Opinión

Para que el 2021 sea un mejor año

Por Carlos Flores Lizana

Antropólogo y Profesor

Para que el 2021 sea un mejor añoLuisenrrique Becerra

El tiempo es una de las condiciones más constantes en nuestras vidas como personas y como sociedades. Hemos terminado un año bastante accidentado en muchos aspectos y que ha sido muy difícil para muchas personas y familias. Todos al final de año solemos hacer un recuento de lo hecho en el año que vemos que se va. Miramos los logros, las cosas que no pudimos hacer y las penas que hemos podido tener. Los medios de comunicación nos hacen el recuento de aquellas noticias que ellos consideran más importantes y significativas.

En este artículo pretendo hacer una evaluación de lo que podríamos hacer para que el tiempo que se nos abre sea realmente un año nuevo. No creo que sea bueno entrar resignados a lo que otros hagan en el terreno político o económico. Tampoco entrar cándidamente creyendo que tendremos un mejor año que el que acaba de concluir, solo porque lo deseamos o tengamos algún tipo de fe religiosa.

Sacando conclusiones de lo que la pandemia y sus consecuencias nos han dejado, me quedan claras algunas cosas. La política general del país debe centrarse en asegurar la alimentación y la salud de la población, esto quiere decir que el agro que provee los alimentos a nuestras familias tiene que ser cuidado de manera mucho más real y concreta. La pesca para el consumo humano es otro sector productivo que tiene que ser promovido y cuidado para asegurar que llegue a la mesa de todas las familias del país. Ya estamos viendo que la agricultura de exportación y la pesca para el mercado internacional favorece fundamentalmente a los grandes capitalistas y empresas transnacionales, que usan nuestras tierras y aguas, y depredan sin misericordia nuestros recursos marítimos.

Hay que cuidar el agua y la mano de obra que trabaja en todos los sectores pero en especial en el sector minero. Hoy en varios medios de comunicación –que ofician de voceros de los empresarios- nos están diciendo que la minería es y será una de las actividades económicas más importantes para superar la crisis de empleo y recursos que nos trajo como consecuencia el coronavirus. El Perú ha sido y será minero, pero el sector tiene que mejorar, “minería sí, pero no así”. Claro que debemos usar lo que hay en abundancia en muchas partes de nuestro territorio, pero usando el agua con respeto a la agricultura y sin dejar a las poblaciones sin este recurso. Igualmente respetando los derechos laborales de los obreros y otros empleados que trabajan con tanto riesgo para sus vidas. Hoy el tema del agua es importantísimo para nosotros como país y como continente, y son las comunidades campesinas y nativas las que la tienen en su territorio. Por ello es urgente tener claro este cuidado ya que seguimos siendo muy inconscientes al respecto, tanto como país y como gobierno.

El tercer aspecto que tendremos que tener como prioridad es mejorar el presupuesto para educación ya que seguimos estancados en un 3% del presupuesto nacional y la pandemia nos ha mostrado lo retrasados que estamos en conectividad sobre todo en el campo. La brecha digital entre ciudad y campo es tremenda, y tendrá efectos en el empleo y el aumento de pobres de forma inmediata. No basta tener más recursos –menos si estos se pierden con la corrupción- pero es prioritario un mayor presupuesto para mejorar las competencias de los docentes y las condiciones para que los estudiantes puedan seguir aprendiendo. Podría hacerse de forma inmediata por ejemplo que el internet sea gratis para todos los hogares donde hay estudiantes. Lo mismo que obligar a los canales de televisión brinden de manera gratuita o a precios especiales espacios para transmitir diversos programas educativos: de enseñanza del quechua y las otras lenguas originarias, prevención de la violencia contra la mujer, educación sexual, vidas de personas exitosas que sean modelos de vida, entre otros.

Después de ver el papel que han tenido las fuerzas armadas en la situación actual está muy claro que pueden ayudar, además de cuidar las fronteras y velar por la seguridad nacional, en colaborar con la salud de nuestras familias y pueblos. Pero se debe hacer una revisión de cuanto se gasta en armas y otros pertrechos para la guerra, ya que no podemos seguir invirtiendo en ello cuando tenemos necesidades más urgentes como hospitales, escuelas, agua y desagüe, etc. El mundo entero va tomando conciencia de que no podemos seguir mirándonos como enemigos mientras el covid-19 nos mata, el cambio climático produce desastres y migraciones forzadas en muchas naciones, el hambre amenaza a millones de niños y familias. En este sentido la conciencia humana está mejorando hacia caminos de paz y desarrollo que superen concepciones como las “guerras preventivas” o soluciones bélicas a problemas étnicos o religiosos. Basta de hacer dinero con la sangre de los seres humanos enfrentándolos absurdamente o por intereses ocultos de las grandes potencias del mundo. “Ustedes ponen las armas nosotros los muertos” decía un líder religioso de Guatemala, en los años terribles de la guerra interna que sufrieron.

Finalmente otro aspecto que ha quedado claro es la urgente necesidad de invertir en investigación científica sobre temas de salud, tecnología y cultura. Es increíble lo poco que se invierte en ella. Una vez oí a un experto en el tema decir que era como una familia que tenía presupuestado gastar mensualmente cien soles pero que solo gasta un céntimo en investigación. Es decir que ni el estado ni las empresas privadas, y con vergüenza ajena se puede decir, ni las universidades gastan lo que se debe en investigación. Preferimos imitar, copiar, importar conocimientos y tecnología y no en nuestros profesionales y estudiantes, muchos de ellos talentosos y merecedores de premios internacionales. Si esto se dice de las llamadas ciencias exactas lo mismo podemos decir de las ciencia humanas, como la filosofía, la lingüística, la arqueología, la literatura, la música, etc. Nuestro país es un país lleno de juventud y talento pero con una clase política y económica rentista y sometida, por su propio interés muchas veces, a las grandes prioridades de otros países e ideologías.

Celebrar el bicentenario de nuestra patria no puede quedarse en hacer mesas de diálogo y exposiciones sobre la lucha por la Independencia. Debe promoverse la reflexión, la investigación, la toma de conciencia de lo que somos y hemos logrado en estos 200 años y los retos que tenemos en muchos terrenos para lograr el país que soñamos. No tendremos un país mejor sin personas mejores, la crisis moral y ética que hemos mostrado nos revela que el problema del país es fundamentalmente de la sociedad humana, como dice Gastón Acurio tenemos un país lleno de recursos de todo tipo, climas diversos y gran historia del que tenemos que estar agradecidos, pero los que hemos fallado somos nosotros, que no hemos estado a la altura de lo que esperan nuestros hijos, es decir de construir un país próspero, con oportunidades y derechos para todos, con niveles de vida dignos de seres humanos, sin racismo y sin violencia de ningún tipo.

Por lo tanto si queremos que este 2021 sea mejor, lo tenemos que hacer entre todos. No debemos desanimarnos ni esperar que los demás lo hagan para empezar nosotros. Un pensamiento final que nos puede ayudar es este: “Podemos hacer que toda circunstancia sea una oportunidad para amar más”, si logramos vivir e interiorizar esta actitud, todo se volverá posibilidad y un reto para nuestro coraje e imaginación creativa.

¡Feliz año 2021 con esta actitud!


cflizana@gmail.com