Opinión

Expectativa / Realidad

Por Herico More Muñoz

Sociólogo, docente universitario e investigador del Observatorio de Vigilancia Ciudadana – GOBIERNA

Expectativa / RealidadFoto: Presidencia

Hace seis meses el Perú terminaba un proceso electoral dominado por la polarización de posiciones políticas y claro está, por el antivoto fujimorista que le permitió a Pedro Castillo asumir la presidencia. Con una oposición sin mayor discurso que el “fraude electoral” y con una postura vacadora, se estrenó un gobierno de izquierda que a estas alturas luce débil e inconsistente producto de sus malas decisiones.

Poco a poco van quedando atrás las promesas de cambio y el discurso esperanzador (que aún practica en sus intervenciones oficiales como si siguiera en campaña). Estas ultimas semanas, lo cosechado por Castillo en la contienda electoral se está convirtiendo en frustración e incomprensión de una población que no termina de explicarse el por qué su forma de encarar la política de manera tan improvisada.

Sabíamos que Castillo era rondero, agricultor, maestro y con poca formación política y que estas cualidades no necesariamente serían el impulso de su candidatura y mucho menos lo que le permitiría lograr su elección. Ha quedado claro tanto para opiniones de derecha como de izquierda, que Castillo no está ahí producto del movimiento popular o una estrategia política bien diseñada, sino por un azar de la historia y su propuesta hoy por hoy es errática, sin horizonte, improvisada y de mucha indecisión, generando con ello, que no solo arrastre al fracaso a su figura política sino también a todo el país.

La alta expectativa para un porcentaje de la población que esperaba verdaderos cambios se va convirtiendo de manera acelerada en decepción, en más de lo mismo o inclusive algo peor, reforzándose así el escenario de polarización, pues del otro lado tenemos a una oposición que no cumple de manera responsable su rol y se ha ensimismado en su postura racista y vacadora, no es estratégica y por el contrario, ayuda a la sobrevivencia política de Castillo.

Lo único firme de Castillo a estas alturas es su sombrero y pareciera que ese “nuevo comienzo” que algunos proyectaron, poco a poco llega a su fin; sin embargo, más allá de las salidas planteadas que circulan en las redes y los medios de comunicación, nos toca reflexionar sobre nuestra democracia y su ciudadanía, dos puntos que se deben entender como importantes más allá de la inmediatez de las soluciones requeridas y que hay que trabajarlas, aunque ello signifique una camino cuesta arriba.

Una ciudadanía como la nuestra en constante proceso de construcción definitivamente no va a garantizar el fortalecimiento de la democracia, por el contrario, un crecimiento sostenido de nuestra ciudadanía, permitirá que se revalore la libertad política, la representación misma, así como el acto electoral el cual juega un papel determinante en nuestras decisiones y debe orientarse en una nueva significación. Así, debemos empezar a entender que la formación y el involucramiento efectivo en política más allá del análisis son herramientas necesarias a utilizar para promover una salida clara a esta crisis y a las que vengan. En un escenario como el que nos está tocando vivir sobran las salidas efectistas sin asidero político ni social y, se necesita experiencia y liderazgos capaces de convertir las situaciones críticas en oportunidades; sin embargo, somos concientes que en nuestro país nos hemos alejado de la política y hemos optado por la crítica y el cargamontón. Dura tarea que tenemos si queremos empezar a remediar este mal que nos aqueja. De ahí que el error no es necesariamente Castillo, sino más bien, este es el producto de una política sin horizonte, mediática y clientelar que se ha colado en nuestra cotidianidad y nos hace responsables de lo que suceda más adelante.