Opinión

¿Perú, botón de muestra? : De lo diferente y distinto a lo diverso y variado

Por Susana Aldana

Historiadora

¿Perú, botón de muestra? : De lo diferente y distinto a lo diverso y variadoFoto: Archivo Noticias Ser

La separación de la ciencia y la filosofía en el siglo XVI produce el individuo. El tema es sumamente conocido porque marca un antes y un después en una de las percepciones del mundo, la occidental, que con el tiempo sería la ganadora y establecería los modelos típicos de vida a seguir. El Humanismo y el Renacimiento es un tema que conocemos en el colegio y hay toneladas de papeles escritos sobre el mismo por muy importantes estudiosos y científicos. El individuo es el gran logro de Occidente donde esta entidad, propia de la modernidad, toma sus decisiones (Iibertad), asume responsabilidades de manera democrática (igualdad) y por lo mismo, participa activa y racionalmente en un mundo de iguales (fraternidad). Desde el siglo XVIII en adelante, el individuo comienza a concretarse en las distintas sociedades como la peruana.

La explicación racional desplaza todo otro tipo de explicación cosmogónica y se construye cada vez desde una razón aplicada, la ciencia, que le da fuerza a la materialidad como realidad y de allí la importancia de la tecnología como forma de potenciar las zonas de confort del ser humano. Estamos de acuerdo que esto no es amplio ni general a la especie sino a un sector de ella, pero la oferta es tan interesante que simplemente pospone toda otra percepción. De la mano con la ciencia, que divide y separa, la sociedad también segrega reconociendo la diferencia entre los distintos grupos humanos y desde allí, desde la razón supuestamente base de los valores modernos, en realidad establece lo que es diferente y distinto a cada individuo en un grupo social e incluso, los enfrenta. Las repúblicas y sobre todo los estados- naciones son una maravillosa muestra del momento porque se ajustan a la necesidad de individualizar un conjunto de personas y sociedades a las que se busca homogenizar acostumbrándola a un discurso histórico que los identifique como tal y los separe del vecino- otro -diferente (enemigo). Todo el siglo XIX, la naciente república del Perú tiene que peruanizar el territorio y darle un alma nacional, con éxito diverso.

Por cierto, no es nuevo que el ser humano jerarquice, eso es propio del pensamiento, ni tampoco que utilice instrumentos mentales como las categorías, muchas veces cajón de sastre. Como cuando hablamos de Occidente o del Mundo Andino. Pero lo interesante de la sociedad “moderna” es que su fundamento supuesto es la razón, lo que no reclaman las llamadas sociedades tradicionales. Para ellas, Dios -o la aplicación de una voluntad superior mágica y animista- es la explicación de la vida como conjunto y, por tanto, las sociedades se perciben en termino de grupo, que se identifican con él y entre sí y perciben las cosas dentro de un todo. Es una racionalidad diferente.

En el Perú, ambos pensamientos están presentes: Hay personas y sociedades cuyo pensamiento se hunde en lo más profundo del tiempo, con racionalidades y prácticas culturales milenarias. Y, otros, cuya base cultural evolucionó -sin connotación de mejor- de una forma tradicional a la manera española del siglo XVI a la modernidad contemporánea en una tierra diferente y lejana a la cultura madre y su propio proceso.

Pero igual, en todo peruano, hay el múltiple juego cultural; las respuestas sociales dependen del peso de su bagaje cultural, si es de la costa- sierra- selva; si es de sociedad seminómade o nómada (desde no contactados a comunidades nativas), de mundo campesino (agrícola compleja), moderno o posmoderno. La andinidad responde al Mundo Andino que emerge en el contacto inicial con la cultura española pero, después de 500 años, es prácticamente imposible pensar en pureza cultural y si en el mestizaje o más bien, interpenetraciones, agencias y trasvases culturales; el historiador Gruzinsky es un referente en el tema. Lo cierto es que el peso histórico de la cultura incide en la identidad y en el Perú hay dos culturas-eje y otras vinculadas a una y otra en particular. Por ejemplo, históricamente la cultura negra se ha realizado preferentemente en el espacio criollo -blanco.

No deja de ser interesante pensar cómo se construyó la diferencia dentro de la homogeneidad: los discursos históricos fueron claves porque ofrecieron metarelatos aglutinantes, Incas para el Perú -en problemas con Cusco-, Tumpis para los tumbesinos: Llampayec para Trujillo y Chiclayoc para Chiclayo. Todos sometidos por la punta de lanza occidental, los españoles y su superioridad tecnológica. No sólo las leyes sino también la tecnología, comercialmente implementada y ofrecida como soporte material a la sociedad, buscó la integración de un país del territorio, y en el caso del Perú estableció a Lima como polo de atracción y desarrollo a lo largo del siglo XX. Pero luego rápidamente la superó y puso al país en contacto a todo el planeta.

La globalización, fundada en las crecientes posibilidades de la ciencia aplicada, establece nuevas reglas que lentamente socavan la realidad previa. El cientificismo es una suerte de ideología que se explaya sobre las múltiples realidades del planeta y, que, con todo, permite percibir nuestra humanidad: lo diferente pasa a ser percibido como diverso. Se deja de lado, la diferencia en la homogeneidad y se transita a la diversidad en la unidad; basta conectarse al internet para darse cuenta de la semejanza de los procesos históricos humanos. Concomitante al proceso, lo diverso nos lleva hoy a todo un cumulo de prácticas, percepciones y realidades sociales variadas que necesariamente enriquecen el análisis histórico.

El Perú, por cierto, sigue siendo un excelente botón de muestra. Sabemos que no es solo el Perú porque forma parte de la región Sudamericana en el espacio Hispanoamericano o Latinoamericano (e incluimos Brasil) y desde aquí, el planeta: la historia global se abre en sus múltiples posibles percepciones y experiencias de contrastación entre humanos que han enfrentado el devenir del tiempo de modo no diferente, sino semejante.

Además, y desde adentro, en el Perú florece la riqueza de la variedad cultural y la necesidad de establecer una unidad basada en la diversidad. La diferencia, la separación y la distinción se van a ir limando y quedando el en el pasado. El reto, por cierto, está en lograr transitar de percibir lo diferente y lo distinto a lo diverso y lo variado; que se perciba que en la homogeneidad está la diferencia y que en la diversidad está la unidad.