Opinión

La necesidad de talento juvenil en el sector público

Por Verónica Gavidia

Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad de Milán

La necesidad de talento juvenil en el sector públicoAndina

Desde pequeña, animada por mi madre, descubrí el encanto de la política social, mientras los orígenes de mi padre me incentivaron a amar la ruralidad, la serranía, las carreteras y las alturas. Siempre supe que lo mío sería trabajar con poblaciones vulnerables. Sin embargo, cuando terminé el colegio, hace algunos años, el Perú no contaba con carreras especializadas en Gestión Pública. A los 24, después de algunos años de estudiar en Europa y de varias experiencias que confirmaron mi vocación por la política pública peruana, regresé a mi país para encontrarme con diversas convocatorias CAS (Contrato Administrativo de Servicios) que pedían “mínimo 3 años de experiencia laboral en el Estado” y requisitos que no estaba en posibilidad de cumplir, pese a mis estudios y capacidades.

Posteriormente, cuando pude acceder a un puesto en el sector público, los años que siguieron fueron tan enriquecedores como frustrantes: inestabilidad laboral, cambios institucionales, falta de beneficios e incentivos. Además de los proyectos y “soldados caídos” en cada cambio de gestión.

Tengo la convicción de que la calidad de un buen funcionario público recae en la experiencia, capacitación y vocación de servicio; nada que no se logre con jóvenes encaminados en la gestión pública, motivados, en pleno cumplimiento de sus derechos laborales y que puedan soñar con crecer en meritocracia.

Mi experiencia me ha demostrado que las nuevas generaciones somos hijas del progreso, de los derechos humanos y de la información: lo que llamamos globalización. Somos generaciones impetuosas, veloces y creativas, pero que, a su vez, requerimos motivación y calidad de vida. También somos hijos y nietos de persistentes desigualdades y exclusiones: víctimas de la educación pública y privada de baja calidad.

En este sentido, es necesario formular políticas de gestión del talento humano que permitan promover la participación de los jóvenes en el sector público, no solo como voluntarios, sino también, como recurso indispensable para entender y ser eficientes en el manejo del nuevo mundo que nos rodea, con sus problemáticas y actores.

Es inevitable que el modo de pensar de las distintas personas refleje los diferentes contextos en los que se ha crecido y situaciones que se ha vivido. Los regímenes militares, la reforma agraria, la crisis económica de fines de los años 80 y la globalización del nuevo milenio, son fenómenos sociales que han generado consecuencias negativas y positivas en el modo de pensar y vivir de cada uno de los ciudadanos que hoy conviven en un mismo Perú. Es a través de la sinergia entre estos diversos modos de ver el mundo que se pueden proponer herramientas innovadoras de gestión.

Si el Perú carece de jóvenes con vocación y experiencia para llevar a cabo tareas en el sector público, se debe a la falta de promoción del trabajo intergeneracional, que ha tenido éxito en países desarrollados y en el sector privado. Además, el país debe revertir la fuga de talentos en el sector público, de personas que nunca lograron ingresar a él, o que actualmente se encuentran en el extranjero: muchos de ellos son jóvenes.

Entonces, ¿de qué hablamos cuando promovemos el trabajo de los jóvenes en el sector público? ¿De manejar las redes sociales y de ser voluntarios como indicó el presidente el pasado domingo?

El popularizar el término “juventud” en el actual discurso político para aplacar el descontento de las nuevas generaciones no es una herramienta convincente cuando se limita al estereotipo de un joven voluntario que maneja adecuadamente las redes sociales.

El Perú tiene algunos casos de éxito que se deben imitar y escalar, como es la capacitación dada por la SBS (Superintendencia de Banca, Seguros y AFP) y las herramientas motivacionales que proponen. Así también, los espacios de cooperación internacional, como foros binacionales, APEC, entre otros, son los marcos adecuados donde recoger y mejorar la información de otros países respecto al modo de manejar y promover la participación juvenil en la gestión gubernamental.

Es necesario incentivar las prácticas profesionales, esto evitará que los funcionarios en cargo se abstengan de contratar jóvenes por la falta de experiencia en el sector público. Asimismo, es recomendable que se identifique el potencial de estos jóvenes talentos de la gestión pública para mejorar sus condiciones laborales y profesionales. En esta línea, es indispensable que se promueva la carrera de Gestión Pública en las universidades, con un enfoque multidisciplinario para la creación de impacto social, que desarrolle e incentive la empatía, la honestidad y la multiculturalidad. Se pueden crear programas de pasantías en gobiernos regionales y locales del interior del país, con las condiciones de habitabilidad adecuadas, que permitan conocer el campo de trabajo.

Así también, es momento de evaluar la renovación de contratos del personal que tiene más de 65 años, con el fin de darle la oportunidad a nuevas generaciones de aprender de la experiencia. Finalmente, es importante que se analice la Ley SERVIR y los efectos negativos que ha traído en las contrataciones del Estado. El interés actual de los jóvenes “del bicentenario” por la política y por la voluntad de hacer valer sus derechos ciudadanos debe ser el inicio de un gran cambio.