Opinión

Cuatro poemas de Louise Glück

Por Eduardo Urdanivia

Ganador del premio Copé de Poesía, reside en Albany, Nueva York, desde hace 18 años.

Cuatro poemas de Louise GlückFoto: @Katherine Wolkoff

La ganadora del Premio Nóbel de Literatura, la poeta Louise Elizabeth Glück, nació el 22 de abril de 1943 en la ciudad de Nueva York. Asistió a la Universidad de Columbia, pero no terminó sus estudios y no obtuvo ningún grado. Glück comenzó a publicar poesía desde muy joven; su primer libro Firstborn (Primogénito) data de 1968, pero, con poemas escritos antes, sin duda. Ha publicado hasta ahora once libros de poesía. Recibió el Premio Pulitzer en 1993 por su libro The Wild Iris (El iris salvaje). Su más reciente libro es Faithful and virtuous night (Noche fiel y virtuosa) publicado en el 2014. Glück es una escritora que no ha seguido ninguna corriente poética en particular, siempre ha transitado por su propio camino, por una senda que ella misma fue abriendo con cada libro publicado y que no se parecía en nada a la poesía que se escribe en Estados Unidos, que suele ser más bien cerebral, falta de espontaneidad y, por supuesto, nada reveladora de la vida personal de quien la escribe. Glück es todo lo contrario. Su poesía es su vida, pero sin llegar a la confesionalidad detallada, sino más bien utilizada para elaborar un lenguaje y unas imágenes que pueden parecer oscuras al comienzo y que se aclaran después de repetidas lecturas. Por su independencia poética, por su voz al mismo tiempo apasionada, sencilla y compleja simultáneamente, por sus versos que desafían la sintaxis, por su vida entera convertida en palabras, Glück resalta en la poesía estadounidense como una “rara avis” que ha universalizado su experiencia en poemas que desafiarán el tiempo. Traducción de los poemas de Eduardo Urdanavia.

DUDO EN LLAMAR

He vivido para verte hacerme

A un lado con violencia. En lucha

Como pez atrapado en una red dentro de mí. Te he visto palpitando

En los fluidos de mi cuerpo. Te he visto dormido. Y he vivido para ver

Todo eso irse cual desperdicio a la basura. ¿Se ha terminado todo?

Aún vive en mí.

Tú vives en mí. Maligno.

Amor, si alguna vez quieres quererme, no lo hagas.

(Del libro Primogénito 1968)

CONFESION

Decir que no tengo miedo

No sería verdad.

Temo a la enfermedad y a la humillación.

Como cualquiera, tengo mis sueños.

Pero he aprendido a ocultarlos,

A protegerme

Del éxito: Toda felicidad

Atrae la ira de las Parcas

Son hermanas y son salvajes

Al final, no tienen

Emociones sino envidia.

(Del libro Ararat, 1990)

OCTUBRE

Es invierno otra vez, otra vez hace frío,

¿no acaba Frank de resbalarse en el hielo?

¿no se curó ya? ¿no se sembraron ya las semillas de primavera?

¿No se ha terminado la noche?

¿no inundó el hielo derretido

las estrechas canaletas?

¿No fue mi cuerpo

rescatado? ¿es que no estaba seguro?

¿No se formó una cicatriz, invisible

sobre la herida?

Terror y frío

¿No se han terminado apenas? y el jardín de atrás

¿no fue sembrado y removido?

Recuerdo cómo se sentía la tierra, roja y densa,

en surcos resecos, ¿no se sembraron las semillas?

¿Y no treparon las hiedras la pared del sur?

No puedo oír tu voz

Por el aullido del viento silbando sobre el suelo baldío

Ya no me importa

El ruido que hace

Ni cuando fue que por primera vez guardé silencio

O cuando perdió sentido describir ese sonido

Suene como suene no cambia lo que es

¿No se ha terminado la noche? ¿no estaba la tierra lista

cuando fue sembrada?

¿No plantamos nosotros las semillas?

¿No éramos necesarios para la tierra?

¿Las hiedras, han sido cosechadas?

(Del libro Averno, 2006)

ENCRUCIJADA

Cuerpo mío; ahora que sé que no viajaremos juntos mucho tiempo más

empiezo a sentir una ternura nueva hacia ti, cruda y casi desconocida,

como aquello que recuerdo del amor cuando era joven

amor que era con frecuencia tonto en sus objetivos

pero nunca en sus opciones ni en su intensidad.

Exigiendo en demasía por adelantado, cosas que no podían prometerse.

Mi alma ha sido tan temerosa, tan violenta:

Perdona su brutalidad.

Como si fuera esa alma, mi mano te recorre con cautela,

sin querer ofenderte

pero ansiosa, finalmente, de alcanzar expresión como sustancia

no extrañaré la tierra

sino a ti.

(Del libro Vida de Pueblo, 2009)