Opinión

Buscando la cerilla que prenda la hoguera

Por Carlos Reyna

Sociólogo

Buscando la cerilla que prenda la hogueraFoto: Twitter Guido Bellido

Plaza del distrito de Livitaca, Chumbivilcas, hace más de una semana. Unas cien o más personas están agrupadas en la plaza principal. Las mujeres visten coloridos motivos en sus blusas, faldas, sombreritos y llicllas. Una periodista de un programa dominical de TV, con su camarógrafo al lado, se acerca a un grupo de mujeres. Entre ellas está una señora de algo más de 60 años, que es nada menos que la madre de Guido Bellido, el actual presidente del Consejo de Ministros.

La señora y las jóvenes que la rodean apenas prestan atención a la periodista. Esta saluda muy educadamente a la señora y le pide hacerle algunas preguntas. Esta hace un gesto de no entender la pregunta. Se la traducen, y con la misma indiferencia ella y sus jóvenes paisanas y traductoras responden que no quería. La periodista se despide amablemente, llevándose como trofeo solo al silencio de la madre del Guido Bellido. No quiso decir nada.

Nada que decir

Ese silencio tiene algún vaso comunicante con la distancia que mantiene Pedro Castillo respecto a los medios de comunicación. Eso es percibido negativamente incluso fuera de Lima. En ellas, según una encuesta reciente de IPSOS, un 70 % de encuestados considera que eso es preocupante, irregular y no informativo Sin embargo en esas regiones del Perú no limeño, esa percepción crítica no parece afectar la aprobación general que aún mantiene el Presidente.

Lima y las regiones, opiniones contrapuestas sobre Castillo

Hace poco, el IEP aplicó una nueva encuesta de opinión nacional. Lo que vuelve a resaltar es la radical contraposición entre los resultados que hay en Lima y los que se dan en el resto de las regiones, particularmente con las del Sur. Respecto al Presidente Castillo, en Lima Metropolitana lo aprueba el 25 %, y lo desaprueba el 58 %. En el Sur, lo aprueba el 58 % y lo desaprueba el 28 %.

Ipsos realizó otra encuesta, diferente a la ya citada líneas arriba, y antes que la del IEP. Los resultados mostraron la misma contraposición de los números de aprobación de Pedro Castillo entre Lima y el resto de las regiones, especialmente en el Sur. En Lima lo aprueba el 29 % y lo desaprueba el 62 %. En el Sur, lo aprueba el 57 % y lo desaprueba el 29%.

Una interpelación arbitraria y falaz

El ministro de Trabajo Iber Maraví tenía que responder a un pliego de siete preguntas. Todas estaban referidas a su participación en acciones senderistas o a ser o haber sido parte del Movadef, aparato de fachada de Sendero Luminoso. En cuatro de ellas el sustento son atestados policiales y una sentencia judicial. Maraví refutó a las acusaciones implícitas en las preguntas con sentencias judiciales que invalidaron los atestados policiales y anularon otra sentencia que lo incriminaba. Lo que no pudo desmentir es que formó parte de una organización sindical magisterial a la que se le atribuye haber tenido dirigentes vinculados a Movadef. Con todo, aún si no pudo terminar de despejar interrogantes sobre la conveniencia de que continúe en el cargo, sí pudo refutar su involucramiento y participación en atentados o acciones armadas de Sendero.

Como respuesta recibió decenas de intervenciones que decidieron no dar validez a ninguno de sus descargos. Supuestamente ese no era un foro judicial en el que deben considerarse evidencias y pruebas documentarias, sino un foro político en el que hay que atenerse a las apariencias. El primero en sostener un argumento tan arbitrario y falaz, fue el vocero fujimorista Hernando Guerra García, que además aderezó su intervención con una buena dosis de vulgaridad. Después de él, la gran mayoría de intervenciones, representando a casi todas las bancadas, fue una competencia para sostener con la mayor vulgaridad posible las dos tesis que ese singular orador ya había expresado: primero, quien estaba interpelado por ellos era un terrorista asesino indiscutible y, segundo, en las interpelaciones congresales deben contar las apariencias, no las evidencias. Lo que se instaló en el pleno del Congreso fue un clima de irracionalidad y de demagogia sin límite.

Muy pocas intervenciones fueron rescatables, en particular la de Sigrid Bazán, de Nuevo Perú. Su corto discurso fue un alegato que desenmascaró los intereses que estaban detrás de argumentos tan impresentables. Demandó abrirse al diálogo y a la razonabilidad política. Recordó que siendo una interpelación al ministro de Trabajo, el tema debió ser el de los derechos laborales arrasados por décadas. No deja de ser grato escuchar, en medio de un ambiente así, una intervención tan vibrante y sensata de alguien que inicia su carrera parlamentaria. El grave problema es que la mayoría de políticos y políticas que ahora inciden sobre el rumbo del país no son muy sensibles a su invocación ni al de otros, muy pocos, que como ella intentan mantener a flote a esta democracia.

Los partidos y personajes que quieren prender la hoguera

El silencio de la madre y los paisanos del Premier Bellido que no quieren decir nada ante la prensa, las encuestas que siguen mostrando a un país políticamente partido entre Lima y el resto de regiones, y ese debate en el que no predomina la razón ni la inteligencia sino la procacidad facciosa, muestran que no solo no estamos cerrando ni un milímetro las brechas que separan al país, sino que están creciendo, y pueden terminar devorándolo, por obra de una mayoría de los actores políticos.

No debe quedar dudas de que la triple alianza de ultraderecha encabezada por Keiko Fujimori, Rafael Lopez Aliaga y Hernando de Soto actúan todos los días para que ese mal destino se produzca. No cesan en su intento de derrocar al gobierno de Pedro Castillo. En los hechos nunca han reconocido las elecciones. Continúan intrigando para destituir a los jefes de ONPE y el JNE. Tratan de tomar control del Tribunal Constitucional. En las calles se unen con los grupos fascistas que los acompañan desde las elecciones y son cada vez más visibles.

Vladimir Cerrón y Guido Bellido solo piensan en aprovechar la situación del país y las posiciones que ocupan ahora para avanzar un proyecto delirante. Piensan que hay una revolución inminente y que la mejor forma de acelerarla es provocando choques todos los días con los que se interponen. No solo contra la ultraderecha sino contra los grupos de centro derecha en el Congreso, o contra los ministros que le dan prioridad a la gestión de gobernar bien. No vacilan en sobrepasar al propio Pedro Castillo si no los acompaña en sus disparates. La manera en que lo exponen a un continuo desgaste indica que ya lo ven como un lastre del que se podría prescindir. Alguien diría que estamos ante acerados bolcheviques impacientes por su Octubre, pero no, buena parte de su prisa radical tiene que ver con los juicios que se le vienen encima a Cerrón.

Hamlet con sombrero chotano

¿Pedro Castillo acompaña esta movida cerronista? No me parece. Es un presidente abrumado por el desfase que hay entre la dimensión de los problemas del país y los poquísimos recursos propios con los que cuenta. Ese desfase lo coloca en medio de una maraña de dilemas. Qué hacer con Cerrón y Bellido, qué nuevos aliados podría tener, cuáles son las promesas de campaña que debe sacrificar por falta de financiamiento, cuáles cumplir, a qué ministros mantener. Su falta de conocimiento y de experiencia en la selva política le producen inseguridad, desconfianza, fallas, lentitud y silencio. En suma un liderazgo muy pobre. Eso lo expone constantemente al desgaste y a ser rebasado por Cerrón y Bellido, que regalan argumentos cada día a la ultraderecha.

No queda mucho tiempo para que este Hamlet de sombrero chotano se decida a recomponer sus alianzas. A quedarse con una parte importante de la bancada de Perú Libre y de Nuevo Perú, cogobernar con este último, convenir un acuerdo congresal transparente con algunas bancadas de centro derecha como las de AP y Somos Perú / Morados, definir una programa de gobierno de reactivación económica con recuperación y obtención de nuevos derechos sociales y políticos y sociales, podrían servir para estabilizar y darle algún destino a su gobierno. No queda mucho tiempo porque tanto en el flanco de la extrema derecha y en el flanco de la extrema izquierda de nuestra democracia, ya hay grupos con las cerillas listas para prender la hoguera, y no precisamente con fines de darle luz ni abrigo.