El ABCD del dengue: lo que todos deberíamos conocer
Médico Epidemiólogo | Representante de la OPS/OMS en Cuba
Desde hace 20 años las cifras regionales sobre los casos de dengue que recoge la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no dejan de subir. En el año 2002 se vio con alarma que se hubieran registrado más de un millón de casos. En 2019 el registro sobrepasó los tres millones. En lo que va de 2023 ya se suman más de dos millones de casos y países como Argentina, Bolivia y Perú han registrado cifras históricas de esta enfermedad.
A pesar de los esfuerzos por controlar la transmisión del dengue, los determinantes ambientales como el cambio climático, el consecuente incremento de la temperatura y las lluvias intensas, definen el escenario propicio para la reproducción y presencia constante del mosquito transmisor. A ello se agregan los determinantes sociales relacionados a la concentración y hacinamiento de personas en barrios periféricos a las grandes ciudades que no tienen servicios de agua entubada, alcantarillado ni regojo de la basura.
Cuando nos enfrentamos a epidemias de dengue en este contexto ambiental y social, sabemos que, si en las viviendas se acumula agua en cualquier recipiente, y si tenemos inservibles, latas y botellas de plástico en el patio, las calles o la azotea, entonces tendremos cientos de miles de criaderos de mosquitos que en solo una semana podrán multiplicarse por millones
Por eso en nuestros países la respuesta frente al dengue ha estado siempre orientada hacia la eliminación de los criaderos, la desinfección de los tanques de agua y el uso de la fumigación. También los sistemas de vigilancia entomológica usan trampas para capturar mosquitos y de esa manera medir si la densidad se encuentra bajo los umbrales aceptables o si su incremento llama a la acción anticipatoria del control vectorial.
En estos 20 años ha habido cambios importantes en el seguimiento y tratamiento de las personas con dengue y este debería ser el objeto de toda nuestra atención.
Aquí va el ABCD.
A) Nueva clasificación
Luego de un estudio en varios países con la contribución de expertos en dengue, la Organización Mundial de la Salud cambió la clasificación de la enfermedad. La forma anterior de clasificar al dengue como clásico y hemorrágico era un error. Ahora se clasifica como dengue sin signos de alarma; con signos de alarma; y dengue grave. Esto significa que debemos estar atentos a la aparición de los signos de alarma, que como su nombre indica, señalan la oportunidad para que de inmediato se busque atención médica en un servicio de salud. Cuando esto ocurre, no se puede dar ningún tiempo de espera ya que a cualquier edad pueden presentarse las complicaciones. El dengue es una enfermedad sistémica y de evolución inesperada.
Antes de explicar los signos de alarma, veamos otro elemento central.
B) El dengue cursa por tres fases
Las tres fases son: la febril; la crítica; y la de recuperación. Las tres pueden trascurrir entre 7 y 10 días. La fase febril y los síntomas que la acompañan son el cuadro clínico típico del dengue: fiebre alta, dolor de cabeza, malestar general, dolores musculares y en articulaciones. Esta fase puede durar entre 2 y 5 días y termina cuando cae la fiebre. Es éste el momento en que se inicia la fase crítica, pero con una trampa peligrosa, cuando cae la fiebre creemos usualmente que ya estamos mejorando y comentemos el error de levantarnos de la cama. ¡Grave error! Debemos seguir en reposo dos o tres días más y estar atentos a la aparición de los signos alarma. Esto salva vidas.
Si no aparece un signo de alarma y pasan dos o tres días desde la caída de la fiebre, entonces se inicia la fase de recuperación, que debe seguir transitándose en reposo hasta que se recupere la vitalidad.
Hasta aquí debemos recordar dos elementos: 1) que en la nueva clasificación se incluye el dengue con signos de alarma y 2) que en el curso de la enfermedad existe una fase crítica. Este conocimiento aplicado en la casa, en la comunidad y en los servicios de salud ha reducido la mortalidad por el dengue. La clave radica en la identificación temprana de los signos de alarma.
C) Los signos de alarma
Los signos de alarma hay que aprenderlos, memorizarlos y repetirlos cientos de veces para que no se nos olvide ni uno solo. Estos son: vómitos frecuentes, tres o más en una hora; edema o hinchazón en parpados, manos, pies, en el escroto en los niños o la vulva en las niñas. La acumulación de líquidos puede ocurrir internamente en el tórax o abdomen. El dolor abdominal es otro de ellos, suele ser muy intenso incluso simular un abdomen quirúrgico. Los niños y adultos con dolor abdominal suelen buscar una posición quieta en la cama para apaciguar el dolor. Otros signos de alarma son la irritabilidad, que en los niños se expresa en llanto frecuente, y la somnolencia o letargia, que genera cansancio o debilidad extrema. También constituyen un signo de alarma los sangrados de mucosas. Se recomienda observar las encías para ver si aparecen puntos de sangrado y observar si se presenta sangrado por la nariz, oídos, con la orina o una menstruación extrema en mujeres.
Podemos usar la sigla vediss como una regla nemotécnica. Cada letra expresa los signos de alarma, que son: vómitos, edemas, dolor abdominal, irritabilidad, somnolencia y sangrados.
Los signos de alarma no aparecen en un orden establecido. Cuando cualquiera de ellos surge, la persona debe trasladarse en forma inmediata a una unidad de atención de dengue. No se debe esperar ni un minuto más.
Atención especial merecen los lactantes, adultos mayores, embarazadas, o personas que vivan solas. Es necesario que la observación y seguimiento de estos pacientes se haga en un servicio de salud.
El 95% de los casos de dengue evoluciona bien. No se presentan los signos de alarma y las personas pasan a una fase de recuperación. Pero esto también constituye un problema ya que da una falsa seguridad, y las personas o familiares a cargo dejan pasar (muchas veces por desconocimiento) la ocurrencia de un signo de alarma, y cuando el paciente llega a los servicios de salud, puede ya tener un cuadro de dengue grave y complicaciones en órganos vitales.
D) La conducta terapéutica
Es correcto señalar que no hay un tratamiento específico contra el dengue, como por ejemplo un antiviral. Sin embargo, sí hay una conducta terapéutica que tiene 5 reglas de oro.
Cuando una persona sabe o sospecha que tiene dengue, debe:
1. Guardar reposo en cama. Es extremadamente importante cumplir esta regla.
2. Hidratarse. Beber líquidos, sopas, jugos, agua, suero oral o suero casero a sorbos continuos. Son útiles las bebidas con electrolitos, pero de ninguna manera las gaseosas. Las directrices para el diagnóstico clínico y el tratamiento del dengue, el chikungunya y el zika de la OPS recomiendan la hidratación intensa con suero oral hasta 3 litros diarios para un adulto. Para saber que una persona está bien hidratada la orina debe ser abundante y de color claro.
3. Controlar la fiebre. Para ello se recomienda sólo el paracetamol y si la temperatura es muy alta, se indican baños o duchas frías. Especialmente en el caso de los niños ya que la fiebre intensa puede producirles convulsiones. La fiebre y la temperatura ambiental deshidratan, de allí la importancia de beber líquidos.
4. Seguimiento profesional en el servicio de salud más cercano a su domicilio. Desde el primer día debe establecerse este contacto y mantenerse durante todo el proceso de enfermedad.
5. Evitar ser picado por los mosquitos para cortar la cadena de transmisión y evitar un nuevo caso en el núcleo familiar y el vecindario. Se debe hacer uso permanente de mosquiteros, repelentes, u otras medidas que pueden estar disponibles en la casa, como las mallas en las ventanas. Para que un mosquito o zancudo transmita la enfermedad debe previamente haberse infectado y esto lo logra únicamente si pica a una persona con dengue.
Sabemos que las emergencias sanitarias estarán siempre presentes en nuestras vidas. Con el fenómeno de “El Niño” ya definido para 2024, tendremos dengue, zika y chikungunya en ciclos epidémicos a lo largo del año. Debemos seguir preparándonos, en especial planificando y ejecutando obras de redes de agua entubada y saneamiento básico para las poblaciones más vulnerables.
Si ponemos en práctica el ABCD, sin duda disminuiremos la mortalidad por dengue. Poner atención en la identificación temprana de los signos de alarma en la casa, en la familia y en que los aprenda e identifique toda la comunidad, ha sido el mayor aporte de esta nueva clasificación.
La gravedad de los casos de dengue se genera al disminuir el volumen del plasma en nuestro sistema circulatorio. El plasma sale de los vasos capilares hacia otros espacios del organismo como el peritoneal. Eso se llama extravasación del plasma y explica el dolor abdominal intenso. Sin embargo, si una persona con dengue está bien hidratada y en reposo durante todos los días de la enfermedad, estos riesgos disminuyen.
Cuando se presentan los signos de alarma, la hidratación por los propios medios no es suficiente, y se requiere inexorablemente la intervención médica para compensar al paciente a través de una hidratación endovenosa. Radica allí la enorme importancia de prestar atención a cualquier signo de alarma.
¡El oxígeno es a la COVID-19, como la hidratación es al dengue! Pueden evitar las formas graves de la enfermedad.