Opinión

El Congreso, la casa de los cuchillos voladores.

Por Carlos Reyna

Sociólogo

El Congreso, la casa de los cuchillos voladores.Foto: Congreso de la República

Según se escucha en los audios compartidos por Epicentro Tv, Lady Camones, la presidenta del Congreso, aseguraba a su jefe partidario, Cesar Acuña, y a la plana mayor de Alianza para el Progreso, que Pedro Castillo no duraba más de dos meses en la presidencia de la República. No pasó ni media semana y ahora es el Congreso el que está decapitado.

Los récords de Lady

De sobra sabemos que no es muy raro que los Congresos censuren ministros o gabinetes, pero Camones es uno de los poquísimos casos en que el Congreso censura a su propio presidente. Martha Hildebrandt, en el año 2000, es el otro caso, pero aquel fue por razones básicamente políticas. En cambio, lo que ahora ha ocurrido es por un problema ético, muy cercano a la corrupción. Esta censura, además, ocurre a menos de dos meses de que Camones fuera elegida.

De los casos que comprometen a autoridades políticas actuales, los fiscales del Ministerio Público parecían tener interés sólo en las que forman o formaban parte del poder ejecutivo. Ahora, una fiscal acaba de abrir una investigación, por presunto delito de tráfico de influencias, que también comprometerá a la flamante ex presidenta del Congreso.

Se han necesitado probablemente decenas de destapes televisivos, cientos de carátulas escandalizadas, unas veinte interpelaciones ministeriales, y quizás 10 investigaciones congresales contra Pedro Castillo, para recién ponerlo contra las cuerdas. Y ha bastado un destape de un medio digital, para fulminar en muy pocos días, a la cabeza del Congreso.

Sin duda son varios récords los que ha batido Lady Camones, además del 8 por ciento de aprobación al Congreso en una encuesta, pero el penoso caso que llevó a su destitución, con todo lo que tiene de impredecible, volátil, escandaloso y turbio, no es más que la encarnación en una persona, de lo que pasa todos los días en el Congreso.

Nada nuevo bajo el sol

Esta vez César Acuña ha manipulado una necesidad popular, y ha pretendido usar cargos públicos obtenidos por su partido, para su beneficio personal, en concreto para su campaña electoral. Pero de sobra se sabe que esto no es nuevo en él. El libro Plata Como Cancha está lleno de evidencias sobre esa conducta desde que fue alcalde de Trujillo. Su partido, en verdad una más de sus propiedades, es un instrumento para esas prácticas. Y sus universidades, así como por un lado son empresas educativas, son también instrumentos políticos de su partido.

Esto no es muy distinto de lo que se hace en la mayoría de los partidos y bancadas presentes en el Congreso. Buena parte de ellos también son organizaciones con propietarios, ya sea unipersonales, como las de José Luna y Rafael López Aliaga, o familias dinásticas, como los Acuña, los Fujimori, o los Cerrón. En estos casos todos sabemos quiénes son los dueños. Y si esos no dicen abiertamente “esto me va a favorecer, es la tarea de esta semana”, es porque sus seguidores lo saben y esperan ser beneficiarios menores. Y en los casos en que no está clara la propiedad, es porque se la están peleando, como en Acción Popular.

La mayoría pro censura

Entonces, si llegó a formarse una mayoría a favor de la censura de Camones no es porque de pronto se conformara una mayoría de moral acrisolada. Ocurre que el destape de Epicentro Tv cayó en un recinto congresal en el que el control de su mesa directiva y, sobre todo, de su presidencia, son más apetecibles que nunca. La razón está en que todas las bancadas ven cercana la caída de Castillo. Una parte de la mayoría censuradora apaña a Castillo y piensa que sacando a Camones ha debilitado a los “golpistas”. Otra parte, más bien de derecha, quiere estar en la mesa directiva para cuando caiga don Pedro, pues de allí saldría quien lo suceda y desean estar cerca.

Fuerza Popular, fue la única bancada de derecha, además del grupo de Acuña, que defendió en bloque a Camones, por la antigua afinidad de ésta con los fujimoristas. Estos hicieron mil ruegos a las otras bancadas de derecha para que votaran igual, pero estas se dividieron respecto a qué les convenía más, si la unidad de la derecha o la chance de estar en una nueva mesa directiva.

¿Un gobierno formado por este Congreso?

Claro que hay un puñado de congresistas respetables, que se pronunciaron y votaron por la censura de la ex presidenta del Congreso por razones claramente del interés nacional y de defensa de la probidad democrática. Pero la escena resumen de este episodio es la de un Congreso dominado por bancadas que, cualquiera sea su retórica ideológica, están tan centradas en sus propios intereses de facción, que terminan fragmentadas e incapaces de generar liderazgos mínimamente respetables, al punto que de un día para otro terminan sin presidencia.

Del mismo modo que Pedro Castillo respecto al Ejecutivo, esa mayoría de bancadas también está descalificada para continuar conduciendo al Poder Legislativo. Con mayor razón para pretender que de ellas salga un eventual gobierno de transición. Como en aquella película china, en la plaza Bolívar, más que un Congreso constructor de consensos, lo que tenemos por ahora es la casa de los cuchillos voladores. Nada bueno puede salir de un ambiente así.