesario un trabajo muy fino de inteligencia para identificarlos, capturarlos y sentenciarlos. Justos no pueden pagar por pecadores.

Yo protesto por la irrupción violenta a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, lo cual no solo va en contra de la autonomía universitaria, sino que se ha pretendido criminalizar y terruquear a autoridades y estudiantes de dicha Casa de estudios. A la brutalidad, antepongo la inteligencia; a la violencia, antepongo el diálogo; al odio, antepongo la justicia. Considero que esta situación se podía resolver de otra manera, sin profundizar las brechas que existen en nuestra sociedad entre universidades públicas y privadas.

Yo protesto porque como país no hemos superado los lastres del clasismo, el racismo y el machismo que, en el actual contexto de polarización política, se han evidenciado en los discursos y las prácticas de una parte de la sociedad y de las fuerzas del orden, lo cual impide el logro de una sociedad igualitaria y justa. Asimismo, el maltrato y desprecio a los pobladores de las regiones de nuestro país no solo pone en evidencia el problema del centralismo, sino también las fracturas históricas que existen en nuestra nación, donde hay regiones olvidadas y desatendidas.

Yo protesto porque en las décadas de gran crecimiento económico que ha vivido el país, no se ha hecho lo suficiente por atender a las necesidades de los más pobres y vulnerables, lo cual constituye una forma de violencia estructural que termina alimentando formas más tangibles de violencia, como las que presenciamos hoy. Mientras no tomemos conciencia de las causas profundas de esta crisis, no podremos plantear verdaderas soluciones.

Yo protesto porque el Congreso y el Ejecutivo sobre todo desde el 2021, se ha dedicado a desmantelar sistemáticamente las reformas que con mucho esfuerzo se habían implementado en varios ámbitos, incluso del propio funcionamiento del Estado y que significaban una regulación y ponían límites a la corrupción tan extendida. Peor aún, es lo que vienen haciendo con el sector educación, a pesar de contar con profesionales de alto nivel en todos los campos. Entonces en vez de avanzar, retrocedemos.

Yo protesto porque existen comunicadores y medios de comunicación que no cumplen con los mínimos estándares profesionales y éticos, y están al servicio del poder de turno para difamar, mentir, ocultar o tergiversar la información, más allá de su incapacidad de analizar con profundidad los hechos que describen. Ni qué decir de su papel en la difusión de las teorías del complot, de los enemigos externos y de los chivos expiatorios.

Yo protesto y motivos sobran, por eso no me sorprende que la gente lo haga y yo misma protesto pacíficamente, pero no por pesimista o quejumbrosa, sino más bien porque aspiro a la construcción de un país mejor y eso no es posible en estas condiciones. No se puede banalizar el valor de la vida de un ser humano, no se puede aprobar la violencia de ningún tipo como única forma de convivencia, no se puede legitimar un gobierno sobre la base de una paz armada, no se puede deshumanizar al otro para poder eliminarlo, no se puede anteponer lo material a la vida de las personas, los propios intereses a los colectivos; sino como sociedad caemos en la degradación y finalmente, en la barbarie. Por todo esto y mucho más, yo protesto.