Opinión

La agenda de las mujeres

Por Gabriela Arrunátegui Martínez

Socióloga

La agenda de las mujeresFoto: Noticias SER | Luisenrrique Becerra

El 8 de marzo #DíaInternacionalDeLasMujeres es una fecha para recordar y reflexionar sobre los avances históricos que han realizado las mujeres (en toda su diversidad) por alcanzar la igualdad de género en nuestros países, comunidades y familias. Asimismo, es una fecha para repensar nuestra agenda feminista y tomar acción. No es mi deseo agotar la agenda de las mujeres en este artículo de opinión, pero considero que es un buen momento para posicionar ciertos temas(1). Además, soy consciente que, al ser una mujer cisgénero de clase media, socióloga de formación, activista feminista, académica en tema de género y educación, muy probablemente haya puesto énfasis en unos temas. Ello no implica que no comparta las agendas que se posicionan desde las mujeres de zonas rurales, afroperuanas, mujeres trans, lesbianas, etc.

1. Asegurar la representación descriptiva de las mujeres en todos los órganos y esferas de la sociedad

El primer paso es que más mujeres ocupen cargos de representación. El desafío del feminismo es instalar a mujeres (ampliamente diversas) que posicionen una agenda de género e interseccional (que tome en cuenta la intersección de la raza, clase, grupo étnico, orientación sexual, etc.), así como de mujeres que sean anticoloniales y antipatriarcales. En los últimos años, grupos católicos fundamentalistas evangélicos y partidos políticos neoconservadores de derecha han buscado implementar un modelo político teocrático, moralista y autoritario. El Congreso actual está lleno de conservadores, que manifiestan abiertamente estar en contra del enfoque de igualdad de género, la Educación Sexual Integral (ESI); y el Poder Ejecutivo está integrado por ministros misóginos y machistas.

No quisiera dejar de mencionar el reciente estudio de la Autoridad Nacional de Servicio Civil - SERVIR “La Mujer en el Servicio Civil Peruano 2022” el cual señala, gratamente, que "existe una sobrerrepresentación de las servidoras en los sectores asociados al cuidado, tales como Mujer (72%), Salud (66%) y Educación (57%) principalmente, y mayor paridad en el sector de Desarrollo e inclusión social (51%)" (p.6, 2022). Este es un avance importante; sin embargo, para posicionar la agenda de las mujeres y hacer frente a grupos antiderechos y machistas es necesario que 1) ocupemos cargos públicos de decisión (como directoras, viceministras, ministras etc.) no solo en estos sectores, sino también en aquellos de mayor poder como Economía y 2) exijamos la implementación del “Protocolo de Servicio 5.4.1 Desarrollo de capacidades y competencias en gestión pública con enfoque de género para servidores/as públicos/as” aprobado el 9 de octubre de 2021.

2. Hacia una política nacional de cuidado

Las mujeres sostenemos la economía. Debemos exigir que el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, tomando en cuenta la Política Nacional de Igualdad de Género (2019), desarrolle una Política Nacional de Cuidado (con enfoque de género e intercultural) que apunte a un cambio cultural, es decir, que rompa con la división sexual del trabajo que históricamente ha colocado a las mujeres en el espacio privado (espacio doméstico) y en trabajos “feminizados”. No basta con la licencia por maternidad (la cual, lamentablemente, solo habla de mujeres biológicas y no de cuerpos gestantes) o la licencia por paternidad. Tampoco basta con la creación de servicios de guardería para niñes pequeñes, los cuales, si bien son clave, como el Servicio de Cuidado Diurno del Programa Nacional “Cuna Más”, sin un enfoque de género no contribuirá a la transformación cultural.

En el Perú, las mujeres cuentan con una excesiva carga de trabajo no remunerado: alrededor de 39 horas con 28 minutos en una semana, frente a 23 horas con 53 minutos de los hombres (INEI, 2010). Específicamente, en el cuidado de bebés, niñas y niños y adolescentes, las mujeres destinan en promedio 12 horas con 14 minutos a la semana, 6 horas con 25 minutos más que los hombres. Se observa, entonces, que el cuidado recae principalmente en las mujeres. Ello refleja la urgencia de promover, tanto en hombres como mujeres, la importancia de mirar el trabajo doméstico como un trabajo compartido entre los integrantes del hogar, que posibilite condiciones para que las mujeres puedan decidir trabajar y/o estudiar. Esto en el caso de aquellas mujeres que cuentan con una red de apoyo familiar, pero ¿qué servicios brindamos para aquellas que no la tienen? como es el caso de las mujeres refugiadas y migrantes. Aquí tenemos un reto pendiente como país. Además, es necesario pensar cómo incorporar a las mujeres a un sistema nacional de pensiones, sobre todo a aquellas que realizan un trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.

Para una adecuada elaboración de una Política Nacional de Cuidado, se debe contar con evidencia científica y rigurosa. Para ello se requiere actualizar la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT). Han pasado cerca de 12 años desde su aplicación, y las realidades de las mujeres peruanas y migrantes en Perú han cambiado, sobre todo durante los dos años de pandemia.

3. Vivir libres de violencia de género

La violencia de género hacia las mujeres y sus múltiples manifestaciones es otro de los serios problemas que enfrentamos las mujeres, niñas y adolescentes; violencia que muchas veces es experimentada de forma distinta según la clase, grupo étnico, orientación sexual, etc. Terminar con todas las formas de violencia machista tiene que ser una cuestión principal en nuestra agenda, pues afecta a la mitad de la población y, por ende, a la calidad democrática de nuestra sociedad.

Aquí algunas cifras recientes sobre las diversas formas de violencia de género a las cuales estamos expuestas diariamente las mujeres:

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El país ha avanzado en la creación de protocolos y servicios de atención para ciertas formas de violencia de género hacia las mujeres, como los Centros de Emergencia Mujer, Línea 100 y Chat 100. Sin embargo, se requiere crear programas, servicios y espacios comunitarios de prevención de esta violencia. El cambio cultural es clave, aunque sea un camino de largo aliento, es necesario comenzar.

4. ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para disfrutar la sexualidad y aborto legal y gratuito para no morir!

Más allá de las diferentes posiciones políticas, creencias religiosas e identidades culturales es necesario reconocer el derecho de las mujeres sobre su cuerpo.

La Educación Sexual Integral con enfoque de género y feminista es escasa en las escuelas y principalmente para las infancias. De hecho, las escuelas peruanas de Educación Básica solo tienen a disposición los “Lineamientos de Educación Sexual Integral para la Educación Básica” (aprobados mediante Resolución Viceministerial N°169-2021-MINEDU el 3 de junio de 2021), los cuales fueron actualizados luego de, aproximadamente, 12 años de contar con los “Lineamientos Educativos y Orientaciones Pedagógicas para la Educación Sexual Integral” del año 2008. Me pregunto ¿por qué durante los gobiernos centro no se llegó a concretar una política integral de ESI con enfoque de género? Me atrevería a señalar tres razones: 1) esta no ha sido una prioridad para las diversas gestiones de las y los Ministros de Educación, 2) cada vez que se ha intentado hacerlo, las autoridades del sector han sido interpeladas, y 3) las aún existentes tensiones y negociaciones entre el Estado, la Iglesia (aunque somos un Estado laico) y los colectivos feministas y de derechos humanos. También me atrevería a señalar que somos una sociedad altamente conservadora, pero creo que, además, los grupos antiderechos se han encargado de crear mitos en torno a la ESI y el enfoque de género, a través de campañas de desinformación financiadas por organizaciones evangélicas norteamericanas, como Flamingo Road Baptist Church, Mayo Iglesia Metodista, etc.

Por ello, desde la sociedad civil nos toca combatir mensajes erróneos sobre la ESI y ser estratégicas para comunicar su importancia. La ESI nos permite construir vínculos sanos y de respeto; aprender sobre el consentimiento informado sexo-afectivo en una relación amorosa; combatir los estereotipos de género; prevenir la violencia de género, el embarazo no planificado en adolescentes, etc.

El embarazo no planeado en adolescentes continúa siendo un problema de salud pública para las mujeres en el Perú, que afecta, particularmente, a las adolescentes más pobres. De acuerdo a la ENDES 2020, del total de adolescentes de 15 a 19 años de edad, el 8.2% estuvieron alguna vez embarazadas, alcanzando los mayores porcentajes en adolescentes que se encuentran en el área rural (10.4%) y en la selva (14.3%).

La despenalización del aborto también es un problema de salud pública. Una encuesta realizada por Promsex y el IOP de la PUCP (2019), a nivel nacional, el 19% de mujeres entre 18 a 49 años se han realizado un aborto. Actualmente la práctica del aborto se lleva a cabo en lugares clandestinos, donde las mujeres de bajos recursos, principalmente niñas y adolescentes, son quienes mueren. La penalización del aborto niega estas consecuencias socio-sanitarias, profundiza las desigualdades sociales y criminaliza a las mujeres injustamente. En ese marco, el debate no es si el aborto va o no, porque lo cierto es que el aborto es una realidad; el debate debe girar en torno a si queremos que se dé de forma segura y gratuita o clandestina e insegura.

NS_20220309 Fuente: Promsex y el IOP PUCP

Como reflexiones finales me gustaría agregar que el reconocimiento y alcance de la igualdad de género, debe pensarse en clave interseccional. Es decir, tomando en cuenta que las múltiples identidades que nos atraviesan (raza, clase, género, discapacidad, orientación sexual, entre otras) y fortalecer derechos humanos para poblaciones específicas de mujeres, como las mujeres trans, mujeres afroperuanas, mujeres de zonas rurales y pueblos originarios.

Si bien a lo largo del artículo he señalado que debemos exigir a los gobiernos de turno la creación o fortalecimiento de políticas y programas que nos beneficien, no debemos olvidar la autoorganización. Las mujeres contamos con conocimientos y estrategias locales que empleamos para nuestro autocuidado, el de nuestras compañeras y de nuestras niñeces y adolescencias. Por ello la importancia de ocupar cargos de representación, para llevar esos conocimientos y crear políticas públicas desde nuestras vivencias, que también son evidencias.

Finalmente, considero que hay que involucrar a los hombres en nuestra agenda, porque las problemáticas descritas no solo nos afectan a nosotras, sino a toda la sociedad. Por supuesto que necesitamos espacios solo de mujeres, pero también espacios de diálogo con mujeres, diversidades y hombres cisgénero.


(1) Reconozco que el lugar de enunciación de quien escribe va a influenciar en la selección de estos temas.