Opinión

Ancash: La histórica deuda del gobierno regional con la cultura

Por Augusto Rubio Acosta

Escritor y gestor cultural

Ancash: La histórica deuda del gobierno regional con la culturaFoto: RCR

En tiempos de tempestad psíquica como los que vivimos, tras una y otra crisis (tras otras anteriores, conectadas todas con lo financiero, medioambiental, geopolítico, de corrupción, educación, salud y un largo etcétera vinculado a la violación de los derechos más elementales), Áncash se asoma al inicio de un nuevo periodo gubernamental con las luces y sombras que la historia, la incertidumbre y la esperanza le han entregado siempre a sus ciudadanos.

El desafío de las nuevas autoridades regionales, de la sociedad en su conjunto, es enorme para los años que vienen. Los vientos que soplan continúan arrastrando maniqueísmos, sentimentalización de los discursos, impunidad y convulsiones, en una tierra devastada por el latrocinio estatal a gran escala, la falta de representatividad de sus gobernantes, la ineficiencia e improductividad en la función pública, la carencia de vocación de entendimiento con quienes piensan distinto. La falta de visión, planificación y elaboración de proyectos estratégicos en el ejercicio gubernamental regional es otro grave problema a solucionar; que reaccionar en el corto plazo a la crisis inmediata, no nuble la visión de largo plazoa que Áncash necesita para consolidarse en todos los ámbitos.

Desde el sector cultura, entendido como un modelo complementario de estrategias de superación de la pobreza, el Gobierno Regional de Áncash no tiene nada que entregar o iniciativas que exhibir. Así ha sido históricamente. Tras décadas de gestiones gubernamentales regionales, ni siquiera ha existido la preocupación o suficiente sensibilidad para crear una gerencia de Cultura que atienda el crecimiento de la producción y la distribución masiva de bienes y servicios culturales, así como su incidencia en las poblaciones y en la sostenibilidad de su desarrollo.

Sin la noción de que son las capacidades humanas, y no las estructuras de cemento y concreto, las que garantizarán la sostenibilidad del desarrollo de Áncash, no iremos a ninguna parte. La cultura juega un papel determinante en el desarrollo de los seres humanos, sin importar la condición social o económica que estos tengan; no prestar suficiente atención a la cultura de la sociedad ancashina es darle la espalda al desarrollo conductual, social y económico de quienes habitan esta parte del país.

Con un presupuesto (para el año 2023) que supera los mil millones de soles, la ejecución de proyectos de carácter cultural en el ámbito regional debería estar garantizada. Como es de público conocimiento, el gasto corriente, en el Gobierno Regional de Áncash, cuenta con presupuesto aparte. El reto está entonces íntimamente vinculado a los niveles de competencia y compromiso, con el sector cultura, que puedan tener las nuevas autoridades regionales, llamadas a trabajar de manera transparente con quienes representan el sector y a construir equipos competentes y agendas de desarrollo consensuadas.

En un país donde la educación continúa en un proceso de franco retroceso y deterioro (la contrarreforma universitaria y diversas iniciativas legislativas para modificar la currícula escolar son clara muestra de ello), es necesario implementar nuevos esfuerzos que construyan posibilidades y alternativas de carácter formativo, así como de promoción de la cultura, para que los ancashinos puedan aproximarse a nuestras múltiples realidades a través de las manifestaciones artísticas, del estudio y la investigación en el campo cultural, también a través de las ciencias sociales.

Más allá de la creación de una Gerencia de Cultura que gestione descentralizadamente el sector, necesitamos que se construyan e implementen la Biblioteca Regional de Áncash, el Archivo Regional, el Fondo Editorial Regional, entre otras instituciones y espacios que reivindiquen las culturas de nuestros pueblos y las rescaten del ínfimo escalón del interés social y colectivo que históricamente ocupan. La cultura es un derecho, no una ajenidad; su desconexión con el interés general se explica en el fracaso de las políticas culturales emanadas del gobierno central, en la ausencia o insuficiencia de las mismas en el ámbito regional y en el hecho de que nuestras autoridades no hayan priorizado el sector, condenando al olvido el disfrute y la participación de las personas y el ejercicio de sus derechos culturales.

El Gobierno Regional de Áncash nos debe todo en materia de cultura y nadie se lo ha reclamado. Que no se hable de desarrollo ni de lucha contra la pobreza sin atender y solucionar la grave situación del sector. Reconectar las artes y saberes con el interés general debe ser prioritario en el ámbito regional durante los años que vienen. Y descentralizar, esa vieja, burocrática y manoseada palabra jamás utilizada en la praxis gubernamental; hasta convertida en insulto por quienes son víctimas de un sistema incapaz de romper la relación jerárquica centro-periferia.

Como decíamos al inicio de estas líneas, Áncash se asoma al inicio de un nuevo periodo gubernamental con las luces y sombras que la historia, la incertidumbre y la esperanza le han entregado siempre a sus ciudadanos. Ojalá en el sector Cultura las cosas sean distintas.