Opinión

El documental desentonado de Rómulo Sulca: “Teloneras”

Por Claudia Arteaga

Profesora e Investigadora de cine documental peruano

El documental desentonado de Rómulo Sulca: “Teloneras”Fanpage "Teloneras"

“Teloneras” es el primer largometraje documental del cineasta huancaíno y creador de la productora Catecresis cine, Rómulo Sulca. Cuenta las experiencias y circunstancias vividas por 5 mujeres, entre chicas y adultas: Suliana García, Kelly Castellanos, Yhadira Sullca, Frida Gutiérrez y “Shandu, la huambla wanka”. Ellas viven en la ciudad de Huancayo trabajando de teloneras; esto es, de cantantes “amateur” de música vernacular andina. La película se divide en cinco capítulos, en donde cuenta la historia de cada una por seguir sus aspiraciones por convertirse en exitosas cantantes folklóricas. Lo primero que nos llamó la atención, además de la escena tranquila del inicio del día -poco esperable en un documental sobre música-, es que cada capítulo tiene un título; y lo segundo es que a cada título le corresponde una nota musical. El primer capítulo, por ejemplo, abre con el título “Capítulo Do / Suliana García” en rojo. La forma y el color de las letras siguen una estética conocida en Lima como “chicha” que se asocia al mundo “cholo” de lxs migrantes y, por tanto, de las folklóricas. Sulca denomina así cada capítulo, con la excepción de dos porque sólo tiene cinco personajes. ¿Qué nos dice esto? ¿Qué nos dice sobre lo que nos muestra o cuenta “Teloneras” como documental?

“Teloneras”, filmada en cuatro semanas, es una película de bajo presupuesto que casi no se hizo. Al verla unx puede pensar que una vez hecha sigue siendo modesta y no guarda muchas pretensiones. El tema es familiar. Aborda una figura que ya se ha hecho típica en el imaginario social limeño por muchas razones y en distintos momentos, como es la folklórica andina. El documental nos evoca concretamente a Flor Pucarina, nombre artístico de Paula Eugenia Chávez Rojas (Eleanor Chávez), quien fue una cantante huancaína que tuvo un éxito rotundo entre los sectores populares migrantes y provincianos de Lima durante los años 60. Fue conocida como la Faraona del Cantar Huanca. Las notas que circulan sobre ella en la web cuentan una historia de infancia llena de sufrimiento y pobreza, la cual cambia cuando en Lima se descubre su talento y, en consecuencia, es catapultada al estrellato. “Teloneras” le hace un homenaje a Pucarina, implícito y también explícito en un momento. Sea como sea, al hacerlo lo hace con agudeza, sin concesiones, revisando viejos tropos culturales y proponiendo una forma de hacer cine desde el arraigo huancaíno o, por qué no decirlo, provinciano.

Sulca se considera huancaíno por vivir ahí desde los ocho años, aunque en verdad nació en Ayacucho. Tenía la idea de hacer “Teloneras” desde el 2013 tras hacer un primer corto basado en una prima suya, también cantante folklórica, pero por falta de presupuesto recién el 2019 pudo concretar el proyecto. Tal vez porque quería terminar rápido con la película que tenía postergada o porque es su primer largometraje, Sulca considera “Teloneras” como un primer ensayo. Así lo manifiesta en entrevistas. Ese sentido de lo raudo, crudo, precisamente define su película. Sulca apuesta por una mirada contemplativa sobre vecindarios y espacios con un ojo que se pasea por ellos sin mayores pretensiones, sabiendo que los conoce. Se deja guiar por sus personajes y muestra con ellas un día en sus labores como estudiantes, vendedoras, artistas y teloneras. Si el gran desafío de las teloneras, como lo fue para Flor Pucarina y otras folklóricas, es la pobreza, en lugar de contárnoslo, Sulca nos muestra la persistencia con se enfrenta cotidianamente tal desafío sin darnos lecciones de nada. El gran reto del día es llegar al show, que es lo que vemos al final de casi todos los episodios, excepto en dos que, como veremos, “desentonan”. Sin embargo, el show del que ciertamente gozamos musicalmente, con el buen sonido además que maneja la película, pasa también sin mayor revuelo. En la mayoría de la película, se nos lleva al transcurrir del presente sin épica ni catarsis más allá del efecto del musical, el que se vive a todo pulmón para quienes conocen las letras de las canciones. Al final lo más rico y sugerente de este documental no es que establece un tono o, dicho en los términos de la pregunta de arriba, mantiene una nota musical. Lo verbal pesa, pero no es lo primordial. Lo interesante es que esta película adopta variantes en su narrativa que provocan un examen de su propio método. O sea, “desentona” haciendo suyos esos momentos, que son dos. El primero tiene que ver con Shandú, la “huambla wanka” y el segundo, con Sulca mismo.

En el caso de Shandú, distinto de las otras mujeres, tenemos más performance que recorrido. Al inicio de su episodio, la cámara nos lleva al cementerio “El Ángel” de Lima, en donde vemos a Shandú cantando e impersonando a Flor Pucarina. Shandú no es una imitadora simplemente. Como lo podemos percibir durante el episodio, Shandú es una encarnación (impersonation, dicen en inglés), como mujer trans, de Pucarina. Tras la presentación, el episodio continúa el tono melodramático de la canción a través de una voz en off que pertenece a un reportaje televisivo que no vemos. La voz nos cuenta un poco sobre la vida de Shandú, mientras apreciamos los colores vivos de sus trajes artísticos. De Shandú, por la voz nos enteramos de que es exitosa y, más importante todavía, que tiene un pasado que no se nos relevará, porque ella lo mantiene en secreto para ser quien es ahora.

Sulca en una entrevista dijo que con Shandú no había podido lograr lo que con las otras: que actúe con espontaneidad. Al parecer, Shandú no podía dejar de “actuar” ante cámaras como si estuviera en un reportaje, no podía dejar de interpretar ante cámaras a Pucarina y, así, para decirlo en términos que serán simplistas, dejar de ser Shandú. El reportaje funciona como otra narrativa que habla de una verdad, diciendo representativamente más de Huancayo, la “ciudad inconstratable”, que lo dicho en los otros segmentos. La Huambla Wanka nos pasea por la ciudad mostrándonos una estatua de Pucarina, al pie de la que canta de nuevo, y un modesto museo dedicado a ella. Con Shandú se evidencia lo que en este punto se sugiere, de que la película de Sulca no se propone como épica, tragedia o triunfalismo. Lo que nos dice curiosamente a través de una escena que sugiere lo contrario, es que esta película busca retratar sin filtros cómo estas mujeres enfrentan su presente incesantemente, sin pena ni gloria. Esta película es eso en lugar de ser la épica capitalina que nos cuenta la vida desgraciada de mujeres en provincia que salen a la conquista de la capital con su talento a superar todas las barreras. Todas.

De esa manera, la trama no es un relato, sino es una experiencia cotidiana de ciudad. Es una visión de Huancayo, y los retos del día a día que son de vividos de diferente manera por mujeres de una clase e identidad vulnerada. Por eso, su gesto, coral y reflexivo le toca al director también, como el huancaíno de clase vulnerada que es pero hombre. Sulca se incluye a sí mismo en una escena casi final en la playa junto al personaje de su último segmento, Yhadira Sulca, su prima. Vemos a ambos y al conjunto que los acompañan imitando (o performando) la producción de un video musical. Mientras Yhadira y el conjunto interpretan y bailan, Sulca apunta con su cámara muy cerca a Yhadira, emulando exageradamente la técnica que había usado para su película. Se acerca y corrige la actitud poco agraciada de la telonera al punto de incomodar un poco a esta espectadora. Es la imagen inversa de Sulca como director hombre que dirige una película de mujeres sin pretensiones, pero que de todas maneras reconoce las tensiones de poder que implica su género. Es también la imagen complicada de una chica que sonríe apenas y se deja guiar. Será también una imagen inversa de nosotras mismas dependiendo de si captamos la ironía o no en su momento. Al final, la película también es la escena de una madre que reflexiona mirando la puesta de sol con su hija, la telonera, como una mujer que conversa con otra, y le dice que ya acabó el día y que siga para adelante. Es también el gesto de la hija que le dice gracias a la madre, o a la mujer o a la compañera, por haber venido de lejos para apoyarla. Asimismo, el afiche que vemos aquí juega con ese efecto de lo inverso. La chica-telonera, suponemos que Yhadira, mira hacia el mar, cuando “Teloneras”, la película de Rómulo Sulca, mira hacia adentro.

Como otrxs cineastas peruanos no-limeños actuales, como Oscar Catacora, Alberto Flores Vilca, Álvaro y Diego Sarmiento Pagán, Geraldine Zuasnabar y el colectivo Chola Contravisual, Sulca muestra una mirada desde el espacio propio haciendo un cine que, antes que contar una historia para un público limeño clasemediero, se preocupa por mostrar dicho ámbito y sus vínculos, aunque a éste le desentone.

Ficha técnica

Director: Rómulo Sulca – Producción: Rómulo Sulca, Jhon Pizarro – Jefa de Producción: Yessica Meza Quispe – Con la participación de: Suliana García, Kelly Castellanos, Yhadira Sullca, Frida Gutiérrez, Shandu La Huambla Wanka – Guion: Rómulo Sulca – Dirección de Fotografía: Rómulo Sulca, Marcio Rolando Jara – Sonido: Ángel Romero, Jhon Pizarro Taipe. – Edición: Jhon Pizarro.