Opinión

Fénix Cantagallo

Por Alejandra Ballón

El 4 de noviembre de 2016 la comunidad amazónica shipibo-conibo afincada en el Rímac ardía bajo las llamas de un fuego alimentado por la desidia del gobierno municipal. Esta gran tragedia motivó la siguiente declaración de parte del Estado: “El presidente les manda un saludo, él está viajando de Bolivia para acá, pero está muy consternado por lo sucedido, y por eso me envía acá en su representación para que sepan que estamos comprometidos con ustedes.” (Vicepresidenta Mercedes Aráoz, Canal N). El 8 de noviembre el alcalde de Lima, Luis Castañeda fue citado por la Comisión de Pueblos Andinos y Amazónicos del Congreso para explicar la situación que se vive tras el incendio en Cantagallo pero el burgomaestre simplemente no se presentó. Tras quince días de agonía en el Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja, el 15 de noviembre L.R. un niño de once años, murió a consecuencia de las quemaduras que tomaron más del 55% de su cuerpo. Unos días después de este nefasto hecho, justo cuando las críticas cobraban peso, el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio,fue internadoen el Hospital Guillermo Almenara de Essalud. La causa: un infarto cardíaco.

Paralelamente, el 16 de noviembre ad portas de la Cumbre de Líderes del APEC, estalló en llamas el cine UVK del centro comercial Larcomar en Miraflores. Esto trajo como consecuencia la muerte de cuatro personas lo que afectó directamente a cuatro familias. Este hecho sí conmovió directamente al Presidente que ante la desgracia declaró rápidamente desde su cuenta en Twitter: “Mi más hondo pesar y solidaridad con las familias de las víctimas del incendio. Este lamentable hecho exige una profunda investigación” (16 de noviembre). Sin embargo, la situación de infarto que se vive en Cantagallo, la cual afectó directamente a más de dos mil personas de procedencia indígena y que dejó un niño muerto no ha sido suficiente razón para que el presidente de lujo se conmueva, exiga investigación y comprometa al Ministerio de Vivienda en darle un techo propio a la comunidad amazónica. Bien hizo Rosa María Palacios en pronunciarse claro y fuerte sobre la responsabilidad de Castañeda Lossio: Él y solo él, ¡dejó sin terreno a los ciudadanos más pobres y excluidos del país para que su auto se ahorre dos semáforos!(6 de noviembre).

El 4 de noviembre Cantagallo ardía. Pero el 5, la comunidad amazónica shipibo-conibo afincada en el Rímac renacía desde las cenizas alimentada por una voluntad ciudadana dispuesta a lampear los escombros. Debo reconocer con singular sorpresa que en estos momentos tan duros se ha dejado en claro el compromiso de una ciudadanía preocupada por darle un lugar digno y bien merecido a nuestros vecinos descendientes de pueblos indígenas originarios que nos honran con su presencia en Lima desde finales de los noventa. Ellos migraron a Lima sobre todo en busca de mejores oportunidades comerciales (venta de su arte y artesanía) ya que sus ciudades, pueblos y comunidades fueron las más afectadas durante la época de violencia política. La devastación de sus recursos naturales y culturales fue el principal motivo que los congregó en Lima para la Marcha de los cuatro suyos. Ellos reclamaban por la indiferencia del Estado, pedían que el Estado tomara medidas contra los derrames de petróleo, el abuso de las madereras, sus desaparecidos,y un largo etcétera. En suma, por lo que siguen reclamando hasta el día de hoy, la protección de sus recursos naturales y la reparación de la violencia política que aún vive en los pliegues de sus indígenas pieles.

La propuesta de reubicación a Martineti en Barrios Altos no es una figura viable para la mayoría de pobladores shipibos quienes han defendido su cultura comunitaria contra viento y marea por más de dos décadas. Y por cultura comunitaria se refieren a sus formas de vida amazónica que han ido transformando la ciudad en una Lima, es decir, maravillosos murales en los frontis de las casas, casas de madera, cocinas al carbón expuestas, telas pintadas a mano y teñidas con caoba (kené) expuestas al sol, telas bordadas (kewé) colgando de los tendales, niñas y niños jugando libres, vivir al frente del único colegio intercultural bilingüe en Lima, al que bien nombraron 'Comunidad Shipiba' y que lleva escrito en la puerta de todas las aulas la palabra 'Bekanwe' (bienvenidos). Para ellos Martineti representa estar a merced de la delincuencia, la tugurización de casonas y solares antiguos, peligros de todo tipo acechando a sus niñas y niños; en suma, el riesgo de perder por completo sus terrenos en Cantagallo por una vivienda en carpas y con algunos baños temporales.

La ciudadanía está con Cantagallo, además en menos de dos meses el apoyo al alcalde Castañeda Lossio bajó 12 puntos y su desaprobación subió 14 puntos. Ahora bien, al parecer la reticencia del alcalde a reparar el daño causado a los pobladores frena incluso las motivaciones del Ministerio de Vivienda,pues bien, ahora que las cosas están más claras empieza nuestra larga tarea ciudadana. Primero, pronto se organizará una gran campaña para la recolección de fondos para construir las casas temporales de madera en Cantagallo que los arquitectos ya están diseñando voluntariamente. Estén atentos para ayudar a organizar colectas de forma transparente y directa en los colegios, en las universidades, en los mercados, centros comerciales, centros culturales y demás espacios a llenar de solidaridad amazónica. Segundo, como ciudadanos comprometidos con la causa no podemos dejar de exigir un programa estatal de reubicación y vivienda digna que les permita mantener su estilo de vida comunitaria de la cual, dicho sea de paso, tenemos mucho que aprender. Además, la comunidad siempre estuvo dispuesta a pagar por un techo propio. Ellos no están pidiendo caridad, solo piden un programa urbano decente adecuado a sus necesidades de vida y eso es responsabilidad del Estado, y de nosotros los ciudadanos, quienes tenemos la misión permanente de recordar al Estado cuáles son nuestras prioridades sociales.

Por último, pero no por ello menos importante, el compromiso con los pobladores de Cantagallo es con nosotros mismos, queda aún mucho por hacer para reivindicar a los pueblos indígenas y originarios en sus derechos ciudadanos, en su cultura, en el cuidado hacia la naturaleza, en el conocimiento de las plantas medicinales y en tantos otros temas que ignoramos, desconocemos y que estamos perdiendo de forma acelerada. ¿De qué nos sirve tanto cemento político, si estamos depredando nuestros recursos naturales, y siendo indiferentes con los pobladores que más han cuidado y que tienen conocimientos ancestrales sobre la naturaleza de los sistemas ecológicos? Además, lo que está en juego cuando hablamos de la comunidad shipibo-conibo de Cantagallo en Lima, es un futuro con vivienda digna para cientos de niñas y niños limeños cuyas familias provienen de pueblos originarios y que hasta el día de hoy no logran tener acceso ni al agua, ni a la luz.

Leyenda fotográfica: Mural realizado en San Isidro por las artistas del SOI. Centro de Investigación y Taller Gráfico Shipibo-Conibo después del incendio en Cantagallo.