Opinión

Pil Trafa: Viejo pero no patético

Por Fernando Pinzás

Músico, investigador musical y periodista

Pil Trafa: Viejo pero no patéticoFoto ©Indiehoy.com

Cuando John Lydon, (Johnny Rotten de los Sex Pistols, para los amigos) anunció su apoyo a Donald Trump, muchos se sorprendieron y decepcionaron. Otros, quizás prefirieron no caer en el juego ante lo que parecía ser otro acto de provocación de aquel ícono que en los años 70 se burlaba de la Reina y gritaba Anarchy in the UK. Resulta complicado juzgar en la vejez a músicos y activistas que en su momento se la jugaron. Antes que apuntar con dedo acusador, habría que recordar que Lydon/ Rotten apostó por el reggae y el ska que sonaba en los ghettos de Londres, que viajó a ese país y se vinculó a muchos músicos negros en épocas en que Eric Clapton hacía alarde de su racismo o que aguantó ataques de skinheads fascistas. Quizás algunos se la perdonen a Lydon/ Rotten. Sin embargo, otros viejos punks que de adolescentes cantaban sobre la anarquía y el cambio social ahora lucen como viejos fascistoides, con las mismas taras sociales que decían combatir.

No fue el caso de Enrique Chalar, Pil Trafa, entrañable cantante de los Violadores. Por ello es que su muerte ha generado tanto dolor no solo entre punks sino entre fanáticos del rock latinoamericano. Su desaparición recuerda una etapa de ruptura en el rock argentino, que es un reflejo de una ruptura mayor que se dio en el rock a nivel mundial con la llegada del punk y las posibilidades artísticas que se abrieron luego.

“Nos dejaron varios muertos y se las quedaron ellos”. Quienes vieron el documental “Rompan todo” de Netflix seguro recuerdan el polémico Festival del a Solidaridad Latinomericana, concierto de 1982 para apoyar a Argentina en la Guerra de las Malvinas pero que, en realidad, era una fachada para limpiar la imagen de la dictadura militar. Participaron aquella vez estrellas de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Leon Gieco, entre otros. Muchos de ellos incluso habían sido víctimas de la represión militar. ¿Y quiénes se negaron a prestarse al juego? Virus y Los Violadores. Poco tiempo después, la banda de Pil lanzaría Viejos patéticos, canción que los locales G3 rindieron homenaje en un extraordinario cover. Aunque una estrofa quizás no es muy familiar para el público peruano: “Basta de hospicios, betos y cósmicos”. Como señala Fernando García en su elogiado “Crimen y vanguardia”, Pil se refería a 3 canciones clásicas del rock argentino hasta entonces: Desde el hospicio de Pastoral, El anillo del Capitán Beto de Invisible y Chico Cósmico de Raúl Porchetto. Para la generación de Los Violadores dice García, el rock pos hippie se había vuelto cómplice de la dictadura. Y llegaban ahora ellos a matar al padre y comenzar de nuevo.

“Ser punk es estar en contra. Si vos sos nazi, yo soy judío; si vos sos judío, yo soy nazi”, respondía Pil a una entrevista de 1982. Si se entiende esta respuesta fuera del contexto de la época, muchos podrían argumentar que ser punk es dar la contra porque sí. Ser políticamente incorrecto en aquellos años era enfrentarse a una dictadura criminal, a los golpes de la policía, al establishment rockero. Ahora, muchos sostienen que ser políticamente incorrecto es sinónimo de tolerar el racismo, machismo u homofobia. O que ser “provocador” es criticar los activismos políticos. Y dicen que la nueva rebeldía es ser “conservador”.

No se puede pensar lo mismo de hacer 50 años, pero las ideas de rabia adolescente pueden evolucionar. En la última entrevista que dio, al diario argentino La Voz, Chalar/ Pil Trafa se mostraba contento de ser un correcto padre de familia en Perú que ocasionalmente se reunía con Violadores o con Pilsen. Se definía, además, como “un adulto punk”, que no le gustaba el autoritarismo y que creía en un “socialismo” democrático.

Y fue con esa misma actitud punk, que Chalar/ Pil Trafa respondió a un cuestionamiento que era inevitable. Su última polémica pública, pocos días antes de morir, fue en respuesta a Sara Stewart Brown, artista plástica y periodista ( y para más señas, exesposa del polémico periodista Jorge Lanata). “Hubo un grupo que se llamó Los Violadores, qué enfermos de ignorancia que estábamos. El WTF más grande de la historia”, escribió ella en Twitter. Efectivamente, un nombre como “Violadores” sería impensable en esta época donde la igualdad de género es un tema en agenda. Una agenda por la que por cierto, lucharon muchas mujeres punks desde los años 70 (basta escuchar el brillante álbum “Penis Envy” de Crass, todo un manifesto anarcopunk feminista).

El mensaje de Stewart Brown hizo que esos “libertarios” que dicen luchar con una presunta “dictadura de lo políticamente correcto” se froten las manos para lanzar su artillería pesada. Elegante sin perder el sarcasmo, Pil explicó el hecho en pocas palabras. “El nombre nació en 1979 en plena dictadura (violadores de la Constitución). Suena inútil contextualizarlo en 2021. Carece de gracia comparativa”, sostuvo. No contento con la aclaración, mandó también un saludo a Lanatta: “1, 2 ultragorila”. “Gorila”, como algunos saben, es una denominación coloquial al argentino derechista conservador y antiperonista.

El cuestionamiento al nombre, por cierto, no es de ahora ni ha sido ajeno a la escena punk. José Luis Matta, conocido como “Pepe Asfixia” y ex miembro de los recordados Eutanasia, contaba que a inicios 90 en Alemania, cuando vendías casets de grupos de Latinoamérica, muchos punks se incomodaron con el nombre de Violadores y que hasta les parecía “fascista”.

Estamos en una época en la que veremos morir a nuestros ídolos del rock and roll. Unos, consecuentes y de perfil bajo, otros, absorbidos por el sistema del que renegaron, convertidos en viejos patéticos. Otros, como Pil Trafa, sin claudicar. Y acá encontramos un punto en común entre el rock and roll y la política ¿Cuantos que hablaban de revolución o lucha armada en los años 70 están ahora acomodados del poder, defendiendo intereses oscuros y renegando de sus excorreligionarios?