Opinión

¿Escalar o minar el conflicto?

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

¿Escalar o minar el conflicto?Foto: Congreso de la República

Preocupa, dada la cantidad de muertos en la protesta, que al gobierno y al congreso, no les haya interesado solucionar el conflicto, sino más bien hacerlo escalar a confrontación y crisis. Es increíble que se pida negociación – que es un momento inicial para la solución de un conflicto – después que las hostilidades se hayan roto desde el ejecutivo pos Castillo y el legislativo.

Sabiendo que el viernes 3 de febrero, el congreso le dijo ¡No! al proyecto de Boluarte, no queda dudas que una parte mayoritaria del congreso y una izquierda dura – radical – no den pasos para solucionar una crisis que ya lleva una sextena de muertos. Hasta un político más duro de la derecha, renunció con dos muertos; la “provinciana y mujer”, hoy presidenta, no lo hace. Todos se quieren quedar.

¿Es comprensible una situación así? Sin duda que sí. El conflicto es político, pero quienes lo hacen hoy en día, tanto en palacio o el congreso, no lo son. Los que están, lo son por oportunidad, familiaridad y quizá necesidad. Pero no son políticos.

Iniciadas las protestas en diciembre, tomando aire a fines de año, el sistema económico gobernante en la sombra, léase Confiep, banqueros, mineros y otros, pudieron prepararse para lo que venía. A la vuelta, en los primeros días de enero, toda la artillería estaba lista. El congreso soltó a sus mejores y más rabiosos mastines.

Los panfletos de la “gran prensa”, también tenían todo listo. Claro con mentiras y falsedades sobre el levantamiento. Se podía ver que todos manejaban la misma narrativa, para pechar a los “vándalos”. Nadie dijo, en esos medios, que los saqueos en Puno no fueron hechos por los manifestantes, sino por vándalos de la misma ciudad. Me acordé cuando en el “aymarazo” ocurrió un hecho similar, y que aunque no lo hicieron los aymaras, igual Walter Aduviri acabó ebn la cárcel. Desquite del sistema por no dejar explotar una mina en la frontera.

A ello se sumó la ignorancia supina de los expertos de inteligencia que le dijeron a Boluarte mentiras del tamaño de una catedral. A menos que ella, de modo consciente haya asumido el papel que el sistema le ha propuesto. Por ejemplo: “Que los ponchos rojos eran comunistas”. “Que las largas filas de carros modernos que venían del sur eran enviados desde Bolivia por Evo”. “Que ¿Quién los financiaba a los alzados?” Soltaron despropósitos que dolieron mucho en Puno, en especial a los aymaras. Se dijo desde la prensa aliada a los grupos de poder, que los manifestantes eran financiados por la minería informal y el narcotráfico. Algunos más recios y con galones, formateados desde los cuarteles, ahora con la inmunidad del congreso, afirmaron que eran comunistas y “que no pasarían”. Algún “periodista” dijo en tono de arenga, “métanles bala”. Eso duele en el alma. ¿No hay algún asesor en la PCM, encargado de Puno que le haya dicho a Otárola que toda esa información era falsa?

Hace unos días vimos el triste papel que le tocó jugar a la policía. Se volvió política, Un general se volvió “analista de semiótica”. Habló de los colores de los escudos artesanales. Si viera los letreros de Puno, nos mata. Así, jugó para el gobierno de turno. Aquí en Puno, un capitán PNP pidió al alcalde, la relación de todos los dirigentes de mercados para denunciarlos por atentados a la seguridad pública. Si así están lo generales, ¡Qué pensar con los rangos inferiores?.

Cuando Castillo gobernaba se decía que había “ministros en la sombra”. Ahora se puede decir que los ministros de Boluarte salieron de la sombra de la mano de Otárola y del congreso. El primer ministro antes crítico del fujimorismo, como Nano o Rospigliosi, ahora defiende la Constitución que antes abjuró. Y sigue la política de puertas giratorias, lo cual no es aceptable, menos honorable.

Triste papel de los servicios de inteligencia. Lo dijo ex director de la Escuela de Inteligencia Gómez de La Torre, “no hay inteligencia en el Perú”. Esa información es mortal para la vida del Perú, por todo lo que ello implica. Yo, que fui asesor en la PCM en la fenecida unidad de manejo de conflictos, lo entiendo. Alguna vez había que tener información urgente sobre un suceso en Puno, lo conseguí antes de una hora; la inteligencia policial al día siguiente.

Lo único claro fue que todas las acciones para contrarrestar la protesta en ciernes, tuvieron un efecto boomerang.

Es evidente que nuestra política está en su nivel más bajo. Estaba en nivel precario. Ahora estamos en el nivel más bajo que puede haber para designar qué es un político. No creo que algunos políticos de las regiones o “provincianos”, dado el triste papel que han jugado en nombre de sus representados, puedan dar la cara a su gente. Persiste la compra de voluntades, antes promovida por Castillo. Persisten los esputos al cielo de los “políticos”. Para muestra bastan las palabras de Boluarte u Otárola. La primera diciendo “si al presidente lo vacan, yo me voy”, siendo cierto que se vacó sólo, ella por honor debió irse y no se fue. El segundo denostaba la constitución fujimorista y ahora la defiende. ¿Por qué esos cambios radicales? Insisto, estamos en el nivel más bajo de la política. Tenemos ahora una dictadura civil.