Opinión

El nuevo escenario político latinoamericano

Por Doroteo Arango

Internacionalista

El nuevo escenario político latinoamericanoEl Confidencial

Durante todo el 2020 y lo que va del 2021, la pandemia representó un corte en el desarrollo de la política regional latinoamericana, que hasta entonces tenía tendencias muy claras como fuera el proceso de desmantelamiento del progresismo latinoamericano, luego de la reelección de Almagro como Secretario General de la OEA y los intentos por reagrupar a los 34 países en la órbita de Washington.

En este período, con mayor o menor éxito, todos los países del hemisferio priorizaron la forma de abordar sus problemas sanitarios domésticos y luego la vacunación, dejando por un momento de lado los temas tradicionales de la política exterior. En ese sentido, los grandes esfuerzos diplomáticos -que están por ser evaluados- se refieren a la obtención de suficiente número de vacunas para las poblaciones locales. Una primera evaluación, nos lleva a pensar que estamos aún muy lejos del objetivo de solidaridad y cooperación entre nosotros mismos.

Mientras tanto, se inauguró y ya lleva cien días la nueva administración demócrata en EE. UU, que también parece haber descuidado en algo, la agenda regional. Lejanos están los días en los que la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado regían las relaciones de EE. UU con el hemisferio. Sin embargo, todavía el Comando Sur sigue generando suspicacias en el tipo de relaciones paralelas que lleva adelante con las Fuerzas Armadas nacionales, como parecen ocurrir en el caso peruano, donde sucesos como el ocurrido en el VRAEM (asesinato de 16 personas) hacen pensar ¿para que se necesita esa cooperación militar?

Pareciera que el presidente Biden se ha enfocado fundamentalmente en el tema de migración de América Central - encargado a la vicepresidenta Harris- y a la forma de rencaminar el trato político hacia Venezuela.

En el ámbito doméstico, se han producido varios cambios políticos trascendentes como las elecciones para la Constituyente en Chile. Asimismo, los resultados electorales favorables a la derecha de Lasso en el Ecuador, que conducen a una reflexión sobre el rol del indigenismo ecuatoriano en la conformación del espacio político de ese país.

En este sentido, el potencial y estratégico resultado que se de en la segunda vuelta peruana serán determinantes, para saber adónde se conducirá Torre Tagle.

En el horizonte se ven venir las elecciones en Brasil y Colombia, que pueden representar no solamente una derrota contundente contra Bolsonaro, sino el retorno del expresidente Lula. Asimismo, las posibilidades que el uribismo pueda ser derrotado de una forma contundente por una izquierda democrática en Colombia.

En definitiva, en pocos meses podemos estar atestiguando el retorno de una segunda ola progresista que le puede quebrar el espinazo al eje conservador que otrora condujo las relaciones hemisféricas, constituido por México, Colombia, Perú y Chile.