Opinión

“El futuro es ahora”: el júbilo esperanzador que recorre Chile

Por Paloma Rodríguez

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Historia mención Estudios Andinos por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

“El futuro es ahora”: el júbilo esperanzador que recorre ChileFoto: Clarín

Desde el estallido social del 2019, una sucesión de eventos históricos ha ocurrido en Chile. Se aprobó en octubre del 2020, a través de un plebiscito nacional, cambiar la constitución que dejó la herencia dictatorial. Asimismo, el pasado 15 y 16 de mayo, se eligieron a alcaldes, concejales y gobernadores regionales. Y, una de las votaciones fundamentales fue la votación de los convencionales constituyentes que participarán en la redacción de la nueva constitución.

Por primera vez en la historia del país, se pensará y creará una carta magna hecha por ciudadanos elegidos democráticamente. Y no solo eso. Será la primera constitución en el mundo escrita en paridad de género. Lo hermosamente asombroso de aquello, es que, el mecanismo corrector de la paridad en la Convención se aplicó más para integrar hombres (11 cupos de mujeres debieron ser cedidos para conseguir la paridad) es decir, la elección de mujeres arrasó. Por otro lado, las elegidas son feministas, defensoras de derechos humanos y ligadas a movimientos sociales que buscan renovar los cargos de representación popular.

Asimismo, al menos 6 constituyentes pertenecen a la comunidad LGBTIQ+ que velarán por los derechos de las diversidades sexuales. Otro hito histórico pero que no sorprende luego de los últimos años convulsos, y la poca capacidad de diálogo de una derecha miope, fue su gran derrota en las elecciones. Se posicionaron los independientes, las listas de los movimientos sociales con la "Lista del Pueblo", lo que es un claro reflejo del hartazgo de los partidos políticos tradicionales, evidenciado desde el “18-0”. Otra victoria fue para los partidos de izquierda. Un caso que lo evidencia, fue la elección de Irací Hassler. Economista feminista de 30 años que se convirtió en la primera política del Partido Comunista en regir la principal comuna de Santiago. Dando fin al cuestionado mandato del derechista Felipe Alessandri. El polémico proyecto de “Aula Segura”, implementado por el ex alcalde, meses antes del estallido, permitía la persecución, criminalización y expulsión de los estudiantes escolares, varios de ellos menores de edad. Así, los carabineros tuvieron la facultad de ingresar a establecimientos educacionales y a las aulas, armados. Lo que recordaba los atroces tiempos de la dictadura, y, a la vez, adelantaba la desmedida represión policial y la vulneración a los derechos humanos que comenzó aquél 18 de octubre contra los estudiantes que evadieron el metro, y luego se extendió a todos los manifestantes.

Así, el gran triunfo de Hassler, es una respuesta en contra del status quo imperante en el país, y el deseo de cambios estructurales. De una renovación urgente de los agentes del Estado con propuestas conciliadoras, y comunitarias. Enfocados en proteger, y no vulnerar, los derechos de los ciudadanos. Y, al fin, darles el protagonismo político a las mujeres.

Del mismo modo, por el cupo de los escaños reservados a pueblos indígenas se incorporaron 17 representantes pertenecientes a los mapuches (la mayoría), aimaras, quechuas y diaguitas. Entre sus demandas, se encuentra crear un Estado plurinacional e intercultural, que reconozca su soberanía y derechos. Chile es uno de los pocos países de Latinoamérica que no reconoce a los pueblos indígenas en su Constitución.

Es más, el Estado chileno ha solido atentar contra ellos. Invisibilizarlos y buscar su exterminio. Esto lo podemos rastrear desde la mal llamada “Pacificación de la Araucanía” en el siglo XIX, que no fue más que la matanza de una parte significativa de la población mapuche. Seguida de la usurpación de sus territorios para entregárselo a la oligarquía chilena y, posteriormente, a colonos extranjeros. Buscando de esta manera el “blanqueamiento” de la sociedad chilena. Todo esto bajo el mando de Baquedano. Y es debido a ello que su estatua ha sido objeto de desconcierto y diferentes intervenciones por parte de los manifestantes desde el estallido. Porque, un militar genocida no representa un héroe patrio para el pueblo. Ni qué decir de la expropiación de tierras mapuches para otorgársela a las industrias forestales ocurridas con Pinochet. Problema que sigue vigente y que, tanto gobiernos de la Concertación como el de Piñera, solo han agudizado aplicando el terrorismo de Estado en el Wallmapu. Realizando una serie de montajes como el que acabó con la vida de Catrillanca, y líderes de diferentes comunidades, y varios presos.

Por lo tanto, la elección como constituyente de la Machi Francisca Linconao, encarcelada injustamente por calumnias en su contra es tan reivindicativa. Al igual que el nombramiento de la académica y lingüista Elisa Loncón como presidenta de la Convención Constitucional, ocurrida el pasado 4 de julio. Refleja un simbolismo lleno de ilusión. De que, la creación de un nuevo Chile, a partir de las manos de su diverso pueblo que lo compone, es posible. De aquellos que la élite desprecia, no entiende y los tilda de “alienígenas”. La otredad que, aunque mayoritaria, se ha negado, invisibilizado y puesto en una “ciudadanía de segunda”, al fin podrá reclamar su lugar. Y así, abrir paso a una democracia plural, interseccional y real, no solo de “papel”.

Margaret Thatcher, encarnando el modelo neoliberal y sus ideales individualistas, creía que no existía la sociedad, solo el individuo. De esta forma el modelo impuesto por los chicago boys, tecnócratas y militares en Chile, mediante el terror, la persecución y cometiendo crímenes de lesa humanidad, calló y persiguió la colectividad, y el pensamiento crítico.

Pero, luego de años de silencio, los agentes sociales se empezaron a encontrar en el espacio público, en las protestas, reviviendo la colectividad y la unión. Han tenido que pasar 10 años, desde el gran movimiento estudiantil del 2011 hasta la fecha, para empezar a gestar un cambio. Y para pensar y comenzar a forjar este nuevo Chile, se han encontrado todas las manos, las cosmovisiones y demandas que buscan conseguir una vida digna, el cuidado de la tierra, y de las diversidades tanto étnicas, de género y sexuales que lo habitan. Se volvieron a abrir las grandes alamedas. Y con ellas, luego de tanto dolor, represión y resistencia, vino la esperanza. Llena de colores.