Opinión

El día de la madre explotada

Por Karina Bueno

Responsable de la Unidad de Género de Aprodeh Apurímac.

El día de la madre explotadaFoto: Luisenrrique Becerra | Archivo Noticias SER

El reconocimiento al amor inagotable e incondicional de las madres es un motivo conmovedor cada segundo domingo de mayo. Las muestras de afecto son efervescentes, floridos y con sabor a chocolate, se celebra en esencia, el nivel de dedicación de las madres hacia sus hijxs y familia. Pero, cabe plantearse una cuestión ¿Cómo le impacta está maternidad fundada en “la absoluta dedicación”? ¿Qué derechos sostienen a la sujet@ política que se dedica a maternar/ cuidar la vida?

Según el INEI (2018), cerca del 84% de los hogares biparentales tenía presencia de niñ@s pequeños menores de 6 años o personas dependientes de cuidado (enfermedad, discapacidad o adultos mayores inactivos laboralmente). La exigencia del trabajo de cuidado como principal rol, es dirigida hacia las madres y otras mujeres del hogar; la misma que impacta de forma negativa cuando se trata de acceder en condiciones de igualdad a un empleo remunerado; cuanto más niñ@s (3 a 5) se tiene en casa más se exacerba la brecha de género en ocupación, mientras el 89% de hombres pueden tener una ocupación solo el 56% de mujeres puede hacerlo. El factor influyente en esta situación son los estereotipos y roles de género patriarcales que confinan a las madres a la sobre explotación de su trabajo gratuito. La ENAHO (2018) a través de la encuesta nacional del tiempo, mostró que las mujeres tienen como una de las principales razones de inactividad laboral, el trabajo en el hogar (59%), mientras que los hombres en la misma categoría solo en un 18%.

El paradigma social de la maternidad se funda en la inagotable fuente de cuidados gratuitos de una madre por ser mujer, no se espera lo mismo de los padres por ser hombres obviamente; la producción de este servicio debe ser constante para lograr el mérito de grandeza y bondad; aunque esto implique una doble jornada laboral, agotamiento físico y psicológico; y, sobre todo la postergación/ anulación de sus propios deseos más allá de la crianza. La Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (Enares 2019), muestra que un 52.7% de encuestad@s considera que la mujer debe cumplir primero con su rol de madre, esposa o ama de casa, y después realizar sus propios sueños. La sociedad, la familia, l@s hij@s, en el marco de este modelo, establece una relación de consumo y extracción de la fuerza laboral y el afecto de las madres; sin concienciar los impactos y mucho menos reconocer la valía de este aporte al sostenimiento de la vida cotidiana, al sistema social y económico.

Diversos países en Latinoamérica y el mundo cuentan con políticas y sistemas de cuidados con énfasis en niñ@, personas con discapacidad, adult@s mayores. En el Perú no existe dicha política, el MIMP viene promoviendo este proceso partiendo por el marco conceptual del sistema, urge que se culmine y se apruebe.

Con el cuestionamiento a la maternidad en situación de explotación y a una sociedad extractivista de cuidados, no quiero de ninguna manera desconocer la centralidad política de esta labor, por el contrario, la humanidad no sobreviviría sin ella, de hecho, si hemos vencido pandemias, crisis económicas y dictaduras han sido gracias a que alguien (sobre todo mujeres) se ocupó de cuidarnos. Pero, como plantea la economía feminista, no podemos soportar maternidades y cuidados en condiciones injusticia, desigualdad, violencia, feminización y menos valía.

Como mujer, madre, trabajadora y activista me permito soñar con un horizonte donde un segundo domingo de mayo exista para revocar la explotación de las madres, para democratizar el trabajo de cuidar y construir una economía centrada en la vida donde las mujeres gocen de mas tiempo libre para ejercer derechos, los hombres dispongan más tiempo para hacerse cargo de la niñez y de sí mismos; la familia completa sea parte activa de la redistribución del cuidado; que la comunidad, la calle, la multitud actúe como red de cuidados colectivos; que el estado establezca e invierta en un sistema nacional de cuidados escuchando las diversas realidades, que la humanidad cuide de No explotar Mujeres ni Pachamama.