Opinión

Brus Rubio y la galería Selva invisible

Por Dante Villafuerte Quiroga

Especialista en Tecnologías y Gobierno Electrónico. dvillafuerte@gmail.com

Brus Rubio y la galería Selva invisible

"La selva sigue siendo un lugar lejano para explotar y depredar. Es un campo de batalla comercial. Una tierra incógnita, amenazante y salvaje. No comprendemos que las culturas amazónicas poseen un conocimiento ancestral que podría nutrir considerablemente nuestra percepción de las cosas" Luis Alberto León (Director de obra teatral Savia 2017).

En la publicación Centenario 1918-2018 de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes del Perú (2018), casi no existe imagen o referencia sobre la obra de los artistas amazónicos que representan más del 60% de nuestro territorio. Bien podemos decir que con más de 50 grupos étnicos y 17 familias lingüísticas, a contra corriente de todo lo que podemos aprender y descubrir en ella, la Amazonía continúa siendo invisible. Quiero creer que “lo esencial es invisible a los ojos” como en El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Sin embargo quizás logremos verla cuando ya sea demasiado tarde para la propia existencia de nuestro planeta.

En este artículo presentaré la importancia de la Amazonia para la vida, algunos hechos que considero relevantes en su historia, sus cosmovisiones y las expresiones artísticas en los pueblos indígenas, para finalmente presentar la galería Selva Invisible (Arte Amazónico Interactivo) dirigida por el artista autodidacta murui-bora Brus Rubio Churay junto a la cineasta, educadora y gestora cultural Lupe Benites.

La Amazonía en los ojos occidentales

Alexander von Humboldt durante su visita a nuestro continente que duró 5 años (1799-1804) aplicó el término Hileia (del griego, bosque salvaje) a la Amazonía, y fue quien con sus minuciosas descripciones, inspiró a otros naturalistas a interesarse por la misma. Humboldt fue el primero en señalar que existe una conexión entre el bosque, la humedad del aire y el clima. El “giro ontológico” de la antropología desarrollado por Eduardo Viveiros de Castro, es una propuesta alternativa, desde la perspectiva de los pueblos indígenas, que busca comprender y conceptualizar “la naturaleza” de manera distinta a la mirada hegemónica del moderno binomio “naturaleza/sociedad” establecido por el racionalismo de Descartes. Viveiros destaca que para los habitantes de la Amazonia: “Es sujeto quien tiene alma, y tiene alma quien es capaz de tener un punto de vista”. Así según las culturas indígenas tanto las plantas como los animales poseen un alma, de modo que cuando se refieren a la humanidad incluyen a otros seres y, por tanto, los seres humanos nada tienen de especial, Precisamente, todos los seres eran o fueron humanos, ya que debajo del cuerpo animal, permanece una esencia humana. En el mundo occidental la razón se ha alejado de la naturaleza como parte vital de nuestro entorno, y la ha reducido a ser solo un objeto de uso.

Frente a la modernidad euroamericana que pretende ser “el” mundo (civilizado, libre, racional), negando verdad a otros mundos existentes o posibles (Escobar 2014: 76), el movimiento zapatista en México sugirió la existencia de “un mundo donde encajan muchos mundos” y exige no solamente la inclusión sino co-existir con su propia autonomía, como lo argumentan los filósofos de la multiplicidad y la diferencia “En otras palabras, todos/as vivimos y todo vive en el pluriverso”.

El arte amazónico

En el arte amazónico un hito importante es la creación en 1988 de la Escuela de arte Usko Ayar (Príncipe espiritual en quechua) en Pucallpa, hecha por Pablo César Amaringo Shuña (1938-2009). Él abrió con su trabajo las galerías de arte en Lima para artistas indígenas/mestizos con el apoyo del antropólogo Luis Eduardo Luna. Amaringo “enseñó a los estudiantes a visualizar internamente lo que iban a crear / pintar”. En una entrevista dijo que la escuela “es un vehículo para educar a las personas, para decirles que la vida tiene un propósito no es vivir por vivir de modo que aprendan todos los días, y busquen el discernimiento y sepan valorar a una persona, a una planta, a un animal y a una cosa”.

Asimismo Amaringo recordó que “en 1968 tuve la revelación de que vivimos en una especie de organismo, un organismo parecido a un barco en el que nos mantiene, y no solo a los humanos, sino a todos los seres vivos en algo como un capullo. Y me dijeron que esta casa nuestra, este barco, se está poniendo en peligro simplemente porque la gente no cuida el medio ambiente”. La escuela Usko Ayar permitió promover artistas amazónicos que integraban su cultura y experiencia para nutrir de manera vital sus expresiones/creaciones artísticas.

El Instituto Seminario de Historia Rural Andina dirigido por Pablo Macera en la Universidad San Marcos, se interesó entre los años 1997 y 2015, por abordar la interculturalidad y recoger la narrativa y el arte nativo, estableciendo puntos de encuentro entre la cultura escrita y la representación simbólica de los pueblos indígenas de la Amazonia, apoyó y promocionó el reconocimiento de artistas autodidactas como el pintor bora Victor Churay, los shipibos Robert Rengifo, Roldan Pinedo, Elena Valera y Lastenia Canayo y la familia Asháninka Casanto (David, Enrique y Wilberto); el artista nomatsiguenga Domingo Casancho; el pinto kukama Pablo Taricuarima egresado Escuela de Bellas Artes entre otros (Soria 2016).[^1]

Entre los ríos Putumayo y Caquetá, que hoy pertenecen a Colombia, se estima que en el período 1903-1910 la extracción del caucho significó que 30,000 huitotos, boras y ocaynas fueran esclavizados, torturados y asesinados. Este hecho fue denunciado por el juez Rómulo Paredes en 1911 y Sir Roger Casement con información facilitada por John Brown capataz de Julio César Arana. A partir de estos acontecimientos se desato la primera guerra de imágenes (fotografía y cine) para ocultar/justificar por una parte o para denunciar los alcances del genocidio de la fiebre del caucho (Chaumiel 2009).1 Artistas contemporáneos como Jayro Churay, Santiago y Rember Yaurcani junto a Brus Rubio Churay, que pertenecen a las regiones donde la extracción del caucho significó el abuso y la explotación de sus pueblos hasta casi su exterminio. Estos artistas no solo pintan la cosmovisión de sus pueblos, sino iluminan aquello que la historia hasta ahora borró u ocultó de la historia peruana, y nos llaman a reflexionar si el extractivismo de los recursos naturales antes el caucho, y ahora el petróleo o los recursos forestales significan bienestar para sus habitantes o aún en pleno siglo XXI siguen produciendo la muerte de sus habitantes “invisibles” para el proyecto de desarrollo del país, como nos lo recordó “el Baguazo” ocurrido hace 10 años, en los que sigue sin haber un responsable.

Brus Rubio Churay un artista autodidacta murui-bora

Brus Rubio Churay nació en Paucarquillo en 1983, un pueblo de 800 habitantes a orillas del rio Ampiyacu. Sus padres son Mauricio Rubio del pueblo muruy y Marlene Churay Requena del pueblo bora. Brus señala que recibió distintas influencias, como la de la escuela pública, el cristianismo -a través del Instituto Lingüístico de Verano-, el liderazgo comunal de su padre y las investigaciones de estudiosos como Jorge Gasché. Asimismo recuerda que el Vicariato Apostólico de Iquitos y la radio La voz de la Selva, realizaron un concurso de pintura campesina en 1994, en la que su padre quedó en tercer puesto, mientras su primo Victor Churay (1974 - 2002) del pueblo Bora quedó en primer lugar. Le queda el recuerdo de sus padres preparándose para pintar; su madre sacando los tintes naturales y su padres sacando la tela de llanchama, el olor del ojé. A él le gustaba su olor fresco. Su padre pintaba en las tardes y en las noches. Que vendía sus pinturas a los turistas.

Brus argumenta que para él la identidad fue un “empoderamiento intuitivo”, y dice que la diferencia se la pone uno mismo. Como artista se planteó mostrar las fortalezas del pueblo, sus historias y mitos. Asimismo, dice que tomó la decisión de salir de su pueblo con responsabilidad, como producto de un trabajo planificado y no para buscar empleo, para ello escuchó el testimonio de otras personas a las que la migración les generaba sufrimiento. El salió buscando su lugar y su reconocimiento, y cuenta que uno de los momentos más duros fue “separarme de mi mamá y del núcleo familiar ese fue un golpe fuerte”,2 y que las buenas enseñanzas las experiencias, están dentro de ti, eso que tú actúas bien, tus padres están dentro de ti, si te tuerces ya están lejos tus padres y ellos estarán tristes y se alejaran.

Brus, al referirse a sus actos, y sus relaciones siempre manifiesta su disposición a mantener un “constante diálogo diplomático” y evitar chocar con algún sector. Así cuando recuerda su participación en el documental El perro del hortelano (2010), luego de los sucesos de Bagua, dirigido por Renzo Zanelli y Oleg Kheyfets, en el que aparece como el protagonista, manifiesta que descubrió que era una herramienta para decir las cosas de su pueblo, y que antes tuvo mucho cuidado en la temática de la película, porque todo queda grabado y había que tener cuidado para no preguntarse ¿En qué momento he actuado esto?

Luego de El perro del hortelano, y de vender algunas de sus pinturas, vuelve a Paucarquillo su pueblo y construye una casa taller de arte, que incluía una biblioteca y un espacio para los niños. Pasado un tiempo descubre que incluso en su entorno familiar cercano de los sabios, estaban celosos porque creían que Brus viajaba por el tema de la identidad, cuando “la identidad en el pueblo sólo lo maneja el sabio”. Por otro lado las personas ligadas a la iglesia creían que enseñaba cosas negativas a los niños, e incluso los profesores se quejaban que su taller, porque les quitaba el tiempo de dedicación a la escuela, y así Brus se da cuenta que la gente no estaba preparada para acoger su propuesta y decide cerrarlo y venir a Lima. Brus Rubio manifiesta que ni Iquitos ni Lima son sus referentes, señala “para mi psicológica y estructuralmente y metodológicamente mi referente a sido Paucarquillo, ósea es todo lo contrario a lo que me dicen que recién viniste a la ciudad para estructurarte, no metodológicamente y psicológicamente todo ha venido de mi pueblo” y es todo lo contrario a lo que puedan decir los académicos.

Cuando llegó a Lima, Brus se quedó en Santa Eulalia, Pachacamaq y finalmente en La Bolichera donde en sus palabras “construí mi trinchera de arte”, y reconoce que existe mucho celo en el círculo del arte, y que además “otros quieren tener la voz de un amazónico representándolo” y se preguntaba por qué no lo hace un amazónico originario.

Brus luego de participar en diversas exposiciones colectivas, viajar, actuar en el año 2010 presenta su exposición Selva Invisible en la galería Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma, en el año 2011 ganó el Segundo Premio del XIV Concurso Franco Peruano de Artes Visuales Pasaporte para un Artista. La galería Selva Invisible: Arte Amazónico Interactivo. En el año 2017 cuando Brus recibe la invitación para abrir la galería Selva Invisible en el Monumental del Callao en Lima, junto con Lupe Benites, reconoce que representó otro nivel de su madurez y manifiesta su deseo de “conocer el mundo más allá del estereotipo” y busca transmitir sucesos estratégicos para su pueblo.

Cuando Brus explica el nombre de la galería dice que “hay una selva invisible en cada uno, yo también puedo salir de mi pueblo pero esa experiencia de la selva está dentro de mí” y “porque la gente está invisible mucho tiempo, hay que hacerlo visible”. Concluye que “Todos somos salvajes, históricamente partimos de un origen de la naturaleza, y nos confundimos en las estructuras ya bastante sistematizadas” y dice que sólo tomamos conciencia de la naturaleza cuando nos enfermamos. Finalmente dice que la selva está en todos nosotros, y señala que se manifiesta en cómo la naturaleza, a pesar que vivimos en zonas urbanas se expresa cuando escuchamos/sentimos/consideramos la relación con nuestro entorno.

Durante las inauguraciones de Selva Invisible hay música, pintura facial, cantos medicinales, comida y bebida amazónica, de modo que la amazonía se convierte en una experiencia interactiva de la que todos podemos participar. Asimismo en la galería se ha realizado visitas guiadas y talleres a cargo de los expositores.

Selva invisible nos invita a mirarnos en nuestros ancestros y nuestros orígenes, y con la participación de distintos artistas amazónicos o que se interesan por ella, como Lastenia Canayo, Roldan Pinedo y David Ramírez (Shipibo Conibo), Enrique Casanto, Wilfredo Casanto (Asheninka), Jacob Quevare, Brus Rubio (Murui-Bora) o Rocío Pardo, Lu.Cu. Ma (Luis Cuevas Manchego), Heinrich Helberg, Watsildi López, Patricia Janet Orbegoso quienes exponen y nos permiten ver otros lados “invisibles”, o quizá como en la cinta de Moebius un lado continuo que contiene todos los lados, para recordarnos como lo hace Brus en sus pinturas actuales, que el futuro se sustenta en la historia, en la memoria que evita volver a repetir las tragedias del pasado, y que nos permita volver a vivir y cuidar de nuestro planeta la maloca o pachamama de la que somos parte.

Selva Invisible presenta la exposición Portal de visiones con la participación de Brus Rubio, Fredy Tuanama, Amaro Serruche, Diego y Manuel Capuena, Ximena Hernández, Javier Cuadra, Eduardo Arana y José Carbajal la exposición estará hasta el 12 de enero del 2020. La dirección es Jirón Constitución 268 en Monumental Callao.

[`1]: Soria Casaverde, María Belén. 2016. La Amazonia en el quehacer del Seminario de Historia Rural Andina (1977-2015). ISHRA Revista del Instituto de Historia Rural Andina. Vol I N° 1.

Footnotes

  1. Jean-Pierre Chaumeil. 2009. Guerra de Imágenes en el Putumayo. En Imaginario e imágenes de la época del caucho: Los sucesos del Putumayo. Alberto Chirif y Manuel Cornejo Chaparro Editores. CAAAP - IWGIA - Universidad Científica del Perú.

  2. Entrevista realizada a Brus Rubio por Dante Villafuerte en la Galería Selva Invisible el 2 de octubre de 2019.