Opinión

Buscando la receta del cambio

Por Pablo Roca
Buscando la receta del cambioImagen : https://www.ieepco.org.mx/

El cambio es un slogan común en campañas. El nuevo presidente en Argentina, así como quien ganó en Perú apelaron a dicha retórica para ganar. En múltiples eventos y espacios es posible ver cómo se pregunta la forma de cambiar la situación actual, de salir de las crisis. Se escuchan sugerencias como cambiar a los congresistas, al presidente o presidenta, a los legisladores y recientemente hasta al entrenador de la selección o la fiscal de la nación. Se sobrestima el poder de la alternancia o los reemplazos para lograr mejores resultados.

Personas, capacidades y voluntades

Es cierto que a veces un nuevo liderazgo, un nuevo equipo o rostros nuevos pueden ofrecer perspectivas distintas, o más esperanzadoras. Pero no todo se reduce a la agencia, ni a reemplazar unos individuos con otros. No si hablamos de un cambio a fondo. Pese a ello, lo cierto es que la clave está en las personas. Son legisladores quienes diseñan y aprueban leyes, son presidentes quienes componen gabinetes, son los titulares de los sectores y de entidades quienes conducen e implementan las políticas, son líderes quienes forman equipos y son jugadores quienes meten los goles.

Las normas cumplen un papel relevante, pero también tienen limitaciones. Ayudan a configurar la estructura de incentivos. Actores racionales evitan sanciones, persiguen recompensas y orientan su accionar sobre la base de lo que consideran correcto, siendo las normas tomadas en consideración al definir su acción. Si en estado de naturaleza o en una economía sin regulación, un individuo quizás vaya a 120 por hora para ahorrar tiempo o ganar más dinero, el establecimiento de una multa o sanción apuntaría minimizar este comportamiento.

Las normas importan, pero su calidad es requerida para que sean herramientas efectivas, para impactar en la dirección deseada. En dicha línea apunta el análisis de calidad regulatoria . Pero las decisiones no se explican satisfactoriamente leyendo normas escritas. Más aún en un país altamente informal(1). Importan las reglas no escritas. Existen otras formas de configuración de la estructura de incentivos.

Asimismo, existen incentivos monetarios. El ánimo de ganar, de lograr recursos adicionales, puede movilizar la acción. Así, tendríamos no solo individuos y organizaciones guiados por normas, sino también por su deseo de ganar bonos, premios o reconocimientos. Muchas veces quien incumple lo hace motivado por creer que puede ganar más “saltándose” las normas: el costo de incumplir no es tan alto, la consecuencia no es tan grave, como lo que se puede ganar.

Esto aplica, por ejemplo, a quien roba (un celular, y que espera no ser capturado o salir rápidamente libre), quien acosa (sabe que rara vez es sancionado), quien miente en campaña (esperando ganar), quien no compite de modo justo ni legal pero vende (tanto que puede pagar una multa, y muchas veces las multas demoran en cobrarse o quedan impagas), quien tiene bajo o pobre desempeño pero espera permanecer en el mismo puesto (profesionales tienen el respaldo de normas laborales y se aferran a puestos, pese a brindar un servicio pobrísimo y rendir de forma deficiente), entre otros.

En escenarios donde las normas fracasan (sea por su mala calidad o deficiente diseño), cuando los incentivos son infructuosos o insuficientemente efectivos, y el cálculo económico o racionalista desvía las orientaciones hacia decisiones equívocas o incorrectas, la esperanza se difumina y la confianza en un mejor futuro parece esquiva. Donde abundan las malas noticias y no se avizora solución posible, no hay lugar para sostener esfuerzos de largo aliento que son necesarios para transformaciones duraderas. Pareciese que estamos ante una alternancia sin alternativa (Vergara, 2012) , donde cambian rostros, nos libramos de algunos políticos, pero seguimos viendo más de lo mismo.

Motivación, decisión y determinación

Es también un lugar común afirmar que hay voluntad, cuando se trata de defender una política gubernamental. Por el contrario, hay quienes consideran o comentan que el problema no es, como sugieren otros diagnósticos, la falta plata o de capacidad, sino la falta de voluntad. ¿Qué es la voluntad y cómo cultivarla?

En aulas es posible distinguir que no todos van por los mismos motivos. Hay quienes sienten que no tiene otra opción, que necesitan un título o certificado, o que el castigo de no ir es muy alto. Por otro lado, existen quienes así no necesiten acumular más asistencias para pasar, ni tienen comprometidos sus ingresos futuros con una inasistencia, deciden que de todos modos les satisface ir, les complace o llena su curiosidad intelectual. Hay quienes actúan por una motivación que no se basa en factores externos, extrísenca, sino que del corazón o de su interior nace ese deseo de hacer o lograr algo. Estamos ante una motivación intrínseca.

La buena voluntad está presente cuando se cuida la salud sostenidamente, manteniendo hábitos saludables aún cuando no hay señales de alarma (“estamos sanos”), cuando se cede el sitio sin que se lo pidan o demanden, cuando se da paso al peatón o se segrega la basura antes de botarla y también procura reciclarla. Puede haber multas o bonos, pero la motivación intrínseca juega un papel mayor. Así, quienes enseñan en zona fronteriza, o de conflicto bélico, quienes hacen misión arriesgando su vida, persiguen algo más que un incentivo monetario generalmente.

Es difícil encontrar esto entre políticos en un país donde abunda la desconfianza. Confiar solamente en la buena voluntad puede ser demasiado riesgoso y no conducir a los resultados deseados. En consecuencia, necesitamos una estructura de incentivos donde el costo de hacer el mal sea tan alto que no queda otra que hacer lo correcto. Sin embargo, necesitamos, al mismo tiempo, formar la motivación e inclinación hacia lo correcto y justo, y cultivar la voluntad para que hacer las cosas bien sea natural en nuestra forma de proceder.

¿Cómo salir de la crisis? Quizás algo del enigma tenga que ver con formatear nuestras instituciones y programarlas de tal forma que nos arrojen como resultado peruanos guiados por una pasión perseverante, una creatividad intrínsecamente orientada a resultados, una apuesta incansable por sueños comunitarios, solidarios, compartidos y cohesionadores, así como fe, esperanza y paciencia para ver madurar los frutos de lo que en vida cosechemos, reconociendo que un proyecto ambicioso en este territorio rico y diverso, sobrepasa la longitud de nuestro tiempo como seres vivos.

Así, he descrito en esta sintaxis, una prouesta que puede ayudarnos a decodificar el misterio de un Perú mejor. Necesitamos, en la jerga de la programación, perfiles full, que no se queden en lo front, sino que lo combinen con talento en lo back, y capacidad de integrar o sumar para resolver con ingenio lo complejo.

Mi propuesta no desconoce el valor de reforma política, ni la necesidad en el corto plazo de rechazar la vía del autoritarismo con un caudillo o autócrata como salvación ante este complejo problema, pero reconoce que no será fácil y rápida una solución realmente duradera. Siguiendo la propuesta de pasión perseverante y determinación, el "grit" de Ángela Duckworth, para lograr el éxito se requiere afrontar la vida como una maratón y no como un sprint. Es clave apostar por el mediano y largo plazo, desde ahora y a cada hora, para poder evitar repetir las palabras de González Prada en el discurso en el Politeama:

"… madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas que satisfacer".

Cuando hablamos de claves para el éxito, la pasión, la emoción, ese motor que moviliza a -con garra- encarar cada reto, es un ingrediente o elemento esencial. Pero una pasión que es efímera o pasajera, no basta, no es suficiente. Un momento de talento o brillantez, un despliegue de destreza apasionada, puede llevarte a ganar un partido, quizás una final, pero para campeonar un mundial o una maratón se requiere, además, de constancia, perseverancia, no darse por vencido. Consiste en intentar llegar a esa meta, y sino lo logras, intentar con una siguiente alternativa hasta llegar a donde se quiere llegar. Se trata de combinar pasión con dedicación, emoción con acción, y esa dedicación sostenerla con el compromiso con el resultado deseado.

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(1) Helmke, G., & Levitsky, S. (2004). Informal institutions and comparative politics: A research agenda. Perspectives on politics, 2(4), 725-740; Patriau, E. (2014). El Congreso peruano: políticas públicas e influencia informal sobre la burocracia. Perfiles latinoamericanos, 22(43), 103-126