Opinión

A propósito de la familia y la crisis de la educación

Por Carlos Flores Lizana

Antropólogo y Profesor

A propósito de la familia y la crisis de la educaciónFoto: Luisenrrique Becerra/Noticias SER

En el presente artículo se hablará sobre la familia y su relación con la formación y educación, tanto de nuestros descendientes como de nosotros mismos como adultos. Esta temática tiene muchísima importancia, no solo en el país sino en todo el mundo, pero está seriamente amenazada en la actualidad.

La familia está tremendamente unida al tema de la educación y sus objetivos en términos de logros académicos, laborales, y familiares, entre otros. Todo apunta a que los padres debemos revisar profundamente la manera de realizar nuestro rol frente a nuestros hijos, cosa que también debe hacer el docente frente a sus estudiantes. Muchas veces esto no es fácil, pero es necesario hacerlo si deseamos obtener verdaderos cambios y tener la esperanza de un futuro mejor.

La familia tradicional está constituida por un padre, una madre y los hijos nacidos del amor de una pareja que decide libremente vivir bajo un mismo techo y cuidarse para que la sociedad se mantenga en armonía, respeto, responsabilidad, comunicación, buscando un proyecto de vida feliz y sólido para todos sus miembros. Sin embargo, en la actualidad, este tipo de familia está resultando ser una “rara avis” pues lo que vemos son familias donde está solo la madre sacando adelante a los hijos y donde el progenitor varón no da ni siquiera la alimentación y la educación que por ley debían proveer. Hay también menos casos de padres solteros que asumen la responsabilidad de criar al hijo o hijos de la pareja.

Otras familias son las que están sostenidas por los abuelos o la abuela que se hacen cargo de los nietos, cuidando y dando futuro a niños abandonados por uno de los padres naturales o por los dos. También tenemos las familias “ensambladas” que se conforman con parejas que aportan los hijos de su primer compromiso y forman una nueva familia donde los niños tienen que aceptar la convivencia con sus hermanastros y hermanastras. En los últimos años ya se habla de familias conformadas por dos varones o dos mujeres que adoptan niños. Las figuras posibles son algunas tan especiales que superan la imaginación, pero a todas ellas se las considera como familias.

Lo que me queda claro es que la familia tradicional está poco valorada en muchos ambientes, los divorcios, las separaciones, la muerte inesperada de uno de los padres atentan constantemente contra ella. La ley que debía protegerla y promoverla es puro discurso hipócrita y cínico ya que el empleo, la sanidad, la vivienda y la educación que debían ser lo más importante para ella no es suficientemente proveído por el Estado y la misma sociedad en su conjunto. Pareciera que todo está en contra de la familia, ya que ni siquiera los medios de comunicación la respetan ni protegen. Tanto el aparato de televisión como el teléfono celular, pese a tener aspectos positivos, se han convertido en un peligro porque muchas veces la infancia y juventud no cuentan con la supervisión adecuada de parte de los padres en la revisión de los contenidos a los que acceden.

Instituciones tutelares como la iglesia y la escuela tampoco consideran a la familia como la célula primaria en la que se forma el ser humano. Es fuerte la crisis en valores que se vive actualmente y esto se expresa en actos de corrupción o de delincuencia, dejando de lado los valores básicos y fundamentales como el amor y respeto a la vida humana, la honestidad, el respeto a los bienes ajenos, la generosidad y alegría en el servicio, la creatividad y libertad para expresar los sentimientos, la tolerancia y también la fe en Dios. Otros enemigos de la familia son el machismo, la violencia indiscriminada contra la infancia y la mujer, y el uso y comercio de drogas.

El otro tema para desarrollar es el vinculado con la educación pública y cuál es su aporte en el futuro de la juventud. Es sabido que cada candidato en campaña, señala que sus principales ejes de gobierno serán la educación y la salud. Sin embargo, esas promesas se diluyen cuando llegan al poder. Pese a esto, no debemos quedarnos de brazos cruzados sin tomar acción, es necesario brindar nuestro aporte para que la educación de nuestros hijos sea mucho mejor de la que recibimos nosotros.

Recomiendo leer el libro: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, del filósofo y sociólogo francés Edgar Morin, en el que, con acierto, señala en qué campos del conocimiento debe ser preparado el ciudadano del mañana. También recomiendo ver lo que el gobierno japonés está estableciendo como prioridades en el nuevo currículo de la educación básica de su país. Finalmente, mirar las conferencias del profesor León Trahtemberg, para conocer su evaluación de la educación pública del Perú y por dónde piensa que debería caminar. “El Perú no está para reformas”, dice Trahtemberf; así mismo sostiene que debe haber una revolución total y sostenida para que podamos tener esperanza con garantía. Sin inversión significativa no habrá mejora de nuestra educación.

Solo desarrollaré de manera puntual, algunas de las materias o cursos que creo que debían incorporarse en el currículo educativo nacional, inspirado en las tres menciones que hago en el párrafo anterior. La pandemia y los cambios sociopolíticos en el mundo con sus efectos en nuestras familias son, también, un marco para entender mejor lo que aquí se señala. Creo que todos nosotros debemos pensar y actuar para que la educación mejore sustancialmente y así preparemos a nuestros hijos para el futuro que ya se va perfilando.

Lo primero que la educación del futuro nos pide es aprender idiomas, cuanto antes los aprendamos y hablemos fluidamente será mejor. El mundo al que estamos entrando nos lo exige, por ejemplo aprender el inglés y el chino. Pero no solo aprender las lenguas extranjeras o las llamadas “francas” sino, también, nuestras propias lenguas originarias como el quechua, aymara y otras. En Japón piden a los estudiantes de secundaria saber leer y escribir en cuatro lenguas y grafías propias.

Lo segundo es estar preparados para las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Cuanto más conozcamos y manejemos los nuevos programas y todos los recursos de la tecnología digital e informática será mejor. Así podremos entrar y utilizar todos los recursos que el internet y las nuevas redes de comunicación e información nos dan. No podemos ser analfabetos informáticos. Esta brecha es generacional y tiene que superarse. También, y eso lo hemos comprobado de manera urgente durante la pandemia, se tiene que superar la brecha entre el campo y la ciudad, entre los que pueden comprar los equipos y el servicio de internet y los que no acceden a ellos; este servicio puede y debe ser gratuito en los hogares donde hay niños y jóvenes estudiantes.

Lo tercero es aprender y manejar las finanzas y los negocios, es urgente aprender y utilizar la información sobre el manejo del dinero y el emprendimiento económico. Igualmente, la cultura del respeto a las leyes del trabajo y de la economía, los seguros, los beneficios laborales, las obligaciones tributarias, el ahorro y la inversión, etc.

Lo cuarto consiste en ética y ciudadanía, conocer y valorar el sentido de las leyes y su razón, la autoestima y el sentido del bien común. Construir y formar personas con una ética autónoma, amar el valor de la dignidad y el honor de la persona humana. En este sentido, debería existir un curso especial sobre educación y seguridad vial.

Como quinto elemento, todo niño debe desarrollar su propia expresión artística y aprender a tocar algún instrumento musical, por ejemplo, para que su sensibilidad se exprese y disfrute de la belleza en todas sus expresiones. Cantar, danzar, pintar, moldear, tejer, tiene que estar presente a lo largo de su vida como estudiante.

En sexto lugar, considerar el aprender a investigar, disfrutar conociendo, “aprender a aprender”, tener conciencia de que la realidad es compleja y que está llena de misterios qué dilucidar, indagar, develar, conocer al mismo ser humano, a la naturaleza, a lo divino. Rescatar la dimensión filosófica y teológica de la realidad, conocer las diversas tradiciones religiosas, mundiales y locales, como la andina. Eso promoverá en los jóvenes la apertura a la verdad y evitar el fanatismo. También aprenderán a ver dónde está ubicado el distinto, el diferente, y sabrá que la paz empieza con el respeto y valoración de la conciencia del otro.

Como séptimo punto, es importante gustar de la lectura de tal manera que, al mes, cada estudiante debe leer por lo menos tres libros, analizarlos y hacer reportes de lectura. Esta destreza ayudará a que lean historia, literatura nacional y mundial, pensamiento político e ideologías, arte, psicología humana, derecho y, por supuesto, todo lo que les apetezca e interese.

En octavo lugar es importante aprender a trabajar en equipo, y entender y practicar la interdisciplinariedad del conocimiento para entender y solucionar los problemas que la vida nos presente. Esta capacidad está conectada con la interculturalidad y sus potencialidades, en el país y en el mundo en que nos toca vivir. Igualmente, es muy importante que los niños y los jóvenes encuentren en los adultos a personas preparadas para acompañarlos en su proceso de formación. Los intelectuales orgánicos y los profetas, deben estar cerca de todo este esfuerzo por mejorar la calidad de nuestra educación.

Se indica que las carreras que más demanda tendrán y mejor pagadas serán las vinculadas a la nanotecnología, la microbiología y mecatrónica aplicada a la medicina humana y animal.

Estos ocho campos, o dimensiones de desarrollo, tienen que completarse con el desarrollo de la inteligencia kinética; es decir, con el desarrollo y dominio de nuestra corporeidad, donde todos los deportes y sus condiciones nutricionales estén abiertos para nuestros hijos, así estarán sanos y amarán su vida de personas saludables, realizadas, fraternas, libres y felices.

Queda claro que, en primer lugar, alcanzar este tipo de educación depende, tanto de los padres como de las propias familias, sobre todo en el campo de la animación y soporte emocional para lograrla. En segunda instancia están los municipios como expresión del Estado cerca a las familias, y se complementa con las políticas mayores a nivel de regiones y gobierno nacional. Esta revolución educativa depende de nosotros, y de una voluntad política decidida y sostenida que ponga todos los recursos económicos necesarios para tal fin. Por propia experiencia conozco que las personas exitosas son fruto de familias cuyos integrantes han cuidado y promovido la vocación de cada uno de sus miembros; el Estado debería colaborar con esas metas, pero, en muchos casos, no ayuda significativamente. La mayoría de los grandes peruanos han hecho su carrera deportiva, artística, científica, literaria, espiritual, solos y han logrado, además, brillar fuera de su país. Solo cuando son reconocidos en el exterior, son aplaudidos por la sociedad y las autoridades; lamentablemente, en algunos casos ni siquiera eso sucede.

Muchos de los cursos que se estudian en las escuelas son una pérdida de tiempo, lo que sucede mayormente, por ejemplo, si la familia es campesina o pastora. Para algunos investigadores es una verdadera estafa lo que los 11 años de la educación básica en el Perú otorgan a hijos de campesinos. No se les prepara para lo que la realidad de nuestro país le ofrece y necesita. Hace falta una revisión honrada y valiente del currículo actual y, sobre todo, tomar las decisiones efectivas que correspondan. Tanto la familia como la sociedad civil y los intelectuales son actores clave en este cambio, muchos ellos se preocupan y desean contribuir eficazmente con el destino de la niñez y juventud en el país.

cflizana@gmail.com