Opinión

Antauro se frota las manos

Por Carlos Reyna

Sociólogo

Antauro se frota las manosFoto: La República

Aquel otro hijo y discípulo del enfebrecido don Isaac Humala debe estar pensando que acaba de recibir una nueva señal de que el Perú está disponible para él. Eso es lo que debe creer mirando el país vacío de liderazgos y de partidos nacionales que emerge de las elecciones regionales y municipales.

No solo es que no hay esos liderazgos. Tampoco hay a la vista algunos o siquiera uno que, teniendo algo de las virtudes para serlo, quisiera correr el riesgo. Por eso Antauro Humala, cuyo único atributo es la osadía, debe estar en ese frotar de manos propio del que asume que pronto su predestinación y las alucinaciones paternas se harán realidad.

Pese a Porky, una derrota nacional del bloque de extrema derecha

El bloque de extrema derecha del Congreso celebra que López Aliaga haya ganado la Municipalidad de Lima. Supondrá que teniendo allí a uno de los suyos, que es además el portador de los discursos más agresivos contra Pedro Castillo, podrá debilitarlo más y acercarse a la meta de tomar control del gobierno después de destituirlo. A muy pocas horas de confirmado su logro, López ha ratificado su fama de bocón diciendo que nunca se reunirá con Castillo y le ha pedido que renuncie y se asile.

Pero es imposible que ese bloque extremista no haya tomado nota que acaba de ocurrir otra cosa de dimensiones aún mayores que la ajustada victoria de Porky. Ese bloque es fundamentalmente limeño. Y ha ocurrido que, a nivel nacional, en las elecciones regionales y municipales, acaba de ser derrotado abrumadoramente por los movimientos regionales.

El más afectado ha sido Fuerza Popular, el grupo que lidera al bloque. No ha obtenido ninguna gobernación regional y ninguna alcaldía capital de región. Fuera de Lima Metropolitana, Renovación Popular tampoco ha conseguido nada. Solo el tercer integrante del bloque, Avanza País, logró un gobierno regional y una alcaldía capital de región, pero en una región de las más pequeñas, Madre de Dios. Así que va a ser difícil que los integrantes de este bloque sigan asumiendo que ellos encarnan la representación nacional.

Otros derrotados, incluido el Congreso.

Hay otros partidos congresales que, en las circunscripciones mencionadas, sí han logrado alguito más que el bloque de ultraderecha, como Alianza para el Progreso, Somos Perú, Juntos por el Perú y Acción Popular, pero es muy poco en comparación al alud de victorias de los movimientos regionales. El que más obtuvo es Alianza para el Progreso pero es una corriente de origen provinciano y ha retrocedido claramente en comparación lo que obtuvo en la elección similar de 2018.

De esos otros partidos congresales, el de resultados más ruinosos ha sido el cerronista Perú Libre que muy probablemente quedará último en los resultados generales. De modo que sumando el desempeño de todos los partidos congresales, lo que la gran mayoría del electorado acaba de dejar en claro es que no se ve representado por este Congreso. Lo que ya venía siendo expresado mensualmente por los encuestados, acaba de ser ratificado por la abrumadora mayoría de los 18 millones de electores que acudieron a votar el domingo 2 de octubre.

¿Con qué cara entonces este congreso, y en particular el bloque extremista de derecha va a pretender retirar del cargo a Pedro Castillo y a la vicepresidenta Dina Boluarte, para quedarse ellos en el gobierno poniendo al general Williams de presidente? ¿Con qué legitimidad?

Hay otros problemas de la democracia peruana

Esta clara evidencia de un vacío de liderazgo y de partidos nacionales que merezcan el nombre no es el único problema que tiene la democracia peruana. Que sean organizaciones regionales las que los acaban de vencer no hace de ellas paradigmas políticos ni republicanos. Uno le da una mirada a sus listas y encuentra, con demasiada frecuencia, desde niveles alucinantes de falta de preparación e improvisación, hasta sentencias por delitos de mayor o menor gravedad, pasando por tránsfugas recurrentes, señales típicas de los que son candidatos no precisamente por su amor al bien común. Ya es conocido que no son pocos los gobernadores regionales o alcaldes procesados por la justicia. De manera que sería iluso pensar que los liderazgos nacionales que faltan saldrían de una simple suma de corrientes regionales.

Por último, también hay un problema con los propios ciudadanos peruanos. Por una serie de razones tenemos una cantidad significativa de electores que, o tienen poco aprecio por las prácticas ciudadanas y democráticas, o francamente prefieren las que no lo son. Hay encuestas, como los Latinobarómetros, que muestran eso. De esos electores, que están en todos los estratos sociales salen no solo los que votan por aventureros y autoritarios de cualquier signo sino los que se embarcan como sus operadores y activistas.

Peruanos jugando al lobo

Ausencia de liderazgos y partidos democráticos medianamente aceptables a nivel nacional, réplicas de eso a escala regional, capas grandes del electorado disponibles para apoyar o ser la tropa de los demagogos de cualquier sesgo ideológico, brecha política persistente entre Lima y la mayoría de regiones. Añadamos, a todo esto, la brecha entre el mundo institucional de la política y los peruanos comunes y corrientes. De ahí salen, eso aprovechan, los aventureros de todo tipo, algunos más parsimoniosos como Pedro Castillo, otros más procaces, violentos y vulgares como López Aliaga y Urresti.

Antauro Humala lo ha visto y se ha puesto manos a la obra. Está lanzado a coger con ellas la chance que, a él y a otros como él, le estamos regalando los peruanos que miramos pasivamente. Con eso, farreamos el destino del Perú y de nuestros hijos en un mundo que, por tener cada vez más riesgos y amenazas, ya es peligroso para ellos.