Opinión

Día de los muertos sin muertos

Por Gabriel Gómez Tineo

Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

gabo.gomeztineo@gmail.com

Día de los muertos sin muertosFoto: La Hoyada de Katherine Valenzuela

El Día de los muertos es una fecha muy importante para nuestra cultura. Según nuestras tradiciones y creencias nuestros muertos en el primer y segundo día de noviembre vuelven y conviven con nosotros. Es un día sagrado y ritual, donde muchas familias que habitan en los andes preparan potajes deliciosos para recordar a los difuntos, además se reúne toda la familia y se pone una mesa o un altar con comidas, dulces, bebidas para que las almas que ya no encuentran con nosotros ese día vuelvan a casa y disfruten. Mientras que las familias comparten y recuerdan con mucho amor y cariño a los difuntos.

Por otra parte los cementerios que son el espacio sagrado y morada de los difuntos son visitados por sus familiares para hacer rituales con oraciones, invocando a los santos para que las almas puedan salvarse liberandose de pecados que aún tengan pendientes con el divino señor, para luego pasar al momento del compartir y conectarnos con los muertos recordando las memorias de vida y ofreciendo música, alcohol y comida para disfrutar en conjunto.

En la vida de las personas que han logrado enterrar a sus muertos según el mandato socio cultural y religioso, la celebración del ritual de Todos los Santos constituye un momento de equilibrio y sanación de la salud mental de quienes sufrieron la pérdida de un familiar. El duelo se cierra y se resana permanentemente a través de esta celebración anual, para ello es importante tener ubicado un lugar de memoria y ritual de nuestros difuntos Los lugares sagrados como los cementerios donde los enterramos representan esa conexión y vínculo con el ser querido.

Para miles de familias peruanas que perdieron sus seres queridos durante el periodo de la violencia política (1980 - 2000) fechas como estas deben ser quizás muy crueles, debido a que sus familiares desaparecieron y no pudieron ubicar sus cuerpos para darles la cristiana sepultura y a partir de ello reproducir esos ritos que alimentan a la salud mental. Más de 22 mil desaparecidos según el reporte de la RENADE (Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro) durante el periodo de la violencia, representan la enorme demanda de miles de familias que esperan encontrar a sus seres queridos por muchos años, mientras la espera sigue siendo prolongada e incierta hasta la muerte que al ya llegó para muchas familias. Si bien el Estado desde el año 2016 implementó la Ley 30470, para la búsqueda de personas desaparecidas con enfoque humanitario, los resultados son magros aún, debido a la poca capacidad operativa y logística precaria con la que cuenta. Razón por la cual hay una gran preocupación de los familiares y afectados por la violencia política, para que se cumpla el objetivo de esta ley, que si se cumpliera, permitiría que por fin muchas familias no pasen más celebraciones de Todos los Santos sin tener presente la desaparición de uno o varios de sus miembros. Es muy doloroso ver que muchas personas acuden a los cementerios para visitar a sus muertos llevado flores, ofrendas y compartir momentos y recuerdos cuando estuvieron vivos, mientras que para las familias de los desaparecidos no existe ese momento y lugar de encuentro.

De otro lado, si bien hay avances significativos para la construcción de un lugar de la memoria en La Hoyada en Ayacucho, esperemos que con prontitud se concrete con la elaboración del expediente técnico y su construcción. Por lo menos así, habrá un lugar de conexión con sus muertos para miles de familias que viven en Ayacucho. También es bueno recordar que para muchas familias que viven en las comunidades duramente afectadas no existen lugares o sitios rituales donde se pueda hacer esa conexión con sus desaparecidos, ni proyectos de lugares de memoria en curso.

Las familias de los desaparecidos en fechas como estas son donde se acuerdan más de sus desaparecidos y al no tener la posibilidad de tener el derecho a celebrar el día de los muertos, acrecientan su sufrimiento y dolor.

Pasar un día de los muertos, sin tener a tu muerto enterrado representa un duelo incompleto. A través del ritual del entierro en nuestra cultura uno se despide de su ser querido, para que luego se pueda encontrar un día como hoy, día de los muertos y compartir buenos momentos. Mientras no se tenga el cuerpo de los desaparecidos, celebrar ese ritual quizás seguirá siendo un anhelo esperado con mucha carga de dolor.