Opinión

Violencia de género, estado y movilizaciones ciudadanas en Apurímac

Por Karina Bueno

Responsable de la Unidad de Género de Aprodeh Apurímac.

Violencia de género, estado y movilizaciones ciudadanas en ApurímacFoto: Colectva Feminista "Wayra Warmikuna"

El mes de noviembre coincide con algunos hechos históricos de lucha como: la rebelión anticolonial de Micaela Bastidas y Tupac Amarú, el día internacional de acción contra la violencia hacia las mujeres, y, en este momento, con las masivas movilizaciones de la población principalmente juvenil frente a un modelo neoliberal que se traduce en el funcionamiento del estado al servicio de los intereses de las élites y grupo de poder facticos del país y el mundo. Esto, además, en medio de la pandemia por el covid-19 que acarrea un conjunto de impactos en la sociedad y los derechos humanos.

En este artículo plantearé un análisis sobre lo que ocurre en torno a la violencia de género en Apurímac durante el 2020, un año particular con la emergencia del covid-19; la pertinencia de la respuesta estatal; la acción de las mujeres y/o organizaciones movilizadas frente al contexto de la violencia, así como a la crisis política actual.

Comenzamos por señalar por enésima vez, que Apurímac sigue siendo la región en la que la mayoría de las mujeres, por encima del 70%, son violentadas por sus parejas. Sin embargo, menos de 2% se atreve a denunciar. Durante el confinamiento obligatorio por la pandemia del covid-19, fue aún más difícil para las mujeres buscar ayuda en las instituciones, por ello las denuncias descendieron hasta por debajo del 1% en los meses de abril, mayo y junio del 2020. Apurímac aparece como la primera región con altos índices de violencia de género a nivel nacional, lugar que se repite en comparación a otros indicadores sociales como: pobreza extrema, desnutrición, conflictividad social entre otros. Esta coincidencia fatal, delata que la vulneración de los derechos de las mujeres y comunidades en este territorio, tiene causas estructurales e históricas, sostenidas por una cultura y un estado patriarcal, racista y con serios rezagos de colonialidad.

¿Cómo esta respondiendo el estado frente a la violencia contra las mujeres en un contexto de crisis? La agenda de lucha contra la violencia esta mucho más presente en las políticas estatales, incluso se incrementaron los presupuestos públicos. La mayor presencia de programas y estrategias dirigidos por el MIMP para el abordaje multidimensional de la violencia, es importante pero no suficiente dada la magnitud de la problemática y más aún durante el confinamiento, en el que se puso en evidencia una mayor debilidad estatal en las zonas rurales, esto a razón de la virtualización de los servicios frente a territorios donde se carece de acceso a telecomunicaciones. Entonces no se ha podido garantizar, prevención, atención y mucho menos protección para las víctimas y sobrevivientes.

Por otro lado, los gobiernos regionales y locales han demostrado estar alejados de la compresión y aplicación de las políticas contra la violencia existentes, y tampoco han destinado presupuestos específicos para implementar planes y ordenanzas ni han logrado el funcionamiento sostenido de las instancias de concertación contra la violencia. Al parecer, lo que se pensó como principal fortaleza, la presencia de actores de poder (titulares de instituciones), se convierte en la principal debilidad de dichas instancias. El gobernador, el presidente de la junta de fiscales y poder judicial, los directores sectoriales no tienen tiempo ni interés de participar en espacios como estos ¿Por qué será? ¿Será que nuestras instituciones aún son patriarcales?

¿Cuáles fueron los roles y acciones de las organizaciones movilizadas frente a los derechos de las mujeres durante la emergencia? Las organizaciones de mujeres de sectores juveniles y urbanos han desarrollado estrategias para encarar la violencia patriarcal en pandemia, mediante espacios virtuales, por ejemplo, el movimiento de empoderamiento Warmikuna Kanchirichqan de Andahuaylas y la Colectiva Feminista Wayra Warmikuna, tomaron posición de las redes sociales para abordar la violencia contra las mujeres en tiempos de covid-19. La organización de mujeres trabajadoras populares y la FEMURA han desarrollado acciones y lazos de solidaridad para vencer la violencia del hambre que afecta sobre todo a las mujeres. La Federación de mujeres del distrito de Tambobamba se ha reactivado con el objetivo de promover una vida libre de violencia a través de la radio.

Finalmente ante a la crisis política, en las movilizaciones de indignación frente al estado neoliberal y de exigencia de un proceso constituyente, las mujeres han estado presentes colocando sus voces y preocupaciones frente al riesgo de retrocesos en los derechos de las mujeres, esto por acción de grupos conservadores de la extrema derecha fascista y misógina que hace tiempo buscan traerse abajo: el enfoque de género en el currículo educativo, la entrega de anticonceptivos de emergencia en los hospitales, la aplicación de la guía de aborto terapéutico en el país y la región.

Las mujeres de Apurímac han demandado un proceso constituyente popular y paritario para la refundación de la nación. Estas organizaciones aportan, pese a las debilidades políticas, en la gesta de una cultura de igualdad y en la construcción de un nuevo mundo donde todos y todas sean plenamente libres.