Opinión

Nada que celebrar. Nada que lamentar

Por Víctor Caballero Martin

Sociólogo

Nada que celebrar. Nada que lamentarFoto: Dámaso Quipse @Tafos

Murió Abimael Guzmán. No tengo nada que celebrar, tampoco lamentar. Abimael fue uno de los más crueles y sanguinarios líderes políticos que ha promovido y justificado el asesinato de miles peruanos, particularmente líderes y dirigentes de comunidades campesinas que se resistieron a su prédica insana. Guardo doloroso recuerdo de queridos dirigentes comunales y compañeros campesinos asesinados por las huestes de Abimael.

Recuerdo a los presidentes de las comunidades campesinas de Chongos Altos. Ellos pidieron a la Confederación Campesina del Perú – de la que era asesor -, a que les apoyaramos en su lucha por lograr la reestructuración democrática de la SAIS Cahuide. Para lograr la meta que las tierras de las unidades de producción de dicha empresa pasen a manos de las comunidades socias, se trabajó un plan de reestructuración que culminó con éxito: en una asamblea de socios, las comunidades lograron la aprobación mayoritaria de los socios para que las comunidades socias de la SAIS asuman dichas unidades como parte de su territorio comunal. Un domingo, durante una asamblea de las comunidades socias, se hizo presente una columna de Sendero Luminoso, interrumpió la asamblea y con fusiles en manos quiso imponer una redistribución de las tierras y la imposición de nuevas autoridades. Como era lógico, la asamblea comunal los rechazó y los expulsó. Pocas semanas después, en una noche fatídica, una columna armada, esta vez más nutrida, había secuestrado a los presidentes de las comunidades que se habían opuesto a su presencia en la asamblea mencionada. Los llevaron a la comunidad Chongos Altos, solo les faltaba capturar al presidente de esta comunidad, como no lo encontraron, procedieron a asesinarlos con un disparo en la nuca. Fueron ocho los presidentes de comunidades que cayeron por las balas asesinas de esa columna.

En la región Puno la CCP tenía un fuerte y amplio trabajo con las comunidades campesinas, a las que les apoyamos en su lucha por la reestructuración democrática de las Empresas Asociativas (ERPS). Uno de los dirigentes en esa lucha era Porfirio Suni, de la provincia de Carabaya. Porfirio, incansable organizador de las comunidades, encarcelado por promover la movilización campesina, logró ser electo como diputado regional en el Gobierno Regional José Carlos Mariátegui. En 1990, una mañana, un equipo de Sendero lo espero en la puerta de su casa, lo alcanzó cuando se dirigía a tomar el bus y lo acribillaron por la espalda. Asesinaron así a uno de los dirigentes más destacados del movimiento campesino.

Unas semanas antes, otro dirigente comunero Zenobio Huarzalla, de la comunidad campesina San Juan de Salinas, fue asesinado por otra columna (la más sanguinaria de la zona norte de Puno) que tomó el pueblo, sacó a Zenobio de su casa, lo arrastró hacia la plaza de armas, y ahí delante de su pueblo, lo ejecutaron con un disparo en la nuca. Conocí Zenobio cuando lo apoyaba en la tarea de formar Federación Departamental de Campesinos de Puno (FDCP), en su comunidad se realizó el congreso de fundación en donde fue elegido subsecretario general.

¿Por qué Sendero Luminoso fue particularmente cruel contra las comunidades campesinas, produciendo exterminios en comunidades pobres? ¿Por qué Sendero se puso como objetivo asesinar a presidentes de comunidades campesinas?

La respuesta la da el mismo Abimael Guzmán. Las comunidades campesinas, según este sujeto, eran parte del viejo Estado. El nuevo poder, el nuevo Estado que propugnaban lo iban a construir sobre la base de la destrucción del antiguo Estado; lo que, en concreto, los llevó a destruir a comunidades campesinas y asesinar a los presidentes de las comunidades que no se sometían a su mando. Fueron centenares de dirigentes comuneros asesinados, fueron decenas de comunidades aniquiladas por la insania senderista. Abimael llegó a considerar que la lucha por la tierra de las comunidades era una forma de “desagüar” la guerra popular, que, por tanto, había que liquidar a los que promovían la reestructuración democrática de las empresas asociativas, y por eso dispuso a sus huestes controlar todo el campo puneño y someter a las comunidades campesinas. Ese fue su error. Finalmente, Sendero Luminoso fue liquidado en Puno, en donde sufrió una de sus peores derrotas, tanto militar como política.