Opinión

En defensa de la reforma universitaria

Por Gabriel Gómez Tineo

Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

gabo.gomeztineo@gmail.com

En defensa de la reforma universitaria Foto: ©Luisenrrique Becerra │ Noticias SER

Algo que le costó mucho al Perú en los últimos años, fue la reforma universitaria que fue impulsada por los propios estudiantes, aliados con algunos congresistas desde años atrás. Cansados de que la institución que manejaba el sistema universitario era un nido de ratas que hacia lo que quería con las universidades. La Asamblea Nacional de Rectores, era el espacio de repartijas que autorizaba la creación de universidades a diestra y siniestra, sin importar si tenían las condiciones mínimas de funcionamiento. Hubo casos escandalosos de universidades autorizadas que no tenían locales adecuados ni docentes no calificados, tampoco contaban con planes de investigación, sino con propuestas pedagógicas y curriculares anacrónicas; todo lo cual lo único que lograba era vender cartones de titulo como “cancha”, perjudicando a los estudiantes, a sus familias y al país. Profesionales sin competencias, capacidades y carentes de criterio para ejercer pertinentemente la profesión era lo que nos ofrecían esas “universidades”.

En un país con tantos problemas ocasionados por la crisis sanitaria y la crisis política se requieren profesionales competentes, como los tienen Chile, México, Colombia, Uruguay cuyos índices de competitividad son superiores a los nuestros. En ese contexto la creación de la SUNEDU (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria) y el inicio de su funcionamiento a inicios del año 2015, marcó un hito para comenzar con la reforma universitaria, implementando mecanismos para que las universidades cumplieran una serie de requisitos o condiciones mínimas de calidad (CBC) para el funcionamiento. Es en ese marco que la SUNEDU pudo limpiar y denegar la licencia de funcionamiento de tantas universidades “chicha” que operaban a diestra y siniestra en nuestro país, estafando y vendiendo la ilusión de tener un titulo universitario a tanta gente ilusa. Aquellas universidades que no lograron la licencia, demostraron ser cualquier cosa, porque no poder cumplir las condiciones mínimas de calidad solo confirmaban que eran una tremenda estafa.

Una de las características primordiales de la reforma universitaria es instalar una cultura de la evaluación y autoevaluación para lograr la mejora permanente. Como sabemos la evaluación es un mecanismo que permite medir el desempeño de una ocupación o servicio. A través de esta sabremos el nivel del desempeño, para luego proponer acciones de mejoras.

La evaluación es un concepto, que a lo largo de nuestra historia fue satanizado y asumido como el monstruo que descalifica y excluye. Esa idea fue creada desde que en las escuelas fuimos sometidos a evaluaciones punitivas, basadas en el modelo pedagógico conductista para calificar o ser descalificados. Por eso es que se teme la evaluación y es asociada con algo negativo o que nos causará un perjuicio. Precisamente estas idea satanizada de la evaluación fue aprovechada por los mafiosos de la educación universitaria, y es claro que hay grandes intereses particulares que ponen trabas a la evaluación como un potencial que permita mejorar la calidad educativa. Las universidades de nuestro país, para mejorar sus desempeños en el servicio tienen que someterse a evaluaciones permanentes y así medir sus condiciones del servicio, cumpliendo estancares de calidad.

Hubo muchos intentos por querer acabar con la SUNEDU, lo hicieron varias veces, periodo tras periodo desde el Legislativo. La ciudadanía y otros sectores siempre salieron en defensa. En este periodo, vemos que bancadas que habitualmente están confrontadas se han aliado para tumbarse la reforma universitaria. Muchos de los congresistas impulsores de esta medida perjudicial y arcaica para el país, egresaron de universidades ”chichas” no licenciadas o tienen vínculos con ellas. Así, donde priman los intereses particulares no importa las diferencias ideológicas.

El Ejecutivo y el Legislativo están demostrando ser antiperuanos, y el gobierno de turno esta demostrando que no cree en la educación como motor de cambio de la sociedad. A este paso la crisis también es de competencias y capacidades. La defensa de la educación de calidad es una demanda ciudadana, y queremos garantizar un mejor destino para nuestras futuras generaciones.

Recibir una educación de calidad es un derecho humano fundamental. La intención de este gobierno y de varias bancadas de regresar al desastre del sistema universitario no debe prosperar. Los peruanos que queremos una educación superior pertinente, competente, innovador, con valores, con ética, con capacidades y buenos profesionales no se lo permitiremos.

gabo.gomeztineo@gmail.com