Opinión

Los niños crucificados de nuestro tiempo

Por Carlos Flores Lizana

Antropólogo y Profesor

Los niños crucificados de nuestro tiempoFoto: Archivo Noticias SER | Luisenrrique Becerra

Es necesario bajar de la cruz a los niños y adolescentes crucificados de nuestro tiempo. Es el deseo que me inspiró un dibujo, que llamó tremendamente mi atención. El cuadro hecho por un buen artista, presentaba a seis niños y niñas crucificados en las espaldas de otros seis personajes fácilmente identificables, por la ropa o uniforme que llevaban. Este dibujo me llegó por internet y curiosamente (interesadamente) fue borrado muy rápido por manos misteriosas.

Primer crucificador: el primer cuadro representa a los sacerdotes y religiosos que han abusado de ellos, es decir los pederastas, que ahora felizmente están siendo denunciados y procesados como se debió hacer hace tiempo. Era pues una persona de sotana con birretes rojos (también en referencia, posiblemente a obispos y otras ‘’dignidades’’ eclesiásticas).

Segundo crucificador: el segundo personaje llevaba una bata verde claro, uniforme típico de los médicos, la imagen denunciaba el tráfico de órganos mundial que afecta sobre todo a los niños y niñas de los estamentos más pobres de nuestra sociedad. Hace tiempo se denunciaba en el Brasil que alrededor de cinco mil menores que viven en las calles eran “cazados” al año, en su mayoría para extraer sus órganos y venderlos al mejor postor. Dentro de este horror podemos incluir a los niños abortados, despedazados para usar sus células para cosméticos o trasplantes, muchos de ellos solo para estética banal, como sus ejecutores.

Tercer crucificador : era un uniformado como los soldados de las distintas guerras que matan a los niños y niñas de las familias que padecen estos enfrentamientos (Siria, Irak, Israel , Palestina, Ucrania y tantos otros) o que son incorporados en la guerra de manera absurda e ilegal. Pensemos en algunos países como Colombia o algunos países de Africa y otros semejantes. O en el caso de Sendero en el VRAEM con los llamados ‘’pioneritos’ de los años noventa, en una dinámica que prosigue hoy en día.

Cuarto crucificador: representaba a los fabricantes y comerciantes de armas “legales” e ilegales provocan tantas muertes en centros educativos o en otros lugares de estudio sobre todo en los EEUU. Sullana, Iquitos, Puerto Maldonado por ser zonas de frontera tienen este problema de manera notoria. Muchos delitos se cometen usando armas están hechos por personas muy jóvenes de ambos sexos. Existe tráfico y hasta alquiler de armas por ser zonas de frontera donde se facilita este negocio delincuencial.

Quinto crucificador: representa a las personas y organizaciones que captan y explotan sexualmente a niñas y niños o los utilizan para la pornografía. Un delito de grandes dimensiones y que tiene sus ramificaciones en muchas ciudades del país y el extranjero. Hoy la trata de personas tiene mayor visibilidad y sanción. Hace años se detectó que en algunos hoteles famosos de la ciudad del Cusco, se ofrecían niños y niñas, en su mayoría de origen campesino, para el “turismo sexual”.

Sexto crucificador: el sexto era un personaje que representa a las grandes empresas de comida y bebida chatarra (Mc Donald's, Coca Cola, Kola Real y otras) que producen obesidad y otras enfermedades en nuestros niños y niñas. En el Perú se ha empezado a normar su consumo, en especial el comercio ambulatorio de comida tan común en nuestras ciudades, barrios e instituciones educativas.

El cuadro es realmente impactante por la claridad del mensaje, los crucificados pueden ser nuestros hijos o los de nuestros vecinos. Son niños de cualquier parte del mundo, son víctimas de agresores, o perpetradores, también claramente identificados con una tipología social específica. Después de mirar este cuadro cruel uno debe preguntarse ¿por qué suceden estas cosas? ¿Qué interés está detrás de estos abusadores? ¿Por qué permitimos que se haga esto? ¿Qué podemos hacer para detener esta barbarie?

Si tenemos un mínimo de sentido de humanidad, lo primero que debemos hacer, es estar alertas para proteger a nuestros hijos, hablarles claramente de los peligros que corren al acercarnos a estas realidades e instituciones, no dejarlos salir sin saber con qué personas entran en relación en las casas que van, mirar si son adolescentes, que tipo de páginas de internet visitan, si son invitadas a fiestas de cualquier tipo, saber de dónde son y quiénes las organizan, etc.

La confianza es algo que debemos cuidar mucho para dársela a quien la merece. No ser tan confiados con parientes, miembros de clero, maestros, menos aún con personas que recién conocemos o que se presentan “demasiado buenas” y desinteresadas. Los lobos siempre se disfrazan de corderos o como dice el refrán “Dios me libre del agua mansa, que de la brava me libro yo”.

Pensando en nuestra ciudad y nuestra región donde la mayoría somos cristianos y/o católicos tenemos que tener cuidado con el tipo de sacerdotes, religiosos, pastores, laicos y laicas con compromiso pastoral, con los que nuestros hijos entran en contacto. Las malas experiencias nos ponen en alerta sobre estos malos religiosos que hacen tanto daño a la fe de nuestro pueblo. Son realmente un escándalo moral y penal. No debemos dejar que sucedan cosas sucias y si las conocemos tenemos la obligación moral y humana de denunciarlas sin ningún miedo ya que nos ampara Dios mismo y el derecho humano. La película norteamericana ‘’ El sonido de la libertad’’ nos muestra, en parte, la monstruosidad de este delito y las consecuencias en la vida de los niños y niñas y sus familias. También nos hacen ver lo que cuesta luchar contra esta lacra que se beneficia y gana millones de dinero manchado de sangre inocente. Finalmente, la corrupción de malas autoridades de todo tipo, incluidas religiosas, que dejan que esto exista y hasta se benefician de sus ganancias. Una expresión que fue rescatada de una institución religiosa acusada de permitir abusos sexuales entre sus miembros, resume la podredumbre moral de la misma donde se decía literalmente ‘’el dinero es lo que importa, los culos son lo de menos’’.

El otro campo por desgracia muy recurrente en muchas ciudades, es la captación de niños y adolescentes para explotarlos sexualmente o para usarlos en programas de pornografía. Las cabinas de acceso libre, y que muchas no tienen ningún permiso municipal para funcionar, son los lugares preferidos por estos sinvergüenzas que están a la caza de sus presas. Si tenemos internet en nuestras casas lo debemos tener en lugares abiertos y donde podamos ver con facilidad a qué páginas entran nuestros hijos e hijas. Otra manera de estar cerca de ellos es conectarnos a su internet y redes sociales, para ver quiénes son sus amigos y amigas, cómo hablan y de qué temas lo hacen. Procurar que nuestros hijos se sientan bien en su casa, que tengan confianza para hablar y opinar sobre lo que sienten, les gusta o molesta.

En el Perú hay problemas serios de niños con obesidad, hay ciudades y departamentos con más niños obesos, Piura es una de ellas, las causas son varias y debemos recordarlas: malos hábitos de consumo provocados por las “familias modernas”, en muchos casos la falta de ejercicio físico, ya que los niños y niñas no juegan de manera activa, demasiadas horas frente al celular, el televisor y el internet, los problemas psicológicos relacionados con la ansiedad y autoestima, etc. Escuché una frase relacionada con el tema que me impresionó y que decía “estos niños comen para morir”, referida a la cantidad y calidad de alimentos que consumen y que van camino a la muerte por las enfermedades que se derivan de la obesidad: problemas cardíacos, artritis, diabetes, gota, alcoholismo, etc. Las autoridades municipales y de salud no hacen absolutamente nada al respecto, no se educa para comer, menos para vender esa comida que está matando lentamente a nuestros hijos. Las instituciones educativas en su mayoría no tienen ningún control sobre la venta de “comida chatarra”, por el contrario, muchas de ellas se benefician de las ganancias que vienen de dicha actividad. Y para terminar, como dice el poema de Hernán Pérez Etchepare, podemos orar y tomar posición. Este poema nos recuerda una verdad tremendamente profunda que un día dijo Jesús, ‘’el que recibe a un niño, a mí me recibe’’, y también ‘’ay de los que escandalizan a los niños, mas les valiera amarrarse una rueda de molino al cuello y tirarse al mar’’.

“Que te pasa Jesús mío?

¿Qué tienes, que no paras de sangrar?

En tantos pobres, excluidos y oprimidos, (yo diría en estos niños crucificados)

Que sólo nos queda hacer lo mismo que hiciste:

Seguir amándolos hasta el final”.