Opinión

Las peloteras rebeldes del pueblo Awajún

Por Bikut Toribio Sanchium

Economista y Gestor Ambiental por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Poeta y escritor. Investigador de temas amazónicos, extractivismo y defensores ambientales del Centro Bartolomé de las Casas (Cusco). Asistente de investigación en la Red Muqui y fotorreportero de Noticias SER.

Las peloteras rebeldes del pueblo AwajúnFoto: Noticias SER

A diferencia de los varones, jugar al fútbol es un problema para las mujeres, porque no tienen todas las posibilidades o condiciones ni la libertad para ello, es decir, talento puede haber de sobra, pero si no hay apoyo ni tienen espacio, es imposible que se realicen como futbolistas. Pero el fútbol para la mujer Awajún va mucho más allá. Para una mujer Awajún jugar al fútbol es una forma de protesta por la libertad. Una manera de romper los estereotipos machistas. Una rebeldía contra el sistema patriarcal. Por lo tanto, una lucha constante por la autonomía de la mujer Awajún en una burbuja capitalista. Pero conseguir ello es un proceso largo, con duros golpes y a veces con graves consecuencias.

En un pueblo con roles determinados e impuestos culturalmente, conservador y con influencia de iglesias evangelistas que imponen sus creencias, y que tolera la violencia de género, una mujer Awajún que juega el fútbol corre el riesgo de ganarse un problemón con su esposo, si es casada; si es soltera recibir una reverenda gritada o palazos de sus padres; y en la comunidad ser vista como una mujer mala, vaga, irresponsable, “una cualquiera”. Incluso, cuando juegan, en la cancha, son observadas por los varones cual pollo a la brasa o patarascha de boquichico, es decir, como si fueran un bien de consumo u objeto sexual. Pues, la mujer Awajún es considerada solamente como mujer de la casa y la chacra, para el cuidado de los hijos o niños, criar animales y “no debe meterse en los asuntos de los varones como el fútbol.” Significa que, el fútbol en el pueblo Awajún es considerado netamente un deporte para los “machos”. Claro, un “líder” de este pueblo puede salir y decir-: “¡No es cierto! Las cosas han cambiado”. Pero una cosa es el discurso pintoresco, dulce, el floro y otra, la realidad que viven en carne propia las mujeres. Es más, en la mentalidad de los hombres Awajún aún no cabe la idea de que las mujeres también están hechas para pelotear.

Frente a todas estas barreras las mujeres Awajún salen de sus casas una tarde, un fin de semana, en una fiesta, en un campeonato con todas sus estrellas, con sus sonrisas para hacer sus jugadas en la cancha que son una forma de encarar al machismo, la discriminación, el maltrato, la violencia que las impiden ser libres. Fue así como un grupo de chicas Awajún consiguieron ser parte de la reciente Escuela Formativa de Fútbol “Nuevo Horizonte” del distrito de Imaza (Bagua, Amazonas). Esta escuela integrada por 25 jugadoras Awajún de diversas comunidades y liderada por el profesor Miguel A. Fernández Majuash está afiliada a la Federación de Directores de Fútbol del Perú (FEDITEF). Por eso mismo, fue invitada al primer campeonato nacional Copa FEDITEF celebrada en Lima durante el 21 hasta el 23 de febrero. Mas no les fue fácil venir de la lejana tierra del pueblo Awajún a la capital del Perú. Pues, las jugadoras no tenían recursos económicos para cubrir los gastos del viaje, alojamiento y alimentación durante su participación en el campeonato, por lo que solo 11 futbolistas pudieron pisar Lima. “A la delegación femenina les negaron el total apoyo. Por ende, llamamos a todas las autoridades; algunos nos apoyaron solo con el pasaje de ida.” manifiesta Edón Suwikai Cuñachi (28) del centro poblado Imacita, Director Técnico de “Nuevo Horizonte”, tal vez el único Awajún que pudo participar en la Copa Perú representando a Amazonas. Para él es un reto dirigir al equipo de las mujeres Awajún por todos los problemas socio culturales y económicos que prevalecen. “El grupo que yo tengo son jóvenes que no cuentan con recursos económicos, pero hacen todo lo posible para estar en cada uno de los entrenamientos, porque quieren lograr un sueño que se les ha negado por mucho tiempo.” dice lleno de impotencia mientras el sudor de su lucha que también es de las mujeres cae al suelo. Es cierto, a las mujeres Awajún, así como a muchas mujeres del Perú se les ha negado cumplir sus sueños. En este caso, creo que es suficiente entender el problema con solo saber que en las comunidades las Awajún no tienen una cancha para jugar o apenas juegan cuando los varones les permiten. Por eso mismo Edón sabe que no ha tomado un camino fácil. “Durante este trayecto hemos tenido muchas dificultades, entre ellas la discriminación por parte de la población. Eso es lo que pasa, el machismo, hoy en día, en siglo XXI aún se sigue existiendo hacia las damas y es algo que se debe perder”. Con la frente en alto se lamenta parado, con la mano izquierda sujetando su cintura. Pero tiene claro que no está solo, sino con las atrevidas, las rebeldes y las luchadoras mujeres. Aquello lo inspira, lo motiva, lo pone a trabajar.

Mientras tanto, Lizbeth Tuchia Tenazoa (19) de Wachapea al igual que sus compañeras del equipo es consciente de los problemas y la falta de apoyo de las autoridades o instituciones del deporte, más cuando se trata de las mujeres. Pero no querían renunciar al sueño de venir a Lima. Enfatiza que las autoridades, sobre todo los candidatos políticos como Nilo, al principio se comprometieron en apoyarlos, pero en pleno viaje, en el camino las bajaron del bus porque habían retirado dicho apoyo. Contra ello, hicieron lo posible por conseguir ayuda económica para participar en el campeonato FEDITEF, porque, aunque para muchos no signifique nada, en palabras de la capitana-: “Para nosotras venir acá era un sueño, como ir en el mundial.” dice suspirando con fuerza. Es lógico entender que llegar a Lima siempre será estar más cerca de cumplir un sueño cuando todas las condiciones que un peruano necesita se concentran en la capital. Pero para las peloteras Awajún no solo fue venir a Lima, jugar y ya. Al contrario, querían “demostrar todo el talento que tiene el pueblo Awajún.” Es decir, una reivindicación cultural frente a los ojos de la ciudad desde donde se toman decisiones por la nación, y que durante años ha ignorado a su pueblo. Por eso mismo, está alegre, porque con poca preparación, poco apoyo, sin alimentarse bien, sin dormir bien en la capital “moderna” y “civilizada” se pararon bien frete a uno de los equipos candidatos a ganar el campeonato.

Por su parte, Aquila Washikat Taan (19) de la comunidad Epemimu, quien juega el fútbol desde sus 14 años, vino a “Dejar en alto el nombre de Amazonas por primera vez, demostrar que las mujeres Awajún también sí podemos.” Aquila es una de las víctimas del rechazo de la gente por jugar el fútbol siendo mujer, es decir, no la fue ni le es fácil dedicarse a este deporte. “Hay comentarios como que no somos mujeres, que somos marimachas, por eso anda detrás del fútbol. Y las mujeres no tenemos algún espacio de participación en el fútbol. Aún no tenemos mentalizados que este deporte también es para las mujeres.” explica envalentonada con todas las fuerzas que ha construido durante su trayectoria futbolística. Pero también ha sentido o vivido la discriminación no solo por ser mujer, sino también por ser Awajún. Ella misma lo explica “necesitamos una escuela de fútbol especialmente para las mujeres. No tenemos apoyo las mujeres. Más destinan el apoyo a los hispanos y a los Awajún nos dejan a un costado.” Por eso, reclama un apoyo y oportunidad igual, justo, porque “somos del mismo pueblo, del mismo país.” Es indudable negar la discriminación o racismo en un pueblo como Imaza donde conviven dos culturas diferentes que tradicionalmente jamás se han llevado bien. Es decir, es necesario políticas públicas de inclusión e integración cultural, para construir una sociedad para todos, sin violencia ni atropellos de derechos.

¿Pero qué quiere lograr una mujer Awajún jugando el fútbol? ¿Cómo empezaron a jugar? “Cuando estaba en primaria miraba en televisión a las chicas jugar el fútbol y yo también quería ser como ellas, y que los de mi pueblo me vean jugar y se sientan orgullosos” responde Yovely Mayak Mashikat (14) de la comunidad Epemimu. En el caso de Aquila sueña en “llegar a la selección de fútbol de nuestro país” por eso mismo dice que vino en Lima. En tanto, el DT del equipo aspira “es establecer el fútbol femenino en la región Amazonas, para descubrir los talentos para que las jóvenes no se pierdan en temprana edad” Asimismo, quiere que a través de este deporte se fortalezca la identidad y valoren su cultura, es decir, vinieron a Lima para que “el país entero y Amazonas se sienta identificada con la cultura Awajún.” Además, para reafirmar que “el fútbol no solo se practica en Lima, en ciudades o en Europa, sino se practica en todos los rincones del país, y una de ellas es la cultura Awajún.”

Jugar el fútbol para las mujeres Awajún no solo es diversión, no solo es una simple pichanga o correr tras el balón. Ser pelotera en el pueblo Awajún es signo de lucha para la reivindicación cultural y por la autonomía y libertad de las mujeres del país. Con el espíritu deportivo a pesar de las dificultades demuestran que las mujeres Awajún son buenas deportistas y que son capaces de anotar golazos, romper todo un paradigma que atropella los derechos de las mujeres y encaran a todo un sistema patriarcal. Con toda la franqueza, las mujeres Awajún no están hechas nada más para la casa, para la chacra, para criar animales y niños, sino tienen todo el potencial y la capacidad de lograr grandes hazañas más allá. Desde ya ellas encabezan la lucha contra el sistema patriarcal y capitalista o neoliberal, que no solo atropella la vida de los hombres, sino arrasa el territorio y toda la riqueza en ella. Además, las mujeres Awajún con todas las sabidurías ancestrales son capaces de hacer frente a un problema global y complejo como el cambio climático. No me imagino a un varón aguantando todo ese peso. No me imagino a un varón aguantando el dolor más fuerte en vida que solamente la mujer sabe y siente al dar a luz. ¿Hasta cuándo seremos cómplices de la ruina del mundo de las mujeres? ¿Por qué no cederle el espacio ni la libertad a las mujeres? Es hora de salir a luchar junto a ellas, sumarnos a su aventura. Es hora de lanzarnos en esta locura preciosa de romper paradigmas, destrozar los estereotipos, lograr la libertad del ser y de pensamiento. Si seguimos esa vía, el mundo será más seguro para nuestros hijos, para la nueva generación. Y la casa común será un lugar cómodo para vivir “tranquilamente en nuestro territorio” como diría el gran Santiago Manuin. Así que, las peloteras Awajún también son “las muchachas malas de la historia” de las que habla Rocio Silva Santisteban.