Opinión

El fracaso de Castillo

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

El fracaso de CastilloFoto: Presidencia de la República

Cuando uno constata el fracaso de Pedro Castillo en la presidencia del Perú, puede entender, sociológicamente, yo filosofando, el fracaso de su gestión.

Mucho se ha hablado de su paso por el SUTEP y su función dirigencial. Su historial silencioso en Perú Posible de Toledo. Por último, su llegada altisonante a palacio de gobierno.

Es verdad que su fracaso es estruendoso. Su dependencia emocional creo yo, más que de identidad política con Cerrón, lo ha llevado al fracaso. Creo que está en un punto de no retorno.

Es verdad también que el sempiterno establishment político económico reinante desde la colonia, con el soporte poderoso de la prensa propia, no lo dejó – y no podía – armar un gobierno basado en promesas desde tierra adentro. Estos últimos lo vendieron como la llegada del Armagedón. Comunista. Expropiador. Terruco. El fin de los tiempos.

Dicho hasta el cansancio, los partidos o movimientos políticos en nuestro Perú – de izquierda o derecha – no tienen la capacidad para gobernar. No hablo de los partidos de fachada política – oleada y sacramentada por el JNE – que se han constituido como brazo político del establishment. A esto le agregamos el “lawfare” desatado por el Congreso y ahora con los topos hibernantes, ahora despiertos, el brazo legal de la Fiscalía y el Poder Judicial.

Castillo llegó a palacio de suerte. Había que decirlo y se dijo. Fue como decimos un outsider con el marketing del colectivo social del Perú profundo. Ser un profesor, provinciano y con un lenguaje de izquierda. Llegó con un partido desconocido del cual no se sabía mucho. En el camino supimos quien era Cerrón y de qué pie cojeaba.

Pero no llegó Castillo con los pergaminos para gobernar. Su historial lo decía. El paso anónimo por Perú Posible al parecer no le dio base política. La experiencia ronderil, si bien es ancestral, tampoco desarrolla proyectos económicos más allá de la vigilancia comunal. El paso por el SUTEP tampoco podía dárselo. No es una organización que te de capacidad de gobernar. No maneja proyectos económicos inmensos como los del aparato estatal. Es más lo que es, un sindicato reivindicativo que pugna por ser aparato político de la izquierda dura y extrema.

Mirando desde el mundo andino, la ascensión a una responsabilidad política es gradual. Es emergente pero evaluada. No sé cómo es en Cajamarca, pero conozco la paternal que viene de Ayacucho y viendo la experiencia de Puno, he constatado que las responsabilidades son asumidas de manera obligatoria, pero que comienzan de a pocos. Me explico, se asumen cargos de baja responsabilidad en la comunidad y según su trabajo se encargan cargos de mayor responsabilidad e importancia. Ojo, no hay campaña política para un cargo, la comunidad por su trabajo va encomendando tareas en la designación de cargos. Si no hay capacidad, se encarga tareas de otro nivel más bajo.

Para el caso de Castillo, su llegada al poder ha sido muy rápida. No tenía la capacidad para gobernar. Podemos entender su voluntad política y social de tierra adentro, pero no tuvo la capacidad de delegar responsabilidades. Peor aún, se dejó llevar por Cerrón por un lazo umbilical sentimental deudor por darle el vientre de alquiler. Pensó que teniendo colegas en el Congreso tendría respaldo. Ingenuo. El frente magisterial.

Nuevo Perú tenía mejores cuadros técnicos para un gobierno de alta intensidad. Quizá no los requeridos para llegar a todo el aparato estatal, pero de hecho, en la práctica quedó demostrado que los cuadros del partido liderado por Mendoza eran mejores. Su inexperiencia política no le permitió justamente ver que personas eran las más indicadas para los altos cargos como ministerios u otros organismos clave.

El asedio del empresariado político prácticamente lo ha cercado. Nadie entra o sale de palacio. Unión, Junín, Carabaya y Desamparados están bajo su control. Las cámaras de palacio no ayudan, pero las de la municipalidad ahora si funcionan. Con Merino se malograron.

Falta que le digan a Castillo “¡salga con las manos en alto! ¡Está rodeado!, obvio que eso debe decirlo la policía, pero se lo dice el Congreso. Toda su familia fue diezmada. Sobrinos, cuñada. Sólo queda la esposa – si se anima – para tirar la banda, como quien tira la toalla, por la ventana como "La Mariscala”.

Al parecer los doscientos delincuentes – como ayer los almagristas – están listos para entrar. Ya estará listo un “Juan de la Herrada” un “De Soto” o "alguien del congreso” para darle la estocada final.