Opinión

Dar hasta el cabello por Lima

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

Dar hasta el cabello por LimaFoto: Barbara Fraser

Es penoso constatar que todavía Lima es el Perú y el Perú es Lima. Que si a Lima le afecta, le afecta a todo el Perú. Tanto en guerra como en paz, cuando ha habido problemas de toda índole, afectando a Lima y su poder, las manos para salvarlo y ahora los cabellos, han venido de las provincias, ahora llamadas regiones.

Desde Puno. Cuando peleamos la guerra del Pacífico para defender el honor nacional, los más a mano fueron los puneños. Sin instrucción, sin armas, con sólo el corazón de un Perú que sólo conocían por bandera fueron llevados al ara del sacrificio en Arica.

Hoy y como siempre, una empresa extranjera tocó a los limeños el mar de Grau. Se quedaron sin playas, justo comenzando el verano. ¡Ah! También dañaron el medio ambiente. Flora y fauna marina dañada para unos diez años hacia adelante.

Más al norte en el año 2000, en un pueblito lejano para los limeños llamado Choropampa, un camión al servicio de Minera Yanacocha, derramó mercurio. Este fue recogido inocentemente en sus manos por los pobladores de la zona. El daño al suelo y personas fue gravísimo. El informe de la minera, igual que hace ahora la petrolera Repsol, la minimizó. Tampoco hubo intervención de emergencia por el daño. ¿Indemnización? Hasta ahora se sigue esperando justicia. El MINSA, en zona minera, fue impotente ante el problema.

En los últimos 20 años, nuestra querida selva ha sufrido 474 fugas o derrames de petróleo. ¿Alguien recuerda si se hizo una colecta nacional de cabellos para remediar los daños? No recuerdo.

Aquí en Puno, hace más de 10 años que los distritos de Coata, Huata y Capachica reclaman por que el agua les llega con excremento. Las aguas residuales de Juliaca llegan por el rio Coata. El estado creó una “Comisión de alto nivel” y hasta hay una ley que la declara de “interés nacional”. Y todo sigue igual.

En la misma Lima, cual espada de Damocles, en el cerro Tamboraque ubicado en la provincia de Huarochirí existen dos depósitos – de 500 mil metros cúbicos cada uno – de residuos de plomo, zinc, cobre, arsénico, cianuro, cromo, cadmio y otros. ¿Y adivinen a qué distancia del rio Rimac está? Pues a menos de 10 metros del borde. Bastaría un sismo fuerte y Lima, la tres veces coronada, se vería en graves problemas La denuncia viene del 2008. Silencios cómplices. ¿Quién autorizó ese despropósito? El gobierno de Alan García.

Quedan en el tintero más daños en todo el Perú esperando que la muerte llegue.

Como dicen “papel aguanta todo”. Los oídos no de despabilan. Y en Lima estos hechos no generaron la reacción de la ciudadanía. Fueron noticias ignoradas de los que muchos limeños aún no se han enterado. Ahora que le tocó y medio que les dolió a los limeños, entonces se lanza una “Cruzada Nacional pro cabellos”, para ayudar a los limeños a limpiar el petróleo. Al menos aquí en Puno, ya hay una campaña de recolección apelando al corazón para que todos demos un mechón.

Lo mismo de siempre. Si Lima es afectada por algo, todas las regiones tenemos que sentirnos afectadas. La última vez que Lima se acordó de Puno fue en la sequía de 1982. Hace 39 años. Ni la asonada liderada por Walter Aduviri el 2011. A lo más, los paisanos, se solidarizaron. Lima miraba absorta ponchos rojos ¿comunistas? y gente de rostros petrinos y cobrizos.

Quizás algunos lectores piensen que hablo desde el resentimiento, pero lo hago desde una realidad que muchos prefieren ignorar o justificar. Ojalá que la próxima vez que ocurra un desastre ambiental o de otro tipo, lejos de Lima, la capital reaccione como lo está haciendo ahora. Ojalá.