Opinión

Víctor Caballero “El Relicario”

Por Víctor Caballero Martin

Sociólogo

Víctor Caballero “El Relicario”

No soy yo sino uno de mis cinco hermanos cuyo nombre completo es Víctor Alejandro. Era un torero muy conocido en las famosas corridas de toros de Paiján y de varios pueblos del Valle Chicama y de la sierra de La Libertad. Se llamaba "El Relicario", así aparecía en los carteles de publicidad de la Feria del Señor de los Milagros de Paiján.

No era el único Víctor de la familia. Mi papá se llamaba Víctor Isidro Caballero, y puso su nombre a cinco de sus veintiún hijos que tuvo con diferentes señoras. El mayor Víctor Eduardo es médico, muy buena persona y mejor hermano; luego viene Víctor Alejandro "El Relicario", sigo yo: Víctor Enrique; hay otro hermano que se llama Víctor David (no sé si tiene mi edad) y, finalmente otro hermano, Víctor Isidro. A los dos últimos no los conozco, solo los vi una vez en el sepelio del viejo; no tengo ningún recuerdo de ellos.

El torero, como lo llamábamos, era muy simpático, chistoso, alegre. Recuerdo que mi viejo lo resondraba porque en lugar de ayudarle en el trabajo de su camión, se escapaba para ir a las corridas de toros. Eso sí, ahorró mucho para comprar su traje de luces y su montera que con orgullo lucía en los paseíllos de las ferias taurinas en Paiján.

Lo queríamos mucho, sobre todo mis hermanas que le guardaban su traje de luces, su bien más preciado, le curaban cuando venía herido de cada corrida y nos mostraba el daño que le causaban los arrastrones que le daban los toros o las cornadas que le dejaban heridas muy serias en su barriga, muslos, y espalda.

Se quejaba de las corridas de toro que organizaban en los pueblos de la sierra. Decía:

“Los toros son muy trajinados porque son toreados varías veces, y cuando están frente al torero no se dirigen a la capa sino al cuerpo del torero”.

“Los toros no son como los boxeadores que respetan cuando estás caído, por el contrario, el toro te ve en el suelo, y te corneó, te levanta una y otra vez, y te arrastra, hasta que viene otro torero a distraerle”.

Solo una vez lo vi torear, en la plaza de toros de Paiján. Lo vi ingresar con su traje de luces, dar el paseíllo junto a toreros, banderilleros y ayudantes. No se lució porque el toro era bravísimo, se pasó todo el tiempo en el burladero, soportando las pifias del respetable. En un momento el pánico se apoderó del público cuando el toro saltó a las graderías y empezó a cornear a la gente que corría despavorida.

“El Relicario” era muy conocido por la colectividad torera entre otras razones porque alquilaba su traje de luces. Cuando le visitaban otros toreros de Trujillo era una delicia escucharles hablar en un perfecto castellano andaluz; se referían así mismos como "maestros", ensayaban sus verónicas y la manera de caminar en los paseíllos.

El traje de luces y todo el instrumental del torero: capa, montera, banderillas y espada, eran sus bienes más preciados. Una vez su casita que estaba frente a la acequia grande de Mocupe (comunidad campesina cerca de Chiclayo), fue arrasada por la crecidas de las aguas. Nelly, su mujer, lloraba y gritaba viendo como las aguas se llevaban su cocina de kerosene, su máquina de coser y los colchones. Mi hermano se lanzó a la acequia para salvar sus cosas, pero solo recogió la caja de cartón donde estaba su traje de luces, su capa de toreo y su espada. Todo lo demás lo perdió.

Recuerdo una vez que llegué a Trujillo, mi hermano me vino a visitar. Lo vi muy flaco, triste porque ya nadie lo contrataba para torear. Él sabía que yo andaba por la sierra haciendo trabajo político con comunidades campesinas. “Coquito - así me decían en casa - tú que andas por las comunidades y distritos de la sierra, consígueme contratos, tú me conoces, soy buen torero”. Me dio su tarjeta de presentación, decía:

VICTOR CABALLERO "EL RELICARIO". Matador de toros

La última vez que le vi fue en el camino de Nueva Cajamarca a Tarapoto. Yo viajaba en un bus de una agencia que hacía esa ruta, cuando escuché que uno de los choferes hablaba de un tal torero. Me acerqué y les pregunté si se referían al "Relicario". Si, me dijeron. Les dije que era mi hermano que no lo veía hace años y que quería verlo. No hay problema, me dijeron, el torero viene de regreso, en cuanto nos crucemos le haremos la señal de luces para que se detenga y lo pueda ver. En el camino me fueron contando anécdotas como por ejemplo, toreaba a todo los choferes y chulíos cada vez que pasaban por su lado.

El bus se detuvo en un camino terroso pasando Nueva Cajamarca, el otro bus que venía en sentido contrario también se detuvo por las señales que le hicieron. El chofer grito: “torero, un hermano tuyo te está buscando”, se bajó de su bus, sorprendido de verme; nos abrazamos en medio de esa selva y carretera terrosa. No hablamos mucho, solo de vernos ya decíamos todo lo que nos queíamos.

Fue la última vez que le vi.

Están clavadas dos cruces...

Sevilla tuvo que ser, dice la canción de los Churumbeles de España. Cuando llegué la primera vez a Madrid en 1987 me fui a la Plaza de las Ventas y busqué donde hacían los carteles de anuncio de las corridas de toros. Mala suerte, ese día las imprentas no abrieron, me quedé con las ganas porque quería mandar hacer un cartel taurino con su nombre de “El Relicario”.

Han pasado muchos años, y hoy, que he llegado a Sevilla, le dije a Luz Elena: tengo que ir a la Plaza de Toros para mandar hacer un cartel taurino. Llegué al sitio y pregunté dónde estaban los talleres que elaboran los carteles de anuncio de corridas.

Tuve mucha suerte.

Ya tengo el cartel de anuncio de la Corrida de Toros en homenaje de la Virgen de Esperanza de la Macarena. Esa tarde van torear Francisco Rivera "Paquirri", Paco Ojeda y Víctor Caballero "El Relicario".