Opinión

Cuando los peloteros del bosque llegan a la capital

Por Bikut Toribio Sanchium

Economista y Gestor Ambiental por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Poeta y escritor. Investigador de temas amazónicos, extractivismo y defensores ambientales del Centro Bartolomé de las Casas (Cusco). Asistente de investigación en la Red Muqui y fotorreportero de Noticias SER.

Cuando los peloteros del bosque llegan a la capitalFoto: Noticias SER

“El fútbol es popular porque la estupidez es popular” disparó en el año 1978, el gran escritor Jorge Luis Borges, paisano de Diego Armando Maradona y Lionel Messi, dos de los jugadores más grandes de la historia del fútbol mundial. Tal vez Borges tenía suficiente razón, pero más razón desde su mundo privilegiado en el que no le interesó el fútbol. En ese sentido, de acuerdo a Denegri, creo que Borges no tenía derecho para hablar del fútbol sin antes haber indagado o vivido. Pero es comprensible cuestionar al deporte más popular, ya que la pasión desmesurada por el fútbol puede conducir al fanatismo, y este, para Sócrates no es más que la expresión de la ignorancia. Muestra de ello, son las prácticas violentas o los delitos que se comenten defendiendo los colores o en nombre del equipo de los “amores”. Pero tampoco cabe la duda del poder del fútbol. Porque el fútbol hasta puede detener una guerra, como sucedió el 25 de diciembre de 1914, fecha en el que los aliados jugaron una pichanga contra los alemanes, deteniendo así por unas horas la primera guerra mundial. Es decir, el fútbol puede sembrar y tejer un sentimiento de hermandad. Entonces, es posible que con educación y disciplina el fútbol puede traer mejores resultados que las promesas falsas de los políticos hipócritas.

Los peloteros del pueblo de Imaza

Por eso, el fútbol es el deporte más amado a nivel mundial. Y puede cambiar, incluso, hasta la realidad de una persona, de una familia, o de un pueblo entero. Eso sueñan los chicos de Los Sinchis de Imaza, una escuela de fútbol de un pueblo chico del territorio Awajún, que vinieron hasta la capital del Perú, para jugar en el primer campeonato “Copa Federación de Directores Técnicos y Entrenadores de Fútbol (FEDITEC)”, que fue realizado en Villa El Salvador entre el 21 y el 23 de febrero. Tres días, tres fechas y tres partidos han vivido los chicos que integran el equipo de Los Sinchis. Este equipo creado por cuatro profesores de educación física del distrito de Imaza (Bagua, Amazonas) tiene algo particular. Es un equipo pluricultural. En palabras del único padre de familia que acompañó a los chicos “el equipo está integrado por jóvenes de diferentes comunidades nativas y centros poblados, hispanos.” Aquello es el rostro que la selección peruana debería tener ya si realmente el Perú fuera una nación de “todas las sangres” o un país integrado e inclusivo. “En la cancha tú miras y no hay diferencia, todos son iguales, es un solo sentimiento, no se discriminan para nada.” dice el padre de Piero, lleno de felicidad mientras mira a su hijo disputar cada balón. Acaba de gritar como un loco el primer gol de su pequeño en la tercera fecha, en el partido contra un equipo de Lima. Ante la pregunta por su reacción responde “El sentimiento es grande. No solo es mío lo que yo siento. Es de toda la gente que está allá en nuestro pueblo, del rincón que venimos nosotros a dar la cara por la región aquí en la capital, ya que la capital no da la cara en nuestro pueblo.”

Es cierto, cualquier ciudadano peruano de la periferia llega hasta Lima, “la tierra del señor presidente”, como dicen los viejos Awajún, para cumplir su sueño o al menos intentarlo. Con ese anhelo Emilio Aurazo Fernández del centro poblado de El Muyo viajó a Lima junto a sus compañeros. Señala que él vino a “Lima no solo para jugar al fútbol, ganar el campeonato, sino para ser elegido y quedarme para crecer como futbolista.” Sus ojos brillan de tristeza por no haber logrado su propósito. No es el único. Su compañero del equipo Kamirk J. Jiménez lloró después de finalizado el último partido. Pero sus lágrimas van más allá de ser unas gotas saladas. “Mis lágrimas son todo el sueño de querer ser futbolista profesional.” dice sonriente mientras mira el cielo gris de Lima. Con el mismo sueño también vino Marco Junior Díaz Quispe, habitante del centro poblado de Imacita, pero regresa “con la idea que podemos llegar lejos y que es posible ser futbolista profesional, aunque sea difícil”. Por su parte, Charapo, como le dicen sus compañeros peloteros a Denis Esamat Pacaya, de la comunidad nativa de Umukai, sueña vestir la blanquirroja, defender al equipo de todos y mientras corre hacia el arco contrario imagina al relator diciendo-: “¡Ay esta! El 7, el chico de Umukai. Ahí va, corre como un leopardo, lucha como todo Awajún, choca a lo Guerrero, se acerca, gol, gol ¡goooool!” y que todo el Perú entero grite su gol. Estos muchachos son peloteros que cruzan el río, caminan trochas, viajan en pequepeques, visitan comunidades, juegan en cancha de tierra, incluso, bajo la lluvia, sin importar sus condiciones porque no tienen dónde más bailar al balón.

“Nuestra proyección es llevar a nuestros chicos a que integren los clubes profesionales y por qué no a la selección de fútbol de nuestro país.” dice Miguel Ángel Duran Zamudio, popularmente conocido como Chicho, uno de los miembros del cuerpo técnico de Los Sinchis. Aún lleva la pasión al fútbol en el corazón. De niño soñaba jugar en la liga profesional pero no tuvo la oportunidad. Es justamente por eso que quiere llevar a sus chicos al fútbol profesional, pues cumplir el sueño de sus alumnos es cumplir su sueño de infancia. Por eso, cree en el talento de más jóvenes de las comunidades y centros poblados. Pero no basta con jugar al fútbol. Al contrario, considera vital el “trabajo en la salud mental y en la parte psicológica”. Así, cree que con el fútbol también se puede contrarrestar los problemas sociales como la drogadicción, las enfermedades de trasmisión sexual, el alcoholismo y el embarazo a temprana edad que golpea a su pueblo. Para ello, lo único que él busca para sus peloteros Awajún-Hispanos de Imaza son oportunidades. “Los que apostamos por el fútbol es que el IPD nos dé más oportunidades de participar en diferentes torneos. No queremos que nos regalen, sino que nuestros chicos demuestren su talento y se ganen la oportunidad de crecer en el fútbol y cumplan su sueño.” dice reflexivo. Al rato, sonríe. Es una sonrisa llena de la esperanza que le tiene a sus muchachos que vienen de pueblos chicos, pero con talento de sobra que en el balompié peruano nos hace tanta falta. Si alguien no cree en Chicho, entonces, que conozca la historia de Ronaldinho, Ronaldo, Rivaldo, Rooney, Messi, Pelé, Cristiano Ronaldo, Maradona, entre otros cracks del fútbol mundial. Todos ellos salieron de pueblos chicos, de barrios pobres y abandonados por sus gobiernos.

Tal vez en el Perú recién tengamos una nación para todos cuando veamos en la selección los rostros de diversas culturas que existen en el país. Quizá recién podamos decir también que efectivamente tenemos una nación de “todas las sangres” cuando en el Congreso veamos aquellos mismos rostros tomando decisiones por el bien de la nación. Entonces, creo que un peruano no tendrá la necesidad de viajar a pie, en pequepeque, en colectivo, en bus o avión para llegar a la capital para acercarse a su sueño, o uno morirá en paz en su mismo pueblo, sin la necesidad de viajar con vida a la costa para volver en un féretro. O los padres de familia de Imaza no tendrán que vaciar los últimos centavos de su chacra para enviar a sus hijos en la capital. Soñemos como estos chicos que han pisado por primera vez la Ciudad de los Reyes para conquistar su sueño. Mantengamos la esperanza y trabajemos como Chicho en sus muchachos. Es posible construir ese país soñado.

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