Opinión

Sobre votos y derechos

Por Luz Abarca
Sobre votos y derechosFoto: ONPE

Así como la pandemia ha desnudado la precariedad institucional y la incapacidad de respuesta del Estado, estas elecciones también nos han mostrado nuestras miserias y como nuestro país está a años luz de consolidar una democracia participativa y representativa.

Si bien es cierto que, en la capital y en las mismas palabras del Premio Nobel Vargas Llosa, garante de una pseudo democracia, se evidencia el tufillo de supremacía frente a la elección de nuestros hermanos campesinos e indígenas, algo similar ocurre en nuestra ciudad del Cusco con las élites empresariales.

En una ciudad en que el turismo es importante y tiene un rol dinamizador, lastimosamente el 72% de empresas vinculadas al sector son informales. Este mes, fecha en la que se celebra la fiesta del sol, tendría que llamarnos a reflexionar y recordar el fin integrador del Inti Raymi -una conquista del movimiento indigenista- entre la cultura y la empresa. Sin embargo, hoy nuestros empresarios del turismo ponen en duda su elección y buscan desconocer el voto de comunidades campesinas, olvidando que son piezas claves en la preservación de nuestra cultura inmaterial, y que coadyuvan con su esfuerzo a los diversos emprendimientos turísticos locales.

Por ejemplo, en estos días se ha realizado la renovación anual del puente Qheswachaka o puente de soga, para cuya construcción se reúnen comunidades de Choccayhua, Chaupibamba, Huinchiri y Ccollana Qhehue, que en épocas de normalidad es un atractivo para diversas agencias de viaje y que forma parte de la oferta de los operadores turísticos.

Lo cierto es que nos enfrentamos a grandes retos, como empezar a aceptar nuestras diferencias y reconocernos como sujetos de derecho con igualdad ante la ley, para avanzar hacia una integración nacional real del país de todas las sangres. Y también necesitamos que nuestras disputas y garantías de la democracia no sólo sean asuntos de la coyuntura electoral, sino también cuando el Congreso discuta leyes que contribuyan a que nuestra ciudadanía este mejor representada, y no obstruida por quienes hoy se presentan como los abanderados de la democracia, sin respetar la institucionalidad de las entidades del estado. Y sobre todo, los resultados de esta elección nos obligan a poner en agenda las soluciones a las demandas más urgentes del sector rural.

No hay modelo que valga la pena defender si se erige por sobre el derecho de los demás, más aún sobre quienes no tienen. Reconocer y respetar su decisión no es un acto de caridad, sino de justicia.