Opinión

Innovación social: una nueva forma de participación ciudadana

Por Wendy Adrianzén Rossi

Licenciada en Ciencia Política y Gobierno en la PUCP. Asistente de investigación en el CIUP, ha investigado temas relacionados a transparencia, acceso a la información pública, corrupción, modernización del Estado y gobierno digital.

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Desde hace algunos años, el concepto de innovación social empezó a ganar relevancia y posicionarse en la esfera empresarial, gubernamental y académica como respuesta a un Estado ausente e incapaz de resolver diversas problemáticas. Pero, ¿qué es la innovación social? La Stanford Graduate School of Business la define como el proceso de desarrollo y despliegue de soluciones efectivas a problemas ambientales y sociales desafiantes y a menudo sistémicos; con el fin de apoyar el progreso social. En términos simples, la innovación social tiene como objetivo plantear soluciones digitales y creativas para problemas actuales; pero -en esto se diferencia de otro tipo de innovaciones- deben ser propuestas que tengan un alto impacto en la sociedad.

La innovación social ha sido impulsada por organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, universidades, entre otras organizaciones de la sociedad civil y ha permitido grandes avances en problemas como el friaje, temas ambientales, acceso a la educación, etc. Por ejemplo, el Instituto de Defensa Legal (IDL), con el apoyo de UNICEF, elaboró un modelo de defensoras comunitarias, procedentes de la propia comunidad, capacitadas para atender el problema y dar apoyo a las víctimas de violencia familiar en el proceso de denuncia y su seguimiento.

Sin embargo, en esta columna queremos enfocarnos en la innovación social como mecanismo de participación ciudadana. La participación ciudadana es un derecho fundamental, reconocido por tratados y pactos internacionales y, también, por el artículo 31 de nuestra Constitución. Pero, más allá de eso, la participación ciudadana es de vital importancia para un Estado democrático. Y, en un contexto como el nuestro, es relevante para fortalecer la confianza y la legitimidad del gobierno.

Ahora, no existe una única forma de incluir la ciudadanía en la toma de decisiones, por el contrario, son varias. El principal y más conocido mecanismo es el voto, pero también tenemos la consulta previa, los presupuestos participativos, el acceso a la información pública, el referéndum, etc. Otro menos explotado en la región, es la incorporación de la ciudadanía en el desarrollo de políticas públicas.

En el desarrollo de políticas, incluir la experiencia de las organizaciones de la sociedad civil permite abordar los problemas sociales desde diferentes enfoques. Además, es una oportunidad para que los tomadores de decisiones aprovechen la experiencia de este sector para elaborar mejores políticas públicas. Y es, en este mecanismo, donde la innovación social juega un rol importante.

La forma más común de incluir estrategias de innovación social en la elaboración de políticas públicas es la creación de laboratorios. Uno de los ejemplos en el Perú es Ayni Lab Social, un laboratorio a cargo del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social que realiza diversos fondos concursables y evaluaciones experimentales para identificar e implementar soluciones innovadoras orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas en condición de vulnerabilidad o pobreza.

Otros ejemplos son el MineduLAB y el Laboratorio de Innovación Laboral. Estas funcionan bajo la misma lógica: se proponen una serie de temas (por ejemplo, abastecimiento de agua saludable en regiones de la Amazonía), se abre un concurso público y, tras el plazo, se escoge la mejor propuesta de innovación. Después de escogida la propuesta ganadora, esta sigue el “ciclo de innovación”, el cual consiste en una serie de etapas que buscan evaluar la viabilidad y efectividad de la propuesta antes de desarrollarlas.

La ejecución de las propuestas de innovación ha tenido múltiples resultados y ha permitido elaborar diferentes documentos de política. Por ejemplo, el MineduLAB ha desarrollado nueve estrategias de innovación y tiene, en fase de diseño, cuatro más. Estas no solo permiten que se resuelvan problemas específicos, sino también genera información que sirve como lecciones de política, en este caso, la política educativa.

Hasta ahora, he presentado información sobre lo beneficioso de incluir estrategias de innovación social. Sin embargo, no todo es tan sencillo. Para que esto funcione, debe existir un compromiso real por parte de los tomadores de decisiones para considerar las propuestas de innovación ganadoras dentro del desarrollo de políticas y no solo usarlas de una manera instrumentalista. Lamentablemente, no existe garantía de que sea así y ese es el principal temor.

Los laboratorios de innovación social son fenómenos relativamente recientes. El MineduLab y Ayni Lab Social se implementaron en el 2016 y el Laboratorio de Innovación Laboral fue creado este año. Por ello, muchos de los proyectos se encuentran en fase de desarrollo o implementación. Esto quiere decir que aún no se ha evaluado su efectividad y escalabilidad. Sin embargo, han tenido avances notables, como hemos mencionado anteriormente. Por ende, este temor no debería impedirnos seguir promoviendo estas estrategias.

En un país como el nuestro, en el cual muchas veces sentimos que no somos considerados ni consideradas en las decisiones de gobierno, es importante generar y promover nuevos mecanismos para que la ciudadanía pueda ser partícipe. Uno de ellos, es la inclusión de estrategias de innovación en el desarrollo de políticas públicas, ya que permite que la ciudadanía pueda involucrarse en las decisiones que afectan directamente su desarrollo y calidad de vida.

Además, es un “win-win”. Por un lado, se generan espacios para que diversos grupos de la sociedad civil puedan participar en el desarrollo de una política pública, lo que tiene efectos positivos para la relación gobierno-ciudadanía. Y, por otro lado, como ya hemos mencionado, es una oportunidad para que el Estado utilice la experiencia de los participantes para tomar mejores decisiones. Por ello, es importante que se siga promoviendo el desarrollo de estos espacios en diversos sectores.


La columna de esta semana fue revisada por el Grupo Sofía como parte de una colaboración entre Grupo Sofía y Plataforma Comadres para fomentar la mayor presencia de mujeres jóvenes en el espacio público.