Opinión

Forsyth no es Chilavert

Por Carlos Reyna

Sociólogo

Forsyth no es ChilavertDiario Uno

Ayer sábado El Comercio hizo el destape de un caso que podría afectar la imagen descontaminada que ha tenido George Forsyth hasta ahora, y que explica en parte el primer lugar que viene teniendo en las encuestas.

Forsyth se vizcarriza

Es un caso muy parecido al que vinculó a Martín Vizcarra con Richard Cisneros. Una alta autoridad usa sus poderes para favorecer con trabajo bien pagado a un amigo suyo que no tiene ni la formación profesional ni la experiencia para desempeñarse en las labores para las que lo contratan 12 veces.

Este caso vincula a Forsyth con un tal Renzo Navarro. Se trata de una amistad de hace 20 años, según El Comercio. Iba a ser su teniente alcalde cuando postuló a la alcaldía de La Victoria, en 2018, pero el Jurado Nacional de Elecciones lo sacó de la lista. Antes de eso había trabajado con Forsyth en dos empresas de este, una de seguridad y un gimnasio.

Con su amigo ya electo alcalde de La Victoria, Navarro resultó favorecido con sucesivos contratos desde febrero 2019 hasta setiembre 2020, justo antes de que el ex alcalde renunciara al cargo para lanzarse a la Presidencia. Desde entonces, ha venido participando en su equipo de campaña.

La información de El Comercio es bastante detallada, muestra que los contratos de Navarro pudieron hacerse porque otros funcionarios de la gestión de Forsyth también fueron contratados sin cumplir con los perfiles de sus puestos. Esos dejaron pasar lo de Navarro. Refiere, inclusive, que el propio Órgano de Control Interno de la Municipalidad observó formalmente esos contratos.

Este caso es más comprometedor para Forsyth que lo que era el caso Richard Cisneros para Vizcarra. Aquí hay muchas más evidencias de los vínculos personales entre ambos. Fotos fiesteras, proyectos empresariales y políticos compartidos, incluso hasta este momento.

Por eso, un jurista especializado en temas de corrupción, entrevistado por la periodista Delsy Loyola, señala que hay fundamentos para una investigación preliminar, al breve plazo, sobre la responsabilidad del candidato en estos contratos irregulares.

¿Se cae el arquero?

¿Puede este caso colocar un lastre decisivo sobre su campaña? ¿Le va a cortar el salto que estaba tratando de dar para hacerse de la banda presidencial que ya venía a sus manos de arquero? Puede ser, pero ese resultado no va a darse automáticamente.

¿Con qué cuenta el Forsyth candidato para revertir los efectos de este caso que seguramente hoy domingo va a tener mucho eco en los programas políticos? No cuenta con mucho la verdad.

Sus recursos como político son muy básicos, rústicos y predecibles. Cuando debería ser un esgrimista, solo es un pelotero. Su retórica repite a cada rato eso de ‘estoy acostumbrado a que me ataquen porque soy arquero’, ‘yo juego en la cancha, no hablando’. Así, con esas atajadas tan pobres, si de él dependiera, no va a poder.

Forsyth, efectivamente, se relaciona con la política como un arquero se relaciona con la ciencia más dura. Le es extraña, desconocida, indescifrable, inmasticable. Pero ya que se metió en ella se pone sus guantes, saluda a su hinchada, y espera bajo su arco que su equipo haga su chamba y detenga a sus adversarios para que no le encajen los goles.

No es Chilavert

Porque ni hablar que es un Chilavert que daba vuelta al rol clásicamente pasivo de los arqueros siendo el conductor indiscutido de su equipo a punta de buenas tapadas, de desafiar a los adversarios, a ir hasta su arco a patear los penales, a cabecear los centros y hasta a levantar uno a uno a sus compañeros heridos por una derrota.

El equipo de Forsyth ha hecho un trabajo regular con su Plan de Gobierno. No es que destaque significativamente por encima de los demás pero al menos es ordenado y con algunas ideas que, siendo globalmente una propuesta de centro derecha, han recogido algunas banderas progresistas que la coyuntura pandémica son ineludibles.

Pero tampoco va a ser este recurso el que salve a Forsyth porque justamente es un documento que habla mucho de política y en su cancha no se habla de eso. Y ya está probado que, cuando de eso hay que hablar, le salen bloopers al pasto. Como ese gol entre las piernas que alguna vez le hizo un jugador del Intigas en Ayacucho.

Su partido

Ese Plan de Gobierno, por ejemplo, tiene un apartado sobre Ciencia y Tecnología. Allí, se sostiene que uno de los problemas de fondo que tiene el país en este campo son “las fallas de coordinación entre los distintos agentes del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”

Por eso ofrece la creación de un nuevo Ministerio de Planeamiento y Desarrollo Territorial que incluya un Centro Nacional de Futuro y del Conocimiento conformado por dos institutos: el Instituto Nacional de Ciencia y Conocimientos Avanzados y el Instituto Nacional de Tecnología e Innovación que se crea sobre el Plan Nacional para la Innovación y Competitividad-INNOVATE PERU. También la creación del Centro Nacional de Tecnología y Producción, con base en la transformación del ITP-Instituto Tecnológico de la Producción, los CITES y los Institutos Públicos de Investigación.

¿Va Forsyth a sustentar esto? Ni en la peor de sus pesadillas. Por eso es que rehuyó asistir a un debate sobre políticas de ciencia y tecnología pese a que tiene propuestas en su Plan. Cuando le preguntaron si estaba preparado para ese tipo de debates, respondió que por supuesto porque él había crecido con internet.

Su único recurso

De hecho el recurso con el que sí cuenta este candidato es el primer lugar en las encuestas que ahora tiene. Eso no tiene que ver con sus atributos como político o como candidato, que ya sabemos, son desconocidos y parece que inexistentes.

Con lo que si puede tener relación es con el hastío y el desinterés que la mayor parte del electorado tiene con la política y con sus actores más protagónicos. Cuatro años de mirar el desfile de políticos corruptos y un año de sufrir la pandemia y la incompetencia de otros no menos corruptos, no han pasado sin dejar ese saldo.

Forsyth, por eso, tuvo un pico de intención de voto en agosto de 2020, en plena pandemia, cuando llegó al 25 % de intención de voto. De allí cayó hasta 16 % en noviembre y después no ha subido más que un punto, que es nada si se toma en cuenta que el margen de error es 2.8 %. Así que aún puede caer.

Si, con todo, Forsyth continuara liderando las encuestas y llegara a estar en segunda vuelta, incluso a ganar, eso solo podría ser el resultado de un país mayoritariamente desmoralizado. Un país que llego a la conclusión de que su sobrevivencia no depende de ningún esfuerzo colectivo que huela a política, sino sólo de su propio esfuerzo individual o familiar.

Estoy seguro que solo así ocurriría eso. Y también que Forsyth no es Chilavert, ni siquiera Gallese, ni Balerio, menos aún Asca, Ormeño o el Mago Juan Valdivieso.

Queda en manos de alguna o alguno de sus adversarios, de sus colectivos, que se pueda encender otra vez la ilusión de la gente.