Opinión

Francisco Sagasti y la juventud

Por Cristian Chuquimango Saucedo y Herianita Pablo Aime

Estudiantes del IX ciclo Sociología de la Universidad Nacional de Cajamarca.

Francisco Sagasti y la juventudFoto © Luisenrrique Becerra | Noticias SER

Francisco Sagasti, congresista por el Partido Morado, asumió la responsabilidad y el compromiso de dirigir la Nación, reemplazando a Manuel Merino, su antecesor y colega del Parlamento en un proceso político que tuvo en vilo a todo el país en esta última semana.

Pese a la dramática hecatombe que vivió nuestro país tras las marchas de innumerables ciudadanos, parece que al fin entramos a un período de sosiego político y social, pero no económico. La situación vivida durante seis días en el gobierno de Manuel Merino, generaron un común desacuerdo de la población que no se sentía representada. Bajo el lema #MerinoNoMeRepresenta, las calles solicitaron la presencia y actuar de los jóvenes que de manera organizada y pacífica salieron a rechazar lo actuado en el Congreso, así como la ascensión de Merino, su gabinete y sus acciones dictatoriales que atentaron contra los derechos humanos; ganándose el desprecio mayoritario de la ciudadanía, junto al no reconocimiento de sus pares y de organizaciones internacionales.

La represión policial que se intensificaría en la segunda convocatoria nacional provocó la muerte de Inti Sotelo Camargo, y Jack Bryan Pintado Sánchez. Estas lamentables muertes llevaron a Manuel Merino a presentar su renuncia con el solo objetivo de bajar el grado de conflictividad.

Tras una agitada semana en nuestro país, hemos podido corroborar que hay una brecha cada vez más marcada entre la clase política y la ciudadanía. Ambas están alejadas una de la otra. Por ello, el presidente Francisco Sagasti en su discurso refirió que: “la política ha sido muy destructiva y muchas veces los diversos actores hemos actuado como contendores, como rivales, como enemigos irreconciliables”. Con ello, se convoca a generar consenso político (importante y necesario en este contexto) que permita avanzar hacia un encuentro de la ciudadanía y la clase política, para que empecemos a sentirnos representados, pues como también refirió Sagasti: “la política democrática y el ejercicio de la vida política debe responder al esfuerzo de encontrar consensos o caminos compartidos, empezando esta búsqueda desde diferentes lugares”.

El llamado del presidente a la juventud del Bicentenario no es mera casualidad ni una formalidad. Sus gestos y sus palabras (al menos hasta ahora) han puesto énfasis en la generación joven como el principal pilar sobre el que debe sostenerse y recomponerse este Perú Bicentenario; nos reconoce como parte de una ciudadanía capaz de generar una transformación del país y que a partir de ella, se pueda fortalecer nuestra democracia. Su discurso conecta con nosotros cuando refiere que: “En realidad esa es la demanda del gran movimiento ciudadano, en todos los rincones del País. Movimiento que se ha despertado y alentado sobre todo por la actitud de los jóvenes que considera que la clase política no ha estado a la altura de lo que se requiere, ni se ha comportado conforme a las exigencias del momento actual”.

La invocación del presidente genera importancia y compromiso para que los jóvenes nos involucremos activamente en la política, que en contextos como este debe cultivarse con mayor ahínco. La crisis política llena de caos y confusión que acabamos de vivir, daba la sensación de un retroceso a épocas de desgobierno, hiperinflación, terrorismo, derramamiento de sangre, pero ha significado no un estancamiento sino un impulso para que la juventud bicentenaria se organice en torno a la protesta, proponga una agenda que principalmente luche contra la corrupción, la impunidad y la violencia.

En estas próximas elecciones el 30% de electores aptos para sufragar son jóvenes que tienen menos de 30 años, lo que equivale a un aproximado de siete millones de votos. Entonces, significa que el cambio no ha terminado con las marchas, estas solo son el inicio de hechos que debieron ocurrir hace muchos años atrás, por ejemplo, brindar un voto consciente y razonado porque ya no es tiempo de jugar a ser ciudadanos y viciar el voto dejando que unos cuantos elijan. Debemos ser coherentes entre lo que decimos y hacemos, lo que exigimos y lo que somos capaces de dar en busca de una patria mejor.

Se trata por lo tanto de que los jóvenes utilicemos esta crisis para innovar, ser críticos y no ser solo una masa de gente vociferando en las calles. A pesar de lo logrado queda aún una ardua tarea pues aún hay jóvenes que marchaban sin saber para qué, conducidos por la efervescencia del momento.

El presidente Sagasti ha hecho un llamado a los jóvenes a ejercer ciudadanía, a que se nos involucremos más en la cosa pública, a dejar atrás los intereses particulares y juntarnos a partir de coincidencias pues “para que la política cambie, también necesita de los jóvenes”.