Opinión

La geopolítica de las vacunas: intereses y necesidades

Por Doroteo Arango

Internacionalista

La geopolítica de las vacunas: intereses y necesidadesEvacinas.PT

Es la primera vez en la historia contemporánea, que un solo evento de carácter sanitario tiene tantas repercusiones de orden político mundial, siendo de aplicación diversas categorías geopolíticas en la atribución de responsabilidades por el surgimiento y diseminación del virus (EE.UU. vs China), en la capacidad diferenciada de respuestas estatales y multilaterales, así como en los enormes costos sociales y económicos al Sur del globo. Como ejemplo de la inserción de la salud en la geopolítica mundial y la obtención de una ventaja estratégica, resulta curioso que el país donde se originó el problema (China), sea el que más rápidamente se ha recompuesto tanto sanitaria como económicamente del problema, convirtiéndose en proveedor de servicios y productos sanitarios a escala global.

La expansión de la pandemia tiene implicancias de orden geopolítico. La identificación de un conjunto de factores, intereses y consideraciones detrás de la aprobación, producción, comercialización y uso de las distintas vacunas preparadas para detener el covid-19, ha otorgado ventajas estratégicas específicas, al Norte respecto del Sur, ampliando las brechas preexistentes. Algo similar ocurrió al inicio del 2020, en el copamiento del mercado para conseguir pruebas rápidas y moleculares. Ahora, las acciones de los estados por conseguir la vacuna se han convertido en un factor determinante en sus políticas exteriores y en el conjunto de las relaciones internacionales, tal como antes ha sucedido con la cooperación internacional, la promoción de la democracia, la lucha contra el terrorismo o el cambio climático

A ello, tenemos que agregar las tensiones que se han generado entre los intereses y las prioridades de los laboratorios multinacionales y aquellos estados con menor poder político relativo, en el reconocimiento de responsabilidades corporativas o estatales en el suministro de la vacuna, lo que ha determinado como es el caso peruano, una demora lacerante en los procesos de adquisición. El Perú es uno de los 193 miembros de la comunidad internacional, parte de una comunidad hemisférica -la latinoamericana- que resulta complementaria y no protagónica en el desordenado tablero de ajedrez internacional: China, Estados Unidos, Europa, la OECD, Rusia y Japón, son actores trascendentales en todas estas etapas y fases que ha atravesado el mundo en una situación sanitaria de naturaleza global, con cien millones de infectados y dos millones de personas fallecidas. Estos últimos, han asegurado el suministro oportuno para su población. Otros países de renta media y densamente poblados decidieron actuar con rapidez: Brasil, México, India e Indonesia se han asegurado. En los meses de pandemia, el Gobierno de Vizcarra hizo contactos con 20 laboratorios, tuvo oferta de 13 acuerdos de confidencialidad, pero lo cierto es que no se cerraron las compras por adelantado. No le quedó otra cosa que recurrir a la modalidad de los ensayos con la empresa que produce la vacuna Sinovac, para asegurar un primer lote de un millón de dosis.

Dada la naturaleza y características de desenvolvimiento del covid-19 en el 2020 así como las consecuencias imprevisibles de la segunda ola, los mayores esfuerzos realizados provienen de la empresa privada y la academia, promovida por la filantropía internacional (Bill Gates Foundation). Ello ha generado mayores o menores niveles de inversión económica para asegurar la producción, almacenamiento, transporte y distribución de la vacuna, que seguramente deberán ser recuperados en las compras que hagan los países, en un mercado absolutamente disparatado por la sobredemanda mundial. Aun así, persisten una serie de dudas y espacios grises que todavía no han sido definidos, por ejemplo, ¿cuál será el impacto de la vacuna sobre las variantes del covid que han empezado a aparecer en distintas partes del mundo? Aunque se reconoce que es muy posible que las vacunas disponibles solo apunten a prevenir el desarrollo de los síntomas de la enfermedad, y no logren la inmunidad esterilizante, de por si es importante pues ayudan a detener la propagación.

Por otro lado, se han puesto en evidencia las limitaciones de las plataformas creadas para cerrar las brechas en el acceso a las vacunas, como es el Acelerador de Herramientas contra el covid-19, y particularmente el COVAX facility, mecanismo animado por la OMS para conseguir un acceso equitativo a las vacunas que vienen produciéndose a nivel global. Sin embargo, ha sido el mercado el que ha terminado definiendo el destino de los primeros lotes de vacunas. Una reciente iniciativa de Sudáfrica e India, en la que solicitan a la Organización Mundial del Comercio la suspensión de la protección de la propiedad intelectual a todos los productos alrededor de las vacunas.

En cualquier modo, los grandes compradores de las vacunas presentadas por Pfaizer/BioNTech, Aztrazeneca/Oxford, Moderna, Gamaleya rusa y Sinovac de China, han sido los países desarrollados, los miembros de la OECD. Detrás de estos productos se encuentran gobiernos y fundaciones. Han quedado en un segundo nivel del mercado, las vacunas implementadas por China y Rusia que han llegado masivamente al sudeste asiático, África, y algunos países latinoamericanos. En tales circunstancias en las que el Perú solamente tiene acuerdos vinculantes parciales tanto con empresas privadas (Pfizer 9.9 millones de dosis) como el Covax Facility (13.2 millones de dosis), es necesario garantizar la accesibilidad (precio por unidad) y en ese sentido, no se debe desdeñar la propuesta rusa sobre la Sputnik V de tan solo 10 dólares la unidad. Una efectiva vacuna de los pobres.