Opinión

Las travesuras de la niña mala

Por Julio Failoc

Economista

Las travesuras de la niña malaFoto: Picture-alliance/Dpa/A

Quien haya leído la primera novela de amor de Mario Vargas Llosa, “Travesuras de la niña mala”, entenderá cómo es que la pasión y el amor desmedido de nuestro Nobel pueda llegar a creer en las reiteradas mentiras de la candidata Fujimori, que juró y perjuró preservar la democracia, y que hoy por una pataleta pone en cuestión los resultados electorales, colocándonos en zozobra a todos los peruanos, en plena pandemia y en medio de la peor crisis económica que ha tenido el Perú en toda su historia republicana.

Y es que como el personaje de su novela -Ricardo Somocurcio, un eterno enamorado de la niña mala, dueña de mil caras- es víctima de las mentiras que le hacen con tal de lograr sus objetivos. Las últimas declaraciones de Vargas Llosa, muestra que le ha creído una vez más a Keiko Fujimori, esta vez sobre las mentiras del “fraude de mesa”, la novela no dista mucho de la realidad solo que ahora no se trata de una travesura más de la niña mala, sino de una candidata acusada de liderar una organización criminal que desestabiliza la precaria democracia nacional y sus instituciones, tan venida a menos en los últimos cinco años.

“Creo que hace falta simplemente un poco de memoria y recordar lo que significó vivir en el Perú los 10 años de la dictadura de Fujimori-Montesinos. Fueron años de robos verdaderamente astronómicos, miles de millones de dólares fueron saqueados de las arcas públicas que nunca se han podido recuperar por qué están en Japón o en Singapur, miles de muertos, miles de desaparecidos y torturados. Sería muy triste para el Perú que la señora Keiko Fujimori ganara estas elecciones, no por qué los hijos tengan que responder por los crímenes de los padres, no porque Keiko es Fujimori, sino por lo que representa el fujimorismo está vivo en la candidatura de Keiko Fujimori. Sería una gran reivindicación para una de las dictaduras más corruptas y sangrientas que hemos tenido en la historia del Perú”.

Quien crea que este discurso es de un fanático antifujimorista o de un desaforado comunista termocéfalo, seguidor del marxismo leninismo, pensamiento Gonzalo, se equivocó. No, para nada, se trata de un extracto literal de una entrevista a nuestro Premio Nobel de Literatura, otrora enemigo enconado del fujimorismo, y hoy garante de Keiko Fujimori, que no dudó en invocar a todos los peruanos a votar por ella, dizque para salvar la democracia amenazada por Pedro Castillo, a quien no le dio el beneficio de la duda ni averiguó su pasado político para confirmar si se trata efectivamente de una amenaza comunista en ciernes.

En cambio, Vargas Llosa tiene la certeza de que el fujimorismo no solo desfalcó las arcas del estado, sino que asesinó y desapareció a miles de peruanos, y que la elección de Keiko sería la reivindicación de una de las dictaduras más corruptas del país. Pero ha preferido aparecer como creyente de la posibilidad de fraude, haciendo de lado la palabra de cientos de personas del interior del país que han salido a desmentir y protestar en contra de las “pruebas” de los personeros y abogados fujimoristas.

En su defensa de la niña mala, prefiere mostrarse como desconocedor del interior del país y que no le entra en la cabeza que una asamblea comunal puede decidir en pleno votar solo por un candidato y cumplir con su palabra, y tampoco que un quinto de la población de una comunidad pueda apellidar igual y no necesariamente ser familiares, pero encima de todo, no creer en la decencia de su gente y su oposición a que se les maneje a su antojo, cual si fueran borregos o ciudadanos de segunda categoría.

En el Perú profundo o la serranía --como despectivamente se los llama-- el abogado de Fuerza Popular, Julio Cesar Castiglioni, desconoce completamente que la gente del Ande se hace respetar y que la palabra empeñada es un asunto de honor, visto desde acá, eso tampoco es entendido por la niña mala ni por su gente.