Opinión

Chile, el triunfo de la esperanza y los desafíos del futuro

Por Fernando de la Cuadra & Aglae Casanova

Sociólogo de la Universidad de Chile. Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia / Psicóloga, Universidad La República. Experta en comunicaciones, relacionamiento comunitario y evaluación social de proyectos

Chile, el triunfo de la esperanza y los desafíos del futuroFoto: EFE/ Elvis González

"Me siento heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones, han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los Derechos Humanos, la protección de las libertades".

Gabriel Boric, Primer Discurso como Presidente Electo, 19/12/2021

Han sido días de mucha tensión y ansiedad, pero finalmente la ciudadanía puede celebrar hoy el contundente triunfo del candidato de una amplia coalición de izquierda (Apruebo Dignidad). Gabriel Boric, con cerca del 56 por ciento de los votos 1 , derrotó al representante de los residuos de una cultura pinochetista, el candidato de la ultraderecha José Antonio Kast.

En un balotaje marcado por el aumento de la afluencia a las urnas con relación a la primera vuelta (55% contra 47%, respectivamente), el pueblo de Chile logró, no solo elegir al presidente más joven de su historia, sino también, al presidente con la mayor cantidad de votos en la era republicana del país. Los chilenos, y especialmente, las y los jóvenes se movilizaron para detener el avance de la extrema derecha que irrumpió en el escenario político con una campaña llena de prejuicios y mentiras, tal como ya se ha visto en otros países. En contraposición a ello, la coalición ganadora, echó mano a la creatividad, al despliegue territorial y al trabajo mancomunado de miles de voluntarios que se movilizaron para detener el odio y hacer triunfar la esperanza. La noche de la victoria miles de personas se desplazaron hasta el centro de Santiago y de las principales ciudades del país para celebrar el éxito de un proyecto político y social que pretende realizar las transformaciones urgentes que requiere Chile para caminar hacia una patria justa y solidaria a la cual aspiran las grandes mayorías del país.

Es en parte la misma población que aprobó, contundentemente, la elaboración de una nueva Constitución y que en mayo pasado escogió una Convención Constitucional que representa a los diversos grupos sociales, políticos, de género y etnias de Chile. La nueva Constitución que deberá someterse a un nuevo plebiscito (de salida) y, hacia la cual, ya se puede percibir la campaña de desprestigio que han emprendido los grupos más conservadores y retrógrados que desean continuar con la Carta Magna maquillada heredada de la dictadura cívico militar.

El Presidente electo Gabriel Boric, ya hizo la diferencia, en su compromiso de defender la Convención por la que él mismo luchó en las calles, reuniéndose con los convencionales encabezados por Elisa Loncón y Jaime Bassa, a sólo dos días del triunfo de su coalición, en contrapunto a lo que ha hecho Piñera y su gobierno en los cinco meses y medio de funcionamiento de la entidad, que vio dificultado su funcionamiento desde el primer día de su conformación, debido a que el gobierno no facilitó ni otorgó las condiciones más básicas y prácticas para su instalación y funcionamiento. El prolongado abrazo entre Boric y Loncón fue la imagen que marcó el día del encuentro, el que se caracterizó por la constructiva voluntad de un trabajo conjunto en pos del éxito de la Convención.

La derecha trató de instalar en los medios de comunicación y en las conversaciones cotidianas, la idea de que la sociedad chilena estaba polarizada, pero en realidad el único polo que existe hasta el momento es el de la ultraderecha, pues las fuerzas del cambio que apoyaron a Boric no representan a un polo de la ultraizquierda ni nada por el estilo. Es un proyecto que desea implementar mejores políticas públicas y sociales, más inclusivas y más universales.

Por cierto, los desafíos que deberá enfrentar el nuevo gobierno son enormes e, indudablemente, van a surgir muchos detractores, obstáculos y escollos por parte de los sectores empresariales que temen perder sus privilegios y, por supuesto, también vendrá el hostigamiento de una derecha ideológicamente pétrea ligada a la herencia pinochetista. Los cambios anunciados por el futuro presidente de ampliar la gratuidad en la educación, de expandir el sistema público de salud haciéndolo más universal, de transformar el sistema de pensiones a un modelo de reparto solidario y realizar la reforma tributaria, es decir, aumentar el impuesto a las megaempresas (mineras, forestales, agrícolas) y a las grandes fortunas para financiar estos cambios, son algunas de los principales materias sobre las cuales no existe un consenso nacional y que deberán ser debatidas en un Congreso bastante equilibrado o “empatado”, que posee una representación significativa de la derecha y de la extrema derecha.

Estas son algunas de las tareas pendientes que han dejado los sucesivos gobiernos desde la redemocratización del país, y especialmente de la propia Concertación, que aduciendo problemas de “correlación de fuerzas” no tuvo la voluntad política de emprender los cambios que la sociedad reclamaba con urgencia.

Pero Gabriel Boric ha ido más allá en sus propuestas de cambio, con un plan que refleja muchas de las demandas emanadas del estallido social ocurrido en octubre de 2019, cuando miles de chilenos y chilenas salieron a las calles exigiendo no solo el fin del modelo neoliberal imperante, sino también profundas transformaciones en temas como seguridad, zonas de sacrificio ambiental, conflicto en la Araucanía, entre muchos otros.

¿Una nueva oportunidad para la región?

La llegada de la coalición progresista como Apruebo Dignidad con Gabriel Boric a la cabeza, representa también una oportunidad para retomar los procesos de integración regional a partir de una mirada en clave progresista, superando el imperio exclusivo de los intercambios mercantiles entre las naciones del subcontinente. Temas como la crisis migratoria y la apertura de fronteras en un marco de respeto a los derechos de las personas, la abolición de la desigualdad de género, los problemas del narcotráfico y el comercio de armas, los desafíos para mitigar y revertir el cambio climático y la destrucción de los ecosistemas, el enfrentamiento de la pobreza y la exclusión, las respuesta a la pandemia y otras enfermedades catastróficas, el combate a grupos paramilitares de extrema derecha y las milicias urbanas, entre otros muchos temas, deben tener necesariamente una articulación hemisférica de largo plazo, que supere los acuerdos coyunturales según sea la orientación y conveniencia de gobiernos específicos para pasar a transformarse en políticas permanentes de los Estados que subscriben los respectivos acuerdos de cooperación y ayuda mutua.

Para Boric, “la justicia ambiental es también justicia social”, y considera que la sostenibilidad, la participación ciudadana y la defensa ambiental van de la mano con el desarrollo del país. En su primer discurso como presidente electo, hizo referencia directa a las zonas de sacrificio declarando un rotundo “No a Dominga”, uno de los proyectos más controversiales de la minería del hierro de Chile. Asimismo, se comprometió meses antes de las elecciones recientes a que, un eventual gobierno liderado por él, ratificaría y firmaría, durante los dos primeros meses de mandato, el primer acuerdo regional ambiental de América Latina y el Caribe, más conocido como acuerdo de Escazú, suscrito por la mayoría de los países de la región en 2018 que vincula, entre otros temas, derechos humanos y medio ambiente.

Probablemente el nuevo presidente intente reposicionar a Chile dentro de un nuevo ciclo progresista, estimulando la reconfiguración de acuerdos de integración regional con ese sello, fortaleciendo el discurso crítico a las políticas neoliberales que han provocado el empobrecimiento y la exclusión de vastos sectores en Sudamérica y promoviendo alternativas con mayor énfasis en un desarrollo basado en el bienestar de las personas y no en el mero crecimiento del PBI, como ha sido la realidad hasta este momento.

Por otra parte, con la derrota del neofascista Kast, el proyecto retrógrado del Bolsonarismo pierde fuerza en Latinoamérica, generándose un “efecto demostración” virtuoso que podrá inaugurar un nuevo ciclo de gobiernos progresistas preocupados por el porvenir de sus pueblos y no por la imposición de políticas ultra liberales y depredadoras del ambiente sustentadas por regímenes con vocación autoritaria y regresivos en el ámbito moral, educativo y cultural. Ojalá que esta victoria de las fuerzas democráticas de izquierda en Chile sea la consolidación de un nuevo ciclo de transformaciones para América Latina.

Footnotes

  1. De acuerdo a las cifras oficiales del Servicio Electoral de Chile, ya con 99,99% de las mesas escrutadas, el candidato Gabriel Boric obtuvo el 55,87% de las preferencias (4.620.671 votos) por sobre el 44.13% del candidato J. A. Kast (3.649.647 sufragios).