Opinión

¿Todo está perdido? Esperando no pecar de iluso

Por José López Ricci

Sociólogo

¿Todo está perdido? Esperando no pecar de ilusoFotos: Bikut Toribio Sanchium | Noticias SER

Malestar y bronca nos produce leer, oír, hablar sobre la situación política de nuestro país. Todos los días. Sensaciones que se acumulan y agravan, que se constatan a todo nivel y ambiente. El desempeño del Ejecutivo y Legislativo obtienen, según todas las encuestadoras, niveles paupérrimos de aprobación ciudadana.

Un gobierno precario y de creciente incompetencia, con una presidenta por accidente y cada vez menos presente. Sostenido en las concesiones a los “niños”, los cruzados conservadores y los señores de la guerra. Cargando una gran mochila moral (y penal) que representan los 49 muertos por armas de fuego en su haber, actores por ahora. Indolentes y reacios a asumir sus responsabilidades, ni siquiera políticas para empezar. Menos con voluntad de enmienda. Acompañados, cual uña y mugre, de una mayoría congresal, variopinta y avezada, alineada para perpetrar leyes y decisiones en contra del interés nacional. Que ha expandido (y lo seguirá haciendo) sus dominios a otros poderes del Estado y a diversas entidades del gobierno. Para seguir sacando ventajas y actuar con impunidad. Con el erario y la gestión de intereses privados, extensivo a sus “colaboradores”.

Dispuestos, unos y otros, con honrosas excepciones, a llegar al 2026. No importa si sea a sangre y fuego. La repartija los une y sus temores los empujan hacia adelante. Asumiendo tener un mismo “enemigo principal”, definido no por una categoría política o ideológica sino por un sambenito: los “caviares”. Con el “terruqueo” en ristre para descalificar y confrontar. Favorecidos por la mentalidad cachinera del empresariado, que mientras pueda ganar no le importan la moral pública ni la democracia. Sorteando momentos muy complicados, como el de las movilizaciones de diciembre, enero y febrero. Caraduras, y con “espíritu de cuerpo”, con los múltiples destapes periodísticos y metidas de pata.

Pero, ahí están y, al parecer, no pasa nada. Crecientemente empoderados, desembozados y altaneros. Enrostrándonos su poder ilegitimo, autoritario y facineroso. Evidenciando, a su vez, la gran debilidad de una oposición política, organizada y competente. Sin nadie que les haga contrapeso, canalice demandas sentidas de la población, exprese el malestar social creciente y genere alternativas de gobierno y cambio. Sueltos en plaza, seguirán haciendo de las suyas.

Sólo han sido las marchas de inicio de año, las que pusieron contra las cuerdas al gobierno y al Congreso. Los problemas de articulación y liderazgos no permitieron (y en muchos casos no lo buscaron) abrir una interlocución con los demandados que pudiera establecer compromisos y plazos, sobre todo en el adelanto de elecciones que era lo más viable en ese momento. Las movilizaciones convocadas parecen seguir presentando tensiones por las demandas a priorizar y su conducción. Ese “todo o nada” que polariza y radicaliza, no necesariamente es la vía para concretar las demandas planteadas. Con distintos personajes dispuestos a ser émulos, en ejecutoria y destino, del encarcelado expresidente Castillo. Y, al frente, un gobierno y un Congreso jugándoselas a amedrentar, con la “camarada Vilma” de coartada perfecta y oportuna, y a reprimir en todos los términos incluyendo una desafiante “parada militar”. De pronóstico reservado las características de la movilización que se nos avecina en masividad, alcance, duración, niveles de violencia y resultados. Ojalá, no se produzca ninguna muerte más.

Si bien la calle es importante, no habrá salida a esta profunda crisis sin actores políticos que den la talla, que cubran este vacío de oposición y medien para alcanzar algún tipo de acuerdos. Aunque seamos una democracia sin partidos, es una oportunidad para que emerjan partidos o algo que se les parezca. En teoría, en un contexto de polarización que no cesa y escala, ese rol debiera ser asumido por el centro político, con toda la inconsistencia de tal categoría. Espectro que alberga una multiplicidad de agrupamientos y personalidades a quienes no les incomoda tal ubicación. Cargando una gran atomización, muchos egos que limitan aproximaciones y generan desconfianzas en distintos sentidos. Cada cual buscando bailar con su propio pañuelo, proyectar a su pequeño líder, encajonados en sus relaciones primarias. Ha habido distintos esfuerzos de apertura y aproximaciones, que no han cuajado por responsabilidades compartidas. Donde todos (o la gran mayoría) vienen priorizando la lógica electoral sobre la política. Poniendo por delante cálculos sobre la inscripción (porque la tenga o la quiera tener), las aspiraciones de candidaturas y/o cuotas en las listas. Prefieren seguir girando sobre sus escuálidos ejes. Algo parecido ocurre en lo que podemos denominar sociedad civil.

Si bien, a la vista y por antecedentes, todo pinte cuesta arriba y contracorriente, hay que seguir dando batalla e intentar no seguir haciendo lo mismo. No queda otra. Algunas sugerencias para empezar un proceso distinto, con el serio riesgo de pecar de ilusos.

Es indispensable contar con una referencia política (mesa de trabajo, plataforma, foro, u otro nombre más imaginativo) que pueda agrupar a todos, o la gran mayoría, de quienes conforman el espectro del centro político. Que organice y discurra por varios componentes, niveles y territorios. Que potencie y conjugue lo que vienen haciendo las partes, propicio para hacer intervenciones que por sí solos no se podría hacer. Que vaya pesando progresivamente más que las partes. Que aporte al desarrollo de las partes, incluso en lo electoral.

Es urgente generar una reunión lo más amplia posible con todos los agrupamientos y personalidades de este espectro y alrededores. Sus compromisos democráticos, trayectorias probas y disposición al riesgo pueden ser sus características y el capital de partida. Para acordar dos puntos: i) aprobar un acuerdo de voluntad de trabajo conjunto que se puede expresar en un manifiesto; ii) conformar un equipo de facilitación, con hombres y mujeres que no tengan pretensiones electorales, para trabajar una propuesta metodológica de cómo organizar y poner en acción esta referencia.

Existen muchas capacidades y acumulados que debieran ser canalizados y puestos en valor político. Como soñar no cuesta nada, algunas posibilidades podrían cuajar con empeño y buena voluntad:

  1. Un “gabinete y bancada en la sombra”. Con equipos sectoriales que generen propuestas de políticas e iniciativas legislativas y que analice críticamente el trabajo del Ejecutivo y Legislativo. Para organizar y perfilar objetivos de incidencia.

  2. Sumar y compaginar, hasta donde se pueda, los recursos existentes en medios de comunicación, gestión de redes sociales, acopio y difusión de data y ofertas de formación política.

  3. Promover intervenciones conjuntas alrededor de las banderas que se vayan priorizando y de los temas críticos de la coyuntura, que alcancen un mayor impacto social y efectividad en la presión a los decisores. ¿Otra calle es posible?

Metas que deben caracterizar la organización y dinámica de esta instancia: la presencia de jóvenes, la paridad, la interacción con los territorios, vínculos permanentes y de ida y vuelta con la ciudadanía, el involucramiento de servidores de los tres niveles de gobierno, espacios en las universidades y la academia.

Será una página en blanco, con pocas certidumbres y mucho ensayo-error. Si no podemos avanzar en esa dirección, al menos intentarlo, sinceramente debieran/debiéramos dedicarnos a otra cosa y “que Dios y la patria os demande”.