Opinión

Ni “el pueblo” ni “la calle”

Por Noticias SER
Ni “el pueblo” ni “la calle”Foto ©Presidencia de la República

El mensaje a la ciudadanía dado por el presidente Pedro Castillo no solo sorprendió por su brevedad, sino sobre todo por no ir más allá de medidas ya conocidas, a excepción del anuncio de una futura planta para la fabricación de la vacuna Sputnik, que tuvo corto efecto luego de que el ministro de Salud aclarase que esto ocurriría dentro de algunos años. Dejar para el final del discurso una rápida mención a la ‘constante evaluación’ que rige para los ministros, fue apenas una salida fácil que deja sin resolver la situación de un gabinete que no ha necesitado de la oposición para meterse en problemas.

Por otro lado, la decisión de la comisión de Constitución del Congreso de reducir las causales para que el gobierno haga “cuestión de confianza” deja ver la voluntad de blindaje de los congresistas de oposición y sus propósitos: asegurar curules, sueldos y gollerías por los próximos cinco años.

Y así, semana a semana, la clase política sigue mostrando su limitada capacidad para enrumbar al país hacia algún destino previsible. Sin ningún proyecto de ley de importancia y sin ningún anuncio gubernamental significativo, lo que vemos expuesto es la falta de iniciativa y la carencia de propuestas concretas. El conjunto de nuestra clase política no piensa en el país ni asume la responsabilidad que le toca en medio de la mayor emergencia económica y sanitaria que hemos vivido.

En Noticias SER creemos que es urgente encontrar una salida a esta crisis y ello sólo será factible si se logra un acuerdo político urgente entre el gobierno y un sector de la oposición parlamentaria que garantice la reactivación de la economía y el respeto a la institucionalidad democrática, dejando de lado cualquier idea de vacancia o disolución del Congreso. Si esto requiere de una renovación del gabinete, pues este es el momento de hacerlo. De lo contrario “el pueblo” y “la calle” dejarán de ser parte del discurso con el que ambos poderes se justifican, y terminarán volviéndose una inmanejable realidad que se les puede ir en contra.