Opinión

La homosexualidad en la Biblia

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

La homosexualidad en la BibliaFoto: Gehrig / CNA German

Hoy en día, y mucho antes también, ante la manifestación de la homosexualidad, han surgido voces a favor y en contra dentro de los creyentes cristianos y de otras confesiones.

Muchos cristianos, no digo todavía católicos, ante la homosexualidad han generado, guiados muchas veces por sus pastores y/o sacerdotes, conceptos excluyentes y adversos. Los han calificado de pecadores, y es cierto que algunas líneas de la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento, condenan la homosexualidad.

Alguna vez le preguntaron a Jesús por qué las leyes del Antiguo Testamento eran muy duras y él “les dijo: Por la dureza de vuestro corazón se escribió este mandamiento” (Mc. 10,5)

En el Nuevo Testamento, “Jesús asumió, practicó y confirmó muchas de las prácticas de la tradición judía en la cual fue educado. Por otro lado, demostró mucha libertad frente a las costumbres de su pueblo, distanciándose de todo tipo de discriminación social y asumiendo con firme delicadeza la defensa de los marginados de su tiempo, como ilustran las historias de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y de la mujer de mala fama (Lc. 7, 36-50), cuyos delitos estaban precisamente en el área sexual. Sin embargo, ni para atacarlos ni para defenderlos Jesús se refirió a los homosexuales. Sobre varios asuntos de orden sexual habló Jesús. Matrimonio, adulterio y divorcio fueron temas de importantes discursos realistas y a veces innovadores, hasta revolucionarios. Pero sobre la homosexualidad, ni una palabra.”

Quizá algunos se sientan defraudados por lo que sigue, pero en los inicios de la Iglesia Católica, el trato a los homosexuales no era discriminador. En su momento – siglo IV – se reconoció como santos a Sergio y Baco. Dos soldados romanos convertidos al cristianismo. Se habla incluso de que había un ritual para el matrimonio homosexual.

Otro texto del Nuevo Testamento se refiere al pedido del centurión romano por la salud de su “servidor”, según las traducciones bíblicas. Los estudios exegéticos ven que en esa parte de la traducción, no se refiere a un sirviente o hijo. Se refiere a un amante. De allí que el centurión diga que “no era digno de que entrara en su casa”, lo cual es entendible, ya que la sociedad judía rechazaba la práctica homosexual. Jesús en el texto, clarísimamente le dice al centurión: “Vete, y que se haga según tu fe. Y su amante quedó sano en aquella misma hora (Mt 8, 5-13).

Es interesante que en ningún momento Jesús condene su práctica de pareja. En el caso de la adultera o la prostituta, Jesús le pide que cambie. Jesús no cura la homosexualidad del centurión, que es su vida interna, cura la salud de su pareja. E insisto, Jesús le dice al centurión “que se haga según tu fe”. Es obvio que el centurión no es un creyente judío, ni cristiano de la naciente Iglesia.

Para los católicos. La Iglesia, a través de Congregación para la Doctrina de La Fe, en la que en su momento era prefecto Joseph Ratzinger -luego Benedicto XVI-, emitió un documento dirigido a todos los obispos del mundo, llamado “Sobre la atención pastoral a las personas homosexuales” . Incluso antes también la Iglesia escribió sobre el tema.

Lo que la Iglesia condena es la prostitución y exposición a su tendencia que muchos llevan de manera escandalosa. Pero también dice que “Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen. Revelan una falta de respeto por lo demás, que lesiona unos principios elementales sobre los que se basa una sana convivencia civil. La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones.”

Recordemos las palabras de papa Francisco: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?".