Opinión

El divorcio nuestro de cada día

Por José Ignacio Távara Castillo
El divorcio nuestro de cada díaFoto: ©Luisenrrique Becerra │ Noticias SER

Busco la palabra divorcio en el diccionario de la Real Academia Española y éste me remite al verbo divorciar donde encuentro tres acepciones:

  1. Dicho de un juez competente: Disolver o separar, por sentencia, el matrimonio, con cese efectivo de la convivencia conyugal.

  2. Separar, apartar personas que vivían en estrecha relación, o cosas que estaban o debían estar juntas.

  3. Dicho de una persona: Obtener el divorcio legal de su cónyuge.

Para fines de esta breve reflexión me quedo con la segunda acepción que redacto así: separar, apartar personas o cosas que debían estar juntas.

Y pienso que, en nuestra sociedad, los peruanos y peruanas, que debíamos estar juntos, vivimos un profundo divorcio, separación o apartamiento en múltiples dimensiones.

En la jornada de hoy todo nos une, nada nos separa. Esta frase, escrita, como sabemos, por José Carlos Mariátegui, y tantas veces repetida en décadas pasadas, parece que se hubiera convertido en otra más o menos así: en el momento actual muchas cosas nos separan y parece que nada nos uniera.

Trágico estado, si así fuera, de una nación que celebra doscientos años de su independencia y su constitución como república.

Vivimos un divorcio social, político, cultural, histórico, económico. La discriminación por mil razones o, mejor dicho, sinrazones, es un hecho cotidiano en nuestro país. El color de la piel, el origen étnico, la lengua materna, la forma de pronunciar ciertas vocales y ciertas palabras, el lugar de residencia, el género, la opción o la condición sexual, el nivel de instrucción formal, la opción ideológica, la opción política. Y cada una de estas discriminaciones da origen a un adjetivo calificativo, un insulto, una palabra o una frase hiriente. Las serranías, los provincianos, los limeñitos, los comunistas, los caviares, los gays, las marrones, los color puerta, las mujeres, la ignorancia, y etc., etc., etc.

La inconciencia de este divorcio es lo que hace más preocupante nuestra situación. No se sabe si los jóvenes de clase alta saben que con su gasto en diversión de un fin de semana se puede alimentar una familia pobre durante un mes. No se sabe si los líderes políticos, los intelectuales, los periodistas de fama, los altos burócratas conocen o imaginan la profunda distancia que respecto de ellos vive y siente la gente común y corriente.

Divorcio en las mentes, en las capacidades económicas, en las condiciones de vida, en los códigos de conducta, en el pensamiento, en los gustos culturales. El consumo alucinante de las clases altas y la indigencia de los pobres, las condiciones de los servicios de salud, educación, seguridad, tan dispares según los sectores económico sociales a los que se brinden. Si se “brindan”. ¿Cuántos policías por habitante hay en un distrito de clase alta y cuántos en San Juan de Lurigancho o Carabayllo? Claro, en una casa de aquéllas hay bienes de tanto o mayor valor total que en una manzana del asentamiento humano Hirohito, Keiko Sofía o Elianne Karp.

Puentes

Pero no podemos quedarnos mirando o quejándonos de esta distancia que nos separa a unos de otros. Necesitamos con urgencia construir puentes entre nosotros. Algunas vías que se me ocurren para construir esos puentes son:

La escuela

Educar en nuestro país debía consistir en promover en los y las estudiantes un espíritu solidario y de integración general entre todos los peruanos y peruanas, promover la visión de que la pluralidad es un valor y que las culturas originarias no quedaron en el pasado, sino que siguen vivas y actuantes hoy, que estamos hechos de todas las sangres y todas las historias, de muchas clases, que somos un país pluricultural.

Hace unos años una profesora de un colegio mesocrático de Lima me invitó a orientar/guiar a sus alumnos de secundaria por Lima Norte. Fui con gusto. Primero hemos ido al centro comercial llamado Plaza Norte para que los estudiantes vieran que en estos barrios hay de todo y que se puede encontrar de todo. Se quedaron maravillados “acá el cine cuesta menos…” decían. Luego hemos ido por la avenida Revolución en Collique. Me preguntaban “señor, y aquí ¿de dónde sacan el agua?, ¿tienen agua?, ¿quién les ha dado los terrenos? ¿o a quién los han comprado?” Terminamos el recorrido en la casa hacienda de Punchauca. Después me enteré que la muy amable e inteligente profesora había comentado “los muchachos no conocían la ciudad en la que viven”. Ella hizo de puente.

Las universidades, los/las intelectuales, académicos y académicas en general tienen aquí un gran rol que jugar.

Las iglesias

Lugar y espacio privilegiado para reflexionar acerca de la pluralidad. Y vivirla. Especialmente en las iglesias cristianas que tan múltiples y diferentes son entre sí. Y que han vivido en su historia la persecución, muchas veces sangrienta, precisamente a causa de la diversidad y la divergencia.

Me cuesta ver cómo hay Iglesias o pastores y sacerdotes que optan abiertamente por candidatos ideologías y propuestas políticas determinadas cuando entre sus feligreses hay quienes tienen opciones diferentes. ¿No pierden ahí la posibilidad de ser pastores del conjunto y no solo de una parte de su misma iglesia?

La prensa

Claro, últimamente los propietarios de los medios de la gran prensa, escrita, hablada y televisada que se emite desde Lima han optado por partidarizarse, parcializarse y parapetarse un uno de los vértices de la política para, desde allí emitir sus mensajes unidimensionales. Con ello han renunciado a hablar y convocar al conjunto social, sino que más bien contribuyen al distanciamiento, el divorcio, la separación de lo que debía estar unido.

Los partidos políticos

Están llamados a convocar al conjunto. No importa en cuál sector social o clima cultural nació un partido político, ha de convocar al conjunto de la sociedad a no ser que su afán sea imponer su propuesta, su ideología y excluir o someter a los demás. Claro, partido viene de parte. Pero la vocación es la confluencia, la concertación, especialmente en nuestro país que no necesita más divisiones ni separaciones. Ese partido ¿tiene un mensaje para todos los peruanos y peruanas o solo para quienes comulguen con sus ideas y propuestas y los demás quedan excluidos?

Espero que estas mal hilvanadas líneas tengan alguna utilidad en el momento actual de nuestro país.

Carabayllo, 26 de octubre de 2021