Opinión

Frente al miedo, que triunfe la esperanza: la histórica elección presidencial que enfrenta Chile

Por Paloma Rodríguez

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Historia mención Estudios Andinos por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Frente al miedo, que triunfe la esperanza: la histórica elección presidencial que enfrenta ChileFoto: página oficial de Gabriel Boric

El 10 de diciembre, en el día internacional de los derechos humanos y que, paradójicamente en Chile, también es el día del aniversario de la muerte de Pinochet, Patricio Pardo, víctima de trauma ocular, ante el abandono del Estado y su nula reparación, tomó la decisión de suicidarse, producto de una gran depresión, tan solo a sus 26 años de edad.

Desde la Comisión Chilena de Derechos Humanos mencionaron que “el Gobierno debe responder por su incumplimiento de la obligación de reparar a las víctimas. Patricio Pardo Muñoz, no sólo fue víctima de trauma ocular, sino que perdió la vida por la inaceptable indolencia del Estado frente al dolor de las víctimas”. Uno ya no puede más de tanta crueldad. No solo da impotencia y pena la impunidad que ha gozado Piñera y los perpetradores de los crímenes en contra de los derechos humanos en el estallido, sino también el desamparo, la burla y la invisibilización de las víctimas de violaciones, asesinatos y mutilaciones por las fuerzas represivas del Estado que aún claman algo de justicia.

Asimismo, el mismo día, personas que se han vuelto íconos y representantes de más de las 400 víctimas de trauma ocular durante el estallido, como son Fabiola Campillai (cegada por una bomba lacrimógena que le impactó en su rostro mientras esperaba transporte para ir a su trabajo en un paradero), y Gustavo Gatica (perdió la visión de ambos ojos por los perdigones disparados por carabineros en una manifestación) se reunieron con el candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, para garantizar que en el futuro Chile se respeten y cuiden los derechos humanos, que se siguen violando una y otra vez.

Por su parte, el día anterior, el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, afirmaba en un debate presidencial que, en su programa, hay un punto en el que el presidente, sin llamar a Estado de Excepción, pueda “ordenar, interceptar o recibir documentos y también arrestar a personas en otros lugares distintos a cárceles”. Dicho de otra -terrible- manera, el presidente contaría con facultades extraordinarias, al igual que lo hacían la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y la Central Nacional de Informaciones (CNI) durante la dictadura de Pinochet. Ese periodo negro de nuestra historia que Kast ha defendido toda su vida. No olvidemos que le hizo campaña al “SÍ” en el plebiscito de 1988. ¿Podemos volver a permitir que algo tan terrible se vuelva a repetir?. No quiero ni pensar cómo sería la represión de las manifestaciones sociales en un gobierno de extrema derecha. Sería aún peor de lo que vimos y vivimos con Piñera, quien le declaró la guerra a su propio pueblo.

Además, el candidato del Partido Republicano nunca ha condenado la violación de los derechos humanos, ni durante Pinochet, ni en el estallido social. Es más, ha reforzado el apoyo a Carabineros y a “sus derechos”, mientras ha criminalizado la protesta ciudadana. Lo preocupante de estos dichos, es que Chile es un país donde las facultades del presidente de la República son muy elevadas, por ser presidencialista. De hecho, en su plan de gobierno de Kast asegura que el Estado debe reducirse aún más de lo que ya lo está.

Aparte de ello, Kast es un peligro para las mujeres (ha cuestionado la existencia del Ministerio de la Mujer, ya que para él, solo las mujeres casadas son dignas de apoyos estatales), las disidencias y diversidades sexuales (desde que es senador se ha opuesto a defender leyes en contra de la discriminación sexual, hasta se ha referido a “dictadura gay” ante las ampliaciones de derechos), para el medio ambiente (piensa que la flora y fauna deben “pagar su derecho a existir”, en tiempos urgentes para salvarlas), para los inmigrantes (quiere construir una zanja cuál Donald Trump). En definitiva, todos los avances que ha logrado el país durante este tiempo, y el respeto a todas las existencias temblarían si Kast llega al sillón presidencial.

Por otro lado, Boric representa la esperanza de un cambio que llevamos harto tiempo soñando para el país. Sí, es joven. Pero ello, más que mirarlo con suspicacia, podría ser una ventaja. Pertenece a la generación que se atrevió a volver a salir a las calles luego de la Dictadura, criticando su legado en el movimiento estudiantil del 2011, cuando salimos a exigir una “educación pública, gratuita y de calidad” y el “fin al lucro” en las universidades. Gabriel, desde la FECH (Federación de estudiantes de la Universidad de Chile) ya demostraba su liderazgo. Al ser abogado, conoce de leyes y es una persona letrada. También ha hecho carrera política desde su época universitaria hasta ocupar un puesto en el Parlamento. Por lo tanto, es erróneo afirmar que no tiene experiencia.

Boric comenzó su “formación política” desde la calle, desde “abajo”. Conoce y sabe cuáles son las distintas demandas sociales, porque él también ha sido y es parte de los “descontentos sociales”. Tiene un discurso y una política de renovación que se empezó a forjar desde hace 10 años. Busca eliminar o cambiar el sistema de isapres y pensiones en Chile, por otro modelo que tenga un carácter igualitario. Y, en general, su propuesta apunta a repensar un país más empático, igualitario y solidario, en el que se respeten los derechos de todos los ciudadanos, y se logre una vida digna. “El buen vivir” del que habla Butler.

Otra característica ventajosa del abanderado de Apruebo Dignidad es que es oriundo de Punta Arenas, una de las zonas más australes del país, y por lo mismo ha centrado gran parte de su mensaje en la descentralización de Chile. De esta manera, el incluir las provincias chilenas, tan desconectadas y abandonadas respecto a Santiago, es un tema fundamental para el “Nuevo Chile”.

Gabriel Boric pertenece y representa a la generación que ha movido la historia reciente, exigiendo cambios estructurales en el sistema, y ha cuestionado “el modelo chileno” legado por Pinochet. Modelo que, su contrincante avala, defiende y busca, incluso, fortalecer. Se presenta como una opción que escuchará la voluntad popular, que se plantea repensar el poder y el liderazgo, para que apunte a la comunidad y a escuchar las distintas demandas colectivas, y también a proteger la Convención Constitucional, que cuenta con su apoyo, y a la nueva Constitución. Aquella que podría tambalearse con Kast.

Sigamos yendo hacia adelante. Confiemos en que otro Chile es posible. No caigamos en el miedo de las fake news con el que ha mediado la extrema derecha desde Trump hasta Kast. Chile este domingo vuelve a hacer historia, y, esperemos, que sea hacia el futuro. No podemos retroceder. Más que el miedo al “fantasma del comunismo” (Boric presenta un Estado de Bienestar, y de centro izquierda) lo que debería dar miedo es un gobierno de la extrema derecha. Chile no puede volver al fascismo. Sangre joven, de nuevos tiempos y visiones, es lo que necesita el país, como lo cantaban Los Prisioneros.