Opinión

Mirando lo que se nos viene

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

Mirando lo que se nos vieneFoto © Luisenrrique Becerra | Noticias SER

En el ajedrez mundial hay momentos claves que marcan el destino de los reyes del mundo. En este último año y en los días que corren del nuevo se han dado situaciones que repercuten. Demás está decir que el covid-19 está mostrándonos lo peor y lo mejor de cada pueblo. Ya corrió bastante tinta sobre ello.

El hipo en el democrático pueblo estadounidense hace saltar las alarmas. El asalto de las huestes de la extrema derecha, supremacistas blancos, evangélicos, y sobre todo de los señores de la guerra al Capitolio es, según se puede entender, una clarinada de alerta, hacia adentro y hacia afuera. Los esfuerzos del saliente mandatario por levantar un muro con su vecino fue un mensaje claro de auto reclusión, ¿Frente a qué? ¿Inmigrantes? ¿Aquellos que ya están en el Senado?. El que Trump no acepte la derrota y la atribuya al comunismo, para él, asolapado de Biden, motivando con ello el acto subversivo, denota que los halcones de ése país han desplegado sus alas.

Tiene que preocupar a Estados Unidos que Rusia y China se hayan posicionado como un poder hegemónico militar y económico, tanto así que pueden poner su pie en Venezuela y decirle a los gringos en sus narices que de allí no pasan.

Hace unos días, China firma un acuerdo comercial con todo la Unión Europea que se venía gestando hace siete años. ¿Sabiendo que se va Trump y entra Biden? ¿Qué movimientos sobre el escaque mundial e interno hará Biden para reposicionar a EE.UU?, podemos darnos alguna idea. No se sabe el rumbo de Reino Unido. ¿Mantendrá su alianza con su hija putativa?. Israel despliega una campaña mediática para mostrarse humana, creyente y fiel a Dios. Pero cree que todos olvidan como tiene a Palestina.

¿Tendrán ambos – China y Rusia – planes hegemónicos para imponer su pensamiento político y económico? Siempre se nos ha dicho que el comunismo es malo, pero ya no son comunistas – a lo Marx – sino capitalistas. Aquí en Perú ya han mostrado su vena económica. Claro que nos han vendido la vacuna. ¿Bajo qué condiciones? Ya sabremos.

De verdad no hemos vuelto a la normalidad. Hemos entrado a un mundo virtual que no sé si se puede decir que es bueno o malo. Que ha cortado las relaciones humanas próximas es verdad, pero que ha abierto una nueva forma de vivir y convivir, también es cierto. Preocupa que sólo aquellos que tengan el acceso al mundo virtual se beneficien. Los que no lo tengan sólo vivirán la realidad que es dura.

Para cerrar, mirando las elecciones de abril, la mayoría votante no es virtual. Siempre el voto de la masa real y la CONFIEP decidieron al presidente del Perú. La ONPE, creo, curiosamente da todas las facilidades para que vote la masa con el sano pretexto del virus. No se anima a decir que, considerando el problema, el voto sea libre. ¡Horror de horrores!.

Las tablets no llegaron y no es la mejor solución. Parece que mejor y menos costoso – un tercio o un quinto – hubiera sido, como lo hizo la Iglesia Católica en Iquitos, darle radios portátiles a cada alumno.

Parece, así como vamos, que la mochila que tomó al paso Sagasti le viene pesada, muy pesada. Pasos de cangrejo que no ayudan al pueblo a decidir por donde caminamos. Nos tranquilizan y luego nos dicen que la verdad es que no es la cura sino que lo dicho es un placebo social.

Tiempo de sacar lo mejor de nuestra resiliencia personal y social. Los mensajes de los periodistas referentes son para llover sobre mojado. Mirar o escuchar los noticieros es para sentir la muerte respirando en la nuca. No se les pide ser optimistas al extremo, pero tampoco ser agoreros que matan la esperanza.