Opinión

La cultura de la violación

Por Gabriel Gómez Tineo

Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

gabo.gomeztineo@gmail.com

La cultura de la violaciónFoto: Luisenrrique Becerra para Noticias SER

Sucedió otra vez, y nuestra cotidianidad está plagada de noticias muy tristes que narran violaciones sexuales a menores de edad. Cuando alguien se atreve a señalar que somos una sociedad de violadores, los pelos se nos crispan y se cae en posturas negacionistas. Preferimos tapar nuestra realidad y pretendemos construir espejismos y retóricas populistas, que supuestamente son la salvación a los problemas estructurales que padece nuestra sociedad. Y se plantea la pena de muerte, como si fuera la opción perfecta por antonomasia.

Terrible lo que pasó en Chiclayo, y no es el único caso. Según el INPE actualmente tenemos más de 10 mil reos sentenciados por violación sexual a menores de edad. Según el Ministerio de la Mujer en nuestro país se violan alrededor de 15 menores de edad por día, a ello hay que sumarle las otras formas de violencia sexual: acosos, tocamientos, chantajes etc. En la mayoría de estos casos se dan en la casa de las víctimas y son cometidos por familiares cercanos. ¿No se supone que la casa es el espacio más seguro?, ¿entonces dónde está el problema?

Los políticos siempre sacan ventaja de estas tragedias con propuestas populistas, como la pena de muerte o la castración química como si solucionaran el problema de fondo, cuando en realidad esos anuncios solo evidencian posturas radicales y violentistas. Con la aplicación de la pena de muerte el Perú tendría que renunciar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos- CIDH, lo cual no es tan sencillo. Recordemos que los violadores de derechos humanos quieren lo mismo para el país, como alguna vez lo pidió Keiko Fujimori y ahora los cerronistas. Bueno, los extremos ahí si tienen puntos de coincidencia, cuando se trata de generar más caos y desorden, para establecer el imperio de la impunidad. El Perú perdería mucho y no ganaría nada. Y con respecto a la castración química, entiendo que esta medida consiste en dotación de medicamentos a los violadores para generar cambios hormonales para inhibir sus deseos sexuales. Me pregunto ¿tendremos el presupuesto, las condiciones para hacer algo así?, ¿realmente es la solución al problema? Creo que, en vez de perder el tiempo, estos políticos deberían preocuparse por lo menos en medidas que permitan hacer ágil el sistema de justicia para estos casos. Realmente es indignante que ahora el fiscal quiera interrogar a la niña víctima del monstruo de Chiclayo, cuando hay otros indicios que corroboran el acto, así como la confesión, etc. Por cosas como estas, los procesos de violación sexual terminan en la impunidad y nuestros políticos se distraen en ideas populistas sin ningún argumento técnico.

Los políticos de la extrema derecha y la extrema izquierda les encanta surcar por estos caminos sinuosos que al final solo nos harían llegar al oscurantismo. Al pueblo "pan y circo", por eso nuestros políticos piensan en cualquier medida, les gusta agitar los ánimos de la gente. No piensan en medidas coherentes y pertinentes que realmente vayan al fondo del problema para enfrentar la cultura de la violación. A ellos no les interesa una educación con enfoques de género que aborde los temas de educación sexual integral, que sirva como una herramienta que permita cambiar las ideas de la gente.

El violador sexual, según estudios antropológicos y sociológicos aprende a ser violador de acuerdo a como fue socializado. En una sociedad patriarcal y machista, a los niños, desde muy pequeños se les enseña a ser sexualmente activos o hipersexuales, por ejemplo el momento de mayor exigencia es cuando uno llega a la adolescencia; primero la presión viene del entorno más cercano como los amigos y la familia, que presionan para que uno muestre que tiene pareja y ya tuvo iniciación sexual y así demostrar su masculinidad heterosexual. La hipersexualización y la heterosexualización obligatoria legitima la cultura de la violación en nuestra sociedad. Es así como se justifica la agresión sexual en muchos casos, como por ejemplo cuando ocurren los casos de acoso callejero, tocamientos sexuales o la violación, es común escuchar frases como “vino vestida así y me provocó, o uno no tiene la culpa, porque uno es hombre pe”. O cuando en las cárceles se les pregunta a los sentenciados por violación sexual, "¿Por qué violaste?" y ellos responden “porque soy hombre”, lo cual nos demuestra que la cultura de la violación vive en las entrañas de nuestra sociedad. Entonces, las medidas para combatir esta cultura pasan por soluciones técnicas, por educar con enfoque de respeto al género y con contenidos sobre educación sexual para romper esos mitos y estereotipos que nos hacen creer que por ser hombres no podemos contener el deseo sexual y por eso violamos. Muchas veces algunos congresistas, académicos y activistas han intentado explicarlo, pero lastimosamente otro sector de políticos oscurantistas como los extremos de izquierda y derecha se oponen con argumentos tontos.

Si no se hace nada y los políticos populistas siguen proponiendo con medidas jaladas de los pelos, la cultura de la violación seguirá siendo un problema cotidiano, y el número de víctimas seguirá creciendo.