Opinión

Frepap: río revuelto sin pescadores

Por Carlos Ráez

Antropólogo. Miembro del comité editorial de Historia y Región.

Frepap: río revuelto sin pescadores

Habiéndose restaurado momentáneamente la normalidad en la política peruana (ojo al verbo y al adverbio), quisiera presentar un recuento sobre la actuación del Frepap en los últimos dos meses, esbozando un análisis sobre el porvenir de este partido.

Primer acto: Calvario

Resumiendo el contexto: el día jueves 10 de setiembre de 2020 el congresista por UPP Edgar Alarcón había presentado unos audios que involucraban al entonces presidente Martín Vizcarra con el tristemente célebre Richard Cisneros (Richard Swing) y el intento de este último por salir bien librado. Sin esperar investigaciones de la fiscalía Alarcón anunció que presentaría un pedido de admisión para una moción de vacancia al día siguiente. Ese mismo día, cerca de la medianoche, Jorge Chávez Cresta, ministro de Defensa, denunció que el entonces presidente del congreso, Manuel Merino, había tratado de comunicarse con representantes de las Fuerzas Armadas para anunciarles que ante una eventual moción de vacancia, esperaba “normalidad” de su parte (es decir, buscaban un apoyo tácito de esta entidad).

La primera moción de vacancia se debatió el 11 de setiembre de 2020. En las intervenciones de los frepapistas no había una defensa de la gestión de Vizcarra, pero sí una crítica a la rapidez con la que se discutía la vacancia. “Cuando hay muchos proyectos que sí beneficiarían al país, en menos de 24 horas estamos haciendo ingresar (el pedido). Yo quisiera que con esa misma celeridad se aprueben otros proyectos que muchos hermanos están pidiendo”, señaló enfáticamente María Céspedes, portavoz del Frepap, cuya actuación más destacada fue cuando se enfrascó en un intercambio de palabras con el pastor Orestes Sánchez (UPP), quien invocó a Dios para convencerlos de votar a favor de la vacancia. “No quieras sacarle la paja [del ojo] cuando tienes un tronco” fue la frase de Céspedes, que la hizo merecedora de muchos aplausos en las redes sociales.

Finalmente, aquel día la moción fue aprobada con 65 votos (se requerían de 52). 36 parlamentarios votaron en contra, y 24 se abstuvieron. De los 15 congresistas frepapistas, 14 se abstuvieron y uno, Richard Rubio, votó en contra. Fue una forma de decir que no consideraban aceptable la vacancia, sin que ello significara un respaldo a la gestión de Vizcarra, como bien aclaró Raúl Machaca a la hora de votar: “¡Al buen árbol por su fruto, a los hombres por sus acciones, concluido su mandato presidencial del Martín Vizcarra tiene que ser juzgado por sus hechos, julio 2021, a la cárcel! ¡Abstención!”.

Durante la semana transcurrida, varias bancadas reconsideraron su postura. Para el 18 de setiembre, día de la votación, era claro que la vacancia no iba a proceder. No porque en esos siete días Vizcarra hubiese logrado desvincularse de las acusaciones de encubrimiento, obstrucción a la justicia o falso testimonio, por mencionar algunos (de hecho, en esa semana aparecieron más audios), sino por el perfil de los promotores de la vacancia, quienes claramente tenían intereses particulares y turbios detrás este proceso (evitar juicios abiertos, conseguir el indulto a Antauro Humala, derogar la ley universitaria 30220, por mencionar algunos). El argumento de la mayoría que votó en contra de la vacancia puede resumirse en la estructura “no creo que seas inocente, pero tampoco quiero causar inestabilidad al país en este contexto”. No hubo alusiones sobre aspectos positivos de la gestión de Vizcarra (sobre todo en el contexto del estado de emergencia). El resultado final fue de 32 votos a favor, 78 en contra, y 15 abstenciones. Vizcarra se había salvado, pero había perdido todo liderazgo.

A contracorriente de la tendencia antes señalada, los 15 congresistas del Frepap votaron a favor de la vacancia. María Céspedes indicó que lo hacían para iniciar un proceso de transparencia en la política peruana. Esto se complementó con el comunicado difundido a través de sus redes sociales en el que justificaban su voto señalando que no avalaban la corrupción. No obstante, por esas mismas redes sociales los cibernautas hicieron llegar sus críticas, las cuales se enfocaron en su falta de consecuencia (ya que no habían pedido la destitución de Edgar Alarcón de la Comisión de Fiscalización, teniendo juicios abiertos, por ejemplo), así como en el pasado político de María Céspedes (fue regidora en Carabayllo por Cambio 90 – Nueva Mayoría). Por otra parte, se pudo conocer que dentro del Frepap no hubo una postura unánime previa a la votación.

Segundo acto: La voz del pueblo

Las revelaciones brindadas por aspirantes a colaboradores eficaces dentro del caso “Club de la Construcción” llevaron nuevamente a poner sobre el mantel un nuevo intento de vacancia. Los promotores se apoyaban en que ya había una investigación en curso sobre presuntos sobornos recibidos por Martín Vizcarra de parte de distintas empresas constructoras, cuando era gobernador de Moquegua.

La admisión de la moción de vacancia, presentada por parlamentarios UPP, PP, Acción Popular y el Frente Amplio, fue aprobada el 2 de noviembre con 60 votos. Tuvo 40 votos en contra y 18 abstenciones; de estas últimas, 13 fueron del Frepap.

Una semana después, el 9 de noviembre, se discutió la vacancia, con resultados conocidos. Tras una presentación un tanto provocadora de Martín Vizcarra ante el congreso (al señalar que 68 parlamentarios contaban en aquel momento con procesos judiciales abiertos), fue vacado con 105 votos a favor, 19 en contra y 4 abstenciones. Los 14 frepapistas que asistieron votaron por la vacancia por incapacidad moral. Manuel Merino, presidente del congreso, asumió como presidente transitorio.

Durante el debate, María Céspedes señaló que iban “a defender los intereses que piden a gritos los peruanos: no más corrupción ni impunidad. Los que nos eligieron encuentran en Frepap la voz del pueblo, no los defraudaremos”. Al día siguiente, en una entrevista en radio Exitosa, el congresista Robledo Gutarra señaló la responsabilidad de Vizcarra, debido a la ausencia de autocrítica (uno de sus principales puntos débiles, sin dudas): “Nosotros pensamos que al menos el presidente iba a tener una mea culpa, más a lo contrario vino al congreso y buscó mayor confrontación, lo que precisamente hacía ver que nosotros fuéramos inútiles. (…) Yo también me sorprendí cuando vi que hubo 105 congresistas”. Asimismo, llamaba a respetar el cronograma electoral, y aclaraba que no habían tenido conversación alguna con Merino referida a la conformación del gabinete.

Con el pasar de los días, se han ido esclareciendo las componendas que hubo detrás de la vacancia (entre AP, UPP, APP, PP, FP y SP), por lo que no considero relevante profundizar en éstas. Fue una nefasta semana en la que trató de imponerse un gobierno que nació sin respaldo popular, que solo pudo gatear, sin poder ensayar un solo paso firme. Pero al mismo tiempo fueron siete días admirables, de reconocimiento a la movilización popular, cuya composición y lucha merecen todas las reflexiones. Debemos no solo estar atentos al rumbo de la “generación del bicentenario” (término aún gaseoso y discutible), sino mantenernos dentro de ésta, participando, proponiendo, consensuando, aprovechando todos los medios con los que contamos a disposición.

Fue el mismo pueblo a la que aludía Céspedes el que empezó a manifestarse en contra de lo sucedido a partir de aquel 9 de noviembre. Durante los siguientes siete días los manifestantes no solo evidenciaron su descontento hacia Merino y su gobierno de facto (“Merino no me representa), sino ante un eventual retorno de Vizcarra (“Ni Merino ni Vizcarra”). Asimismo, se hizo tangible la aversión hacia las bancadas que votaron a favor de la vacancia, previendo que se aprobarían leyes al caballazo o que se retrocedería en las reformas conseguidas, de acuerdo a intereses particulares (en asuntos como educación, elecciones, economía y medio ambiente, por mencionar algunos). Los cacerolazos, expresiones tradicionales de protesta en países como Argentina y Chile, se hicieron sentir cada noche en distintos lugares del Perú. En estas jornadas uno de los objetos más representativos fue un ataúd de cartón, que llevaba pegado en sus lados los símbolos de los partidos identificados como golpistas. Incluido estuvo el pescadito. Mientras tanto, en las redes sociales, uno de los eslóganes más compartidos fue “El Frepap es ese pescadito que se vendió como bonito y terminó siendo tremenda piraña”. En su momento de mayor popularidad, las redes sociales retrataban a los frepapistas como tiburones. Ahora, habían sido degradados a pirañas.

Nombrado ya el gabinete ministerial, con Ántero Flores Aráoz a la cabeza, el 13 de noviembre Céspedes anunció que la bancada frepapista no le brindaría el voto de confianza a dicho Consejo, ya que “el pueblo no lo estaba respaldando”. Aclaró además que el Frepap no tuvo intereses ocultos detrás de la vacancia. “Se pretendía involucrar que nosotros nos habíamos puesto de acuerdo y no es así. El Frepap nunca va a estar para repartijas, para arreglos bajo la mesa.”

Durante la segunda marcha nacional, convocada para el 14 de noviembre, tras conocerse la muerte de Jack Pintado e Inti Sotelo (no los olvidemos) producto de la represión policial, el Frepap emitió un comunicado en el que lamentaba los fallecimientos y conminaba a Manuel Merino y a la mesa directiva a renunciar. Recalcaba también la necesidad de investigar la actuación policial. Con un gobierno sin apoyo de la población, del congreso, de los medios de comunicación, y del sector empresarial, Merino renunció el 15 de noviembre.

Ese mismo día se realizó la elección para escoger a un nuevo mandatario interino. La llamada lista de consenso, con Rocío Silva Santisteban (FA) como presidenta, fue rechazada con 42 votos a favor, 52 en contra y 25 abstenciones. Los trece frepapistas que asistieron votaron en contra. De acuerdo a fuentes internas, sentían que Silva Santisteban no iba a generar consenso en la población. Al día siguiente fue elegido Francisco Sagasti con 97 votos a favor y 26 en contra. Todos los votos del Frepap (13) fueron a favor.

Tercer acto: ¿Resurrección?

La abstención del Frepap durante las votaciones para admitir las mociones de vacancia puede interpretarse como la renuencia a respaldar tanto a Vizcarra como a los entonces promotores de la vacancia. Sin embargo, ya dentro de la votación en sí, las lecturas son más amplias.

Entre los fines del Frepap contemplados en su estatuto destaca “contribuir a preservar las normas éticas y morales en la sociedad civil y política”. Fue bajo esta premisa que sus parlamentarios justificaron sus votos por la vacancia, en ambas ocasiones. Ellos decidieron ser consecuentes con dichas ideas, pese a lo impopular que pudiese resultar. Incluso buena parte de los jóvenes frepapistas con quienes pude conversar, que se oponían a dicha decisión de su bancada, comprendieron el trasfondo. Algunos de éstos, además, participaron de las marchas contra Merino.

Desde fuera, en las redes sociales los calificativos más suaves fueron “inocentes”, que “se han dejado manipular”. Los más agresivos fueron de “ignorantes”, “no saben cómo hacer política”. Sospecho que detrás del argumento moral, pudo haber primado la idea de que, sin Vizcarra, sus proyectos de ley serían aprobados rápidamente (sobre todo el de la devolución de los fondos de las AFP).

¿Tiene aún oportunidad de resarcirse el Frepap ante la opinión pública? A pesar de apostar por la salida de Vizcarra, en ningún momento fueron incluidos en las negociaciones sobre la composición tanto de la mesa directiva como del gabinete ministerial. Asimismo, aún cuentan con casi medio año de labor congresal, en la cual pueden tratar de desmarcarse de todos los adjetivos mencionados anteriormente. La elección de candidatos al congreso para el período 2021 – 2026 puede constituir también una oportunidad para escoger cuadros con una lectura más amplia de lo acaecido, que incluso hayan tenido participación dentro de la naciente “generación del bicentenario”, inmersa en un río revuelto, con peces nadando en múltiples direcciones.

Me comentaba una militante de la juventud frepapista que, si bien el escenario se presentaba complicado, lo que sigue es “un trabajo duro, que tocará cargar a la juventud del Frepap”. Solo ellos podrán garantizar el regreso de los tiburones.