Opinión

El patriarcado de Boluarte

Por Alejandra Ballón
El patriarcado de BoluarteFoto: Presidencia de la República

El patriarcado, la misoginia y el machismo habitan en la pluriculturalidad de cuerpos e identidades, esto incluye a mujeres, diversidad LGTBIQ+, descendientes de pueblos originarios, tanto como a los cuerpos caucásicos. Es por ello que Boluarte, a pesar de ser mujer, cogobierna con los partidos y fuerzas políticas que más daño le han hecho a los derechos sexuales, reproductivos, identitarios, culturales y laborales de las mujeres en el Perú.

Keiko Fujimori –lideresa de Fuerza Popular– es otra mujer que también utiliza el discurso feminista en sus campañas políticas populistas, sin embargo, el movimiento feminista peruano insiste en aclarar que no existen feministas fujimoristas. Esto debido a que su bancada atenta sistemáticamente contra los derechos de las mujeres peruanas. Por la misma razón, tampoco existen feministas boluartistas a pesar de que Boluarte utilice el discurso feminista para victimizarse o generar empatía. No se trata de una paradoja sociocultural compleja, se trata más bien de un negacionista espectáculo de contradicciones que ratifica lo que es obvio: es más fácil para las mujeres machistas que manejan una clara agenda patriarcal alcanzar el techo de cristal de la masculinizada esfera política peruana.

Desde el inicio de su gobierno, Boluarte se ha cobijado bajo el autoritarismo de las Fuerzas Armadas y la figura represora del Estado de Emergencia. Debido a que en la práctica su agenda es marcadamente anti derechos, ella ha dejado de ser reconocida como la primera presidenta mujer y pasará a la historia como la primera dictadora mujer del Perú. Un 78% de mujeres desaprueba actualmente su gestión y 91% la gestión del Congreso. (IEP, 2023) Por ello, en el Día Internacional de las Mujeres conmemorado el 8 de marzo, el hashtag más utilizado en las redes sociales fue el de #NiUnaMujerConDina. Por su parte, el movimiento de mujeres en Cusco intervino la letra de una canción con la frase “Dina Asesina tú no representas a la mujer andina”. Así, tanto el movimiento feminista como los movimientos de derechos de las mujeres de base, han dejado claro que el gobierno de Boluarte es una pesadilla feminista: un país dominado por un patriarcado femenino que exacerba las graves tasas de violencia de género.

El 2 de marzo, un grupo de mujeres aimaras, ejerciendo su libre derecho a la protesta, marcharon por la Plaza San Martín de Lima portando en la espalda a sus hijxs envueltos en llicllas como tradicionalmente lo hacen para todos los quehaceres cotidianos ya sean estos domésticos, laborales, recreativos o ciudadanos. Una de ellas abre los brazos en gesto pacífico y avanza hacia la policía. Los policías les lanzan innecesariamente bombas lacrimógenas a pocos metros de distancia. Las ahogan con dañinos gases a ellas y a sus niños y niñas. Los videos dan la vuelta al mundo y la comunidad internacional y de derechos humanos repudia los hechos.

El ministro de educación Óscar Becerra comentó los hechos: “Ni siquiera los animales exponen a sus hijos. (...) ¿Se les puede llamar madre a las que llevan a sus hijos y los exponen a la violencia de la que estamos siendo testigos? ¿A ese extremo de manipulación podemos llegar? (...). Yo dudo que sean las madres, yo creo que tal vez en la extrema necesidad en que se encuentran algunas mujeres que lleguen a alquilar a sus hijos para que sean llevados a estos, pero no puedo concebir a una madre exponiendo a su hijo”. Ante la abrumadora presión de las mujeres aimaras, la opinión pública y la comunidad internacional de derechos humanos, el ministro presentó sus retardadas disculpas “sinceras”, sin embargo, la actual congresista Ruth Luque de Juntos por el Perú lo denunció penalmente por el presunto delito de discriminación y la congresista de Cambio Democrático Sigrid Bazan presentó una moción de interpelación respaldada por parlamentarios de Perú Libre, Bloque Magisterial, Perú Bicentenario, Perú Democrático y Podemos. El mundo aimara –con justa razón– exige su renuncia.

Vergonzosamente, ni las congresistas pro vida que promueven el lema “con mis hijos no te metas” ni la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables Nancy Tolentino ni la ministra de Cultura Leslie Carol Urteaga han respondido a la altura. Todas ellas culpan a las madres aimaras y no a la brutalidad policial que hace reiterado uso ilegítimo de la fuerza. El machismo instalado en el cuerpo de una mujer también alcanzó a una juez que ordenó prisión preventiva de 30 meses a otra mujer (Y.N.) por llevar montos de dinero que no excedían los 500 dólares para solventar los gastos de las manifestaciones, mientras que al hombre acusado por lo mismo la juez solo dictó comparecencia con restricciones. En ese sentido, en Ica hay mujeres fiscales que llevan a la carceleta a las mujeres por el solo hecho de defenderse con mordiscos o arañazos ante una inminente violencia masculina. (Codeh-Ica, 2023) Es tal la injusticia de género que, en vez de investigar al capitán EP Josué Frisancho Lazo, denunciado dos veces, una por violación y por agresión física a su mujer, este fue ascendido. Si hubiera sido inhabilitado de todo cargo público es probable que no habrían seis soldados muertos bajo sus òrdenes en Ilave.

En el caso de las miles de esterilizaciones forzadas de mujeres descendientes de pueblos originarios (Me Too indígena) ocurridas en los años noventa, el Grupo de Seguimiento a las Reparaciones por Esterilizaciones Forzadas (GREF) conformado por organizaciones de víctimas y sobrevivientes, instituciones sociales de base, ONG nacionales e internacionales, defensoras y académicas, se ha dirigido a la opinión pública mediante dos pronunciamientos (17 de diciembre 2022 y 8 de marzo 2023) para advertir que Boluarte representa la continuidad de la violencia contra las mujeres indígenas: “Boluarte no nos representa a pesar de ser mujer, provenir de la región de Apurímac y hablar quechua.” Además, sostienen que la actual coyuntura de convulsión social retrasa la búsqueda de justicia, verdad y reparaciones para las víctimas y sobrevivientes que llevan en pie de lucha más de un cuarto de siglo.

En el discurso a la nación del 8M –tres párrafos tautológicos pronunciados a las 7 de la mañana–, Boluarte intentó hacer del uso del discurso feminista una ‘luz de gas’ (gaslighting), rindió homenaje a las “hermanas que se dedican a la agricultura” (quienes ya han dejado en claro que la repudian), y se autodenominó heredera de la valentía de Micaela Bastidas. Unas horas más tarde, su gobierno reprimió la multitudinaria marcha de mujeres del 8M a punta de lacrimógenas y disparos. El negacionismo de la realidad, me hizo recordar la forma en que Alberto Fujimori insistía en sus discursos a la nación que con el programa nacional de planificación familiar “las mujeres serán dueñas de su propio destino (…) podrán decidir cuando y cuantos hijos tener”. Ahora sabemos que mientras pronunciaba esas palabras, fueron esterilizadas forzadamente miles de mujeres, lo que constituye a la fecha, el más grave crimen de Estado contra las mujeres indígenas peruanas desde la época de la colonia.

Sabemos que lo que es malo para la democracia es malo para las mujeres. Boluarte en su discurso condenó los feminicidios, pero ocultó que la tasa de estos aumentó alarmantemente un 23% y que se han asesinado a ocho mujeres trans, ambos casos en el mes de enero de 2023. Ni una palabra sobre las dos muertas, treinta y tres heridas y más de doscientas detenidas mujeres en el contexto de las movilizaciones y nada a las decenas de madres que han quedado huérfilas. Nada sobre las mujeres de las ollas comunes detenidas arbitrariamente por cocinar ni sobre los tocamientos indebidos a las mujeres detenidas en San Marcos ni sobre las cantantes populares a las que han abierto proceso por donar dinero a las movilizaciones pacíficas de la segunda marcha por los Cuatro Suyos, ni sobre los cientos de desaparecidas ni sobre la presencia masiva de las mujeres en el actual contexto de convulsión social. Por el contrario, el patriarcado de Boluarte está en marcha.