Opinión

Regreso al pasado

Por Víctor Caballero Martin

Sociólogo

Regreso al pasado

¡Regresó el pasado! De nada valieron las advertencias que hacían algunos candidatos, periodistas y analistas políticos de evitar regresar a otras épocas consideradas nefastas. El pasado está aquí; aunque no del todo, pero de a pocos nos vamos pareciendo, no a los años ochenta de la hiperinflación y terrorismo. No. Nada que ver, lo que está aquí es una parte de los años noventa. Si, de aquellos noventa en donde la gran prensa estaba al servicio de la dictadura fujimorista.

Es asombroso ver, ahora, la manera cómo la concertación de medios: canales de televisión, la gran prensa de Lima y comentaristas políticos (no todos, por cierto) se dedican a demoler al candidato Pedro Castillo y a Vladimir Cerrón (presidente de Perú Libre), con el propósito de promover la candidatura de Keiko Fujimori, la hija del dictador Alberto Fujimori, preso por corrupción y violación de derechos humanos. Cualquier parecido con la década de los noventa no es ninguna coincidencia.

El objetivo de la gran prensa mencionada es generar miedo al candidato Castillo, levantar el fantasma del castro – chavismo, del comunismo, y presentar a la hija del dictador, Keiko, como la salvadora del país. Usan todos los argumentos para ello. Primero convirtieron un artículo y una breve declaración de Mario Vargas Llosa en un mensaje a la nación, repetido hasta el cansancio, alertando del peligro comunista si es que gana Castillo, e invocando el voto por Keiko. Unos días más tarde, dos canales de televisión (Canal N y RPP) en sus programas políticos de mayor audiencia, hicieron una entrevista en simultáneo a Álvaro Vargas Llosa: le dieron más de 30 minutos en cada canal; éste habló de manera descontrolada, no lo podían parar (el pobre sufre de incontinencia verbal), explicando lo que quiso decir su papá.

La desesperación se incrementó cuando vieron que cinco encuestadoras mostraban que Keiko, perdía por amplio margen. Escudriñaron al máximo la vida y milagros de Castillo; se concentraron en Cerrón, sus problemas judiciales e hicieron la simbiosis: Cerrón es el dueño del partido Perú Libre; Castillo es el candidato de Cerrón, ergo: Castillo es igual a Cerrón, por tanto los delitos de Cerrón lo son también de Castillo. Extraña lógica, pero curiosamente no hacen ese mismo ejercicio con Keiko, teniendo más razones para ello.

Los programas del domingo pasado 2 de mayo la concertación de medios fue total: desde la mañana hasta la noche, los programas informativos y políticos hicieron un trabajo de demolición imparable a Pedro Castillo y Cerrón; los presentaban como si fueran una misma persona. Por supuesto cuando dejaban de atacar, le brindaban generosas y complacientes entrevistas a la candidata Keiko Fujimori y los representantes de Fuerza Popular. La campaña no ha cesado. Está en pleno desarrollo. Así que, conforme se acerque el día de las elecciones la campaña de descrédito contra el candidato Castillo será sin piedad, sin pausa, sin escrúpulos, como lo fueron en los años noventa cuando demolían a los críticos de la dictadura fujimorista.

El temor al cambio

¿En dónde radica ese temor, ese miedo que moviliza a la derecha unida? ¿Cuál es la razón para que desaten una cruzada contra los infieles? Pensemos: antes el enemigo a derrotar era Verónika Mendoza, a quien la denostaban como comunista – castro – chavistas – antisistema. No se percataron del ascenso de Pedro Castillo entonces, pero ahora que ya está en la segunda vuelta, las mismas acusaciones a Verónika son trasladadas a su candidatura.

Conclusión: no es a Verónika Mendoza o Pedro Castillo a quienes atacan, sino a lo que ellos representan y proponen. Queda claro que la agresiva campaña por descalificarlos no es a las personas sino a las posiciones que enarbolan. Dos son los cambios fundamentales que ambos propusieron: un cambio del modelo económico que se aplica durante más de tres décadas, y el cambio de la Constitución fujimorista de 1993. Pero esa propuesta no es una idea sin respaldo o fundamento. Recoge, y mucho, lo que es el sentir de la población. Veamos.

1. El cambio de modelo económico

Se equivoca el fujimorismo y toda la derecha incluida cuando piensa que la población respalda el modelo económico, y que éste no debe ser modificado o cambiado. Leyeron mal la realidad. Peor aún, no les importa que la población rechace ese modelo y exija cambios. No es una idea que trajo Pedro Castillo. No. La demanda de cambio es una de las expectativas de un gran porcentaje de la población, como lo mostraron las encuestas de opinión de Ipsos Apoyo y el IEP.

En noviembre del 2020 y abril 2021 (post primera vuelta), Ipsos Apoyo, preguntó a los encuestados lo siguiente:

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Las encuestas del IEP de abril 2021, las preguntas eran similares: NS_20210705

Que ambas encuestas mencionen que un tercio de la población considere la necesidad de un cambio radical del modelo económico, y que más de la mitad considere que hay que introducir cambios al modelo, no hace sino fundamentar la necesidad del cambio. O visto desde otro ángulo que solo 11% (Ipsos) o 5% (IEP) considere que no hay nada que cambiar, que se mantenga igual, evidencia que solo una minoría nacional defiende el modelo económico tal cual. Más aún, que sean precisamente los pobladores del nivel socio económico C y D/E los que piden ese cambio, evidencia que ellos no eran precisamente los beneficiarios del modelo.

El hecho que Pedro Castillo haya levantado la crítica al modelo le ha servido precisamente para conectarse con la población que demanda cambios; y el hecho que ahora, en la segunda vuelta, sus preferencias electorales hayan crecido, se debe a ese discursos del cambio del modelo económico.

2. Cambiar la Constitución

El debate y la decisión de cambiar o no la Constitución fujimorista de 1993 no es solo una atribución o competencia de constitucionalistas o de líderes políticos o analistas políticos. Lo es también, y sobre todo, de la población. Puesto que la única forma de opinar de la población sobre este punto es a través de las encuestas de opinión y del voto en las elecciones presidenciales y congresales, pues, entonces, recurramos a escuchar lo que piensan al respecto. En noviembre del 2020, la encuestadora DATUM recogió la opinión de los electores sobre el cambio de la Constitución Política. El resultado fue contundente:

• 56% de peruanos estaban a favor del cambio de la Constitución

• 27% de peruanos estaban en desacuerdo del cambio

• 17% no tenían una posición definida.

De aquellos que estaban a favor del cambio de la Constitución, un 25% daban como razón para dicho el cambio “no podemos permitir seguir con la Constitución fujimorista”, y un 12% consideraba que se debía permitir una mayor intervención del Estado en la economía. Este es, por supuesto, la piedra angular de la Constitución fujimorista: haber sacado del modelo económico la intervención del Estado.

En diciembre del 2020, la Encuesta IEP sobre el mismo tópico, recogió una posición aún más contundente:

• 49% consideraban que debían hacerse cambios a la Constitución del 1993

• 48% pedían cambiar a una nueva Constitución.

Analizando al grupo de los que quieren cambiar la Constitución, la encuesta IEP muestra que del nivel socioeconómico C un 44% quiere ese cambio; y del nivel D/E 56% quiere el cambio constitucional.

De aquellos que considera que hay que hacer un cambio en la Constitución, un 36% considera que se debe fortalecer la intervención del Estado en la economía.

Listo. Agrupemos las dos grandes percepciones: más de un tercio de la población quiere un cambio de modelo económico; más de la mitad de los peruanos quiere un cambio de la Constitución.

Ojo, no son solo opiniones, también los ciudadanos han votado por el cambio constitucional. Para las elecciones del 11 de abril, el Jurado Nacional de Elecciones hizo una clasificación de los partidos políticos que proponían un cambio constitucional; para ello, revisó los planes de gobierno e hizo un interesante ejercicio de sinceramiento: pidió a los candidatos presidenciales que pongan por escrito su compromiso sobre cambio o no de Constitución. Así lo hicieron. Posteriormente, los electores fueron a votar, sabiendo lo que proponían los respectivos candidatos presidenciales y votaron en consecuencia. Este es el resultado.

• 45.32% de ciudadanos votó por el cambio total de la Constitución

• 6.02% votaron por modificaciones parciales

• 3.86% una asamblea constituyente decidirá si se cambia la Constitución.

• 44.42% defienden la actual Constitución.

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Todo esto quiere decir, que lo que opinaba la población en la encuesta, hoy se ha expresado con el voto. No hay nada más que agregar. Ya el ciudadano se expresó. Toca ahora ver cómo se concreta esa decisión ciudadana. Digo, si somos demócratas, y consideramos que la decisión popular se respeta.

Cambiar para que nada cambie

El tiempo apremia, estando a tan pocas semanas de la segunda vuelta, hay que correr de prisa para alcanzar la meta. Pero hay formas de correr y para qué correr. Puede ser para promover el cambio político que la población espera; también correr para que nada cambie. Como lo dijo Lewis Carrell: “Aquí es necesario correr todo lo posible para poder permanecer en el mismo lugar” (Alicia en el país de las maravillas). O para parafrasear una famosa sentencia: “Si queremos que todo permanezca como está, todo tiene que cambiar” (El Gatopardo de Guiseppe de Lampedusa)

Se explica ahora que toda la ofensiva de la candidata fujimorista y sus actuales aliados, está dirigida no solo para evitar que gane el otro candidato, sino para impedir que la voluntad popular que demanda cambios fundamentales se realice.

Fuerza Popular no plantea reformas estructurales, presenta eso sí una lista de proyectos y de iniciativas sin tocar el modelo económico que se mantiene desde hace tres décadas y que es objeto de cuestionamiento por la población, como se ha visto. Hace una defensa cerrada de la Constitución de 1993. Pero, claro, propone algunos cambios, pero sin afectar la esencia, así lo declaró: “podemos reformarla y mejorarla - dice - pero de ninguna manera hacer una nueva para satisfacer los apetitos de la izquierda o los populistas”. (https://gestion.pe/peru/politica/keiko-fujimori-podemos-mejorar-la-constitucion-del-93-pero-de-ninguna-manera-hacer-una-nueva-nndc-noticia/=

Obviamente plantea cambios políticos, pero no en el sentido de fortalecer el sistema democrático, ni los avances en el respeto a la igualdad y las minorías. Quiere atacar y derogar los contenidos educativos no para reconciliar, sino para ahondar los desencuentros sociales. De llegar a la presidencia, dijo, revisaré “los contenidos de los textos educativo” y retiraré “los textos escolares donde se señala que lo que vivió nuestro país fue una guerra interna”. “Fue terrorismo, hay que decirlo así [...] Asimismo, eliminaremos a la mal ideología de género y pondremos énfasis en la igualdad de género”, enfatizó. (https://gestion.pe/peru/politica/keiko-fujimori-propone-incluir-a-profesores-en-primera-linea-de-vacunacion-para-retorno-de-clases-presenciales-cajamarca-nndc-noticia/)

En verdad, no es el contenido educativo lo que pretende eliminar Keiko, sino la memoria histórica de un periodo doloroso del país para imponer una versión distinta: la de su padre Alberto Fujimori que exculpa de penas a los que cometieron graves violaciones de derechos humanos y que hoy purgan cárcel. De paso, al lanzarse contra lo que ella considera “ideología de género”, abre las puertas a los sectores más conservadores de la sociedad peruana que busca eliminar de la educación peruana toda referencia a una educación en igualdad, inclusiva y tolerante.

Advertidos estamos.