Opinión

La suma de todos los miedos

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

La suma de todos los miedosAndina

Después de escuchar los tres días de debates, que debieron servir para presentar planes y soluciones a los problemas del país, uno se queda en el limbo intelectual.

Si bien todos tenemos nuestras preferencias -respetables por cierto- no deja de preocupar que en nuestra dispersa política, hallemos personajes de meridiano o nulo nivel que aspiran a gobernar un país que se debate en la desgracia.

Hay miedo en la izquierda política que la derecha llegue al gobierno. Y debe haberlo, pues eso significa seguir con el mismo modelo de vida de nuestra sociedad peruana. ¿No sintieron el golpe de la realidad al ver que la salud no era justa por los precios que supuso conseguir algo? ¿Se sintieron bien con esa realidad?

Que haya gente que opte por ese modelo es una razón para temer. ¿No saben o están ciegos como en la caverna de Platón, persistiendo en aceptar las sombras como realidad?

¿Qué es? ¿Masoquismo social? Sabiendo que muchos de los “políticos” fueron parte de la suma de todos los males, igual hay quienes piensan votar por ellos. Da desazón ver a gente con estudios o nivel de formación, defender esa política. y la verdad no sé explicar el hecho.

Hay el miedo en la derecha política de que llegue la izquierda -e inclusive el centro- al gobierno. Los argumentos son la sinrazón. Que seremos otra Venezuela u otra Cuba. Que son “terrucos” o pro comunistas. Puro miedo al cambio de quienes quieren mantener el statu quo. Son treinta años, sino es más, de una vida peruana dominada por un sistema que sólo beneficia a unos pocos.

Quieren la persistencia de una constitución que los beneficia, que les permite mantener su status. Es un constructo social endeble y sin fundamento de justicia social, que no busca el bien común, pero, que increíblemente persiste.

Para los que miramos y pensamos, que sentimos y sufrimos el Perú, es un miedo – ya dicho antes – constatar la persistencia de un sistema, pero más aún la falta de líderes políticos, de hombres o mujeres que puedan ser adalides que arrastren tras de sí, sentimientos y conciencia de cambio.

Es preocupante saber que un candidato no convoque a más del 15% de intención. Que en suma los mejores seis candidatos (según IEP) no sumen el 50%. El voto oculto o indeciso tiene que preocuparnos. Reitero, no hay un líder que llame la atención con su discurso. Y si alguno asoma es opacado por su pasado o su presente, real o inventado, restándole la posibilidad de gobernar este barco que navega en aguas procelosas. Entonces sigue sonando actual y desafiante el prurito de Alberto Flores Galindo desde hace ya más de treinta años, ya que sigue siendo una utopía la búsqueda de una identidad, llamada por él, andina o quizá mejor llamada peruana, que en realidad no la tenemos. Y si, también sigue sonando desde hace noventa años, el temprano deseo de Jorge Basadre, de ver al Perú como problema y posibilidad, aún irresuelto. Y también, quizá como respuesta a la interrogante a Zavalita ¿En qué momento se jodió el Perú?

¿No hay solución? ¿Seguiremos en lo mismo, cuántos años o décadas más?

Y si, es verdad que un país que no conoce su pasado está condenado a repetirlo, es más, al desear una vida perpetua en la caverna de las cómodas sombras, pues la luz del sol los dañaría y serían ciegos perpetuos, pues porque al menos en la caverna se ven las sombras y al menos saben que están vivos.

La distancia social se mantiene, pero hay gente que está feliz. Triste destino anquilosado en el que vivimos.